La iluminación espiritual

Frases Politica

Citas Politica


La política en Estados Unidos es como el pan duro: es tan densa que los mejores de nosotros apenas podemos soportarla.

Estoy convencido de que algunas actividades políticas y sociales así como algunas practicas de las organizaciones católicas, son perjudiciales e incluso peligrosas.

En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno.

Hemos abusado del poder y hemos llamado a eso: política.

En política latinoamericana la cosa no es poder ni querer sino joder.

La gente odia la idea de perder. Cualquier perdida, por pequeño que sea, es tan horrible de contemplar que se compensan mediante la compra de seguros, incluidas las políticas totalmente absurdas, como el transporte aéreo.

La política no es mas que el conjunto de razones para obedecer y de razones para sublevarse.

Por supuesto que la gente no quiere la guerra. ¿Porqué querría cualquier palurdo de una granja arriesgar su vida en una guerra cuando lo mejor que podría obtener es volver de una pieza a su granja? Naturalmente, la gente común no quiere la guerra: ni en Rusia, ni en Inglaterra ni por supuesto en Alemania. Esto es comprensible. Pero después de todo son los líderes de los países quienes determinan la política y siempre es una simple cuestión de tiempo el que la gente se deje arrastrar, ya sea en una democracia o en una dictadura fascista, en un parlamento o en una dictadura comunista... Con voz o sin voz, a la gente siempre se la puede atraer hacia la postura de los líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar la falta de patriotismo y que están exponiendo el país a graves peligros.

La política no es un juego, es un negocio serio.

Yo vivo como vive la mayoría de mi pueblo, en la política lo normal tendría que ser mi forma de vida.

Si usted va a tener ningún tipo de oposición política en el siglo 21, entonces tiene que ser tan fundamentalmente liquida como la sociedad en rápida transformación que estamos viviendo.

Quienes dicen que la religión no tiene nada que ver con la política, no saben que es la religión.

En Sanando el Alma de Estados Unidos, escribí sobre la noción de Gandhi de la fuerza del alma en la política y por que es importante mantenerte en tu verdad.

La política es un negocio desesperado.

Intentar la reforma social, la reforma educativa, la expansión industrial, la mejora moral de la raza sin apuntar, ante todo, a la libertad política es lo mas alto de la ignorancia y la futilidad.

Hay muestras diarias en la historia y en la prensa. La historia, los medios informativos-deformadores y la política ofrecen un espectáculo vergonzoso.

Y de las causas de la desigualdad, ¿qué? La desigualdad tiene muchas causas, pero la principal -sin dudarlo- hay que buscarla en el actual modelo capitalista de crecimiento y desarrollo y en el vigente modelo antisocial de propiedad. El capitalismo es un modo de producción que vive de la desigualad y la retroalimenta positivamente, vive de la desigualdad entre el trabajo y el capital. Reproduce y amplía esa desigualdad porque el capitalismo asigna muy distintos recursos de poder a propietarios y no propietarios. Y asigna tan desigualmente el poder social porque se basa en un modelo de propiedad y apropiación que no conoce apenas límites a su acumulabilidad, y permite formidables hiper concentraciones de poder económico y social que no solo escapan a todo control democrático, sino que por mil vías consiguen una sobrerrepresentación institucional y política de sus privilegiados y minoritarios intereses. La batalla -por ahora duramente perdida- contra la extrema desigualdad de ingresos y riqueza pasa por buscarle alternativas -si se quiere, parciales y graduales- al capitalismo, alternativas de tipo social-republicano (señaladamente, aunque no solo, la renta básica de ciudadanía, como en otras ocasiones hemos desarrollado, por ejemplo, alternativas que permitan a la sociedad recuperar el control democrático sobre las decisiones económicas y a los individuos -a muchos, a millones de ellos- recuperar el control sobre sus propias vidas, esto es, su autonomía.

Mahoma no fue un fracaso aparente. Fue un éxito deslumbrante, tanto política como espiritualmente, y el Islam fue de fuerza a la fuerza a la fuerza.

La mejor justicia no siempre es la mejor política.

¿Que tipo de política hacen ustedes? Tal es el camino de todos los parlamentos: uno puede percibir incluso de antemano la tendencia a votar, en que dirección girara.

La política me parece una broma siniestra.

La política es casi tan excitante como la guerra y casi igual de peligrosa. En la guerra solo te pueden matar una vez, pero en política muchas veces.

La política es una cuestión de apariencias.

Dios justificó la guerra durante siglos. La patria también. Lo continúan haciendo hoy en día. Aunque se les llame de otra manera. "Choque de civilizaciones" es la que está más en boga. Los dioses y las patrias son quienes se esconden tras los nuevos eufemismos. Los de siempre u otros nuevos. En su nombre se sigue haciendo la guerra. Esa guerra que nadie dice querer. Así, fácilmente se acaba produciendo lo que manifestaba el tristemente famoso líder nazi Goering: "Por supuesto que la gente no quiere la guerra. ¿Porqué querría cualquier palurdo de una granja arriesgar su vida en una guerra cuando lo mejor que podría obtener es volver de una pieza a su granja? Naturalmente, la gente común no quiere la guerra. Esto es comprensible. Pero después de todo son los líderes de los países quienes determinan la política y siempre es una simple cuestión de tiempo el que la gente se deje arrastrar, ya sea en una democracia o en una dictadura fascista, en un parlamento o en una dictadura comunista... Con voz o sin voz, a la gente siempre se la puede atraer hacia la postura de los líderes. Eso es fácil. Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar la falta de patriotismo y que están exponiendo el país a graves peligros". Simple y contundente retrato de muchas de las guerras conocidas. Terrible.

Dos personas maduras que se aman se ayudan a ser libres. No tiene nada que ver con la política o con la diplomacia. No hay deseos de dominar al otro. Solo hay libertad y amor.

El terrorismo no es una expresión de ira. El terrorismo es un arma política.

Nunca desvirtúen el pensamiento de un pueblo, no importa que ideología o posición política tengas. Todos coincidimos en algo. Queremos Paz.

Ocupamos el templo con el dios Mercado, el nos organiza la economía, la política, los hábitos.

Lo cual es malo al menos por las siguientes razones de consecuencia: primero, porque hace vulnerables, y en grado diverso, a amplísimas capas subalternas de la sociedad. Y con la vulnerabilidad viene la dependencia; con la dependencia, la falta de libertad, y con la falta de libertad, en grado diverso, la condición servil y la pérdida del autorrespeto. Segundo, porque pone en manos de unos pocos poderes y recursos desmedidos que pueden condicionar y sesgar el proceso político del lado de sus intereses privilegiados, socavando así toda esperanza de democracia real y quebrando la igualdad política que subyace al ideal de ciudadanía. Finalmente, la desigualdad extrema entre ricos y pobres (entendidos éstos en sentido amplio) quiebra la comunidad, rompe los lazos de fraternidad y desata, de un lado, la codicia de los pocos y, del otro, cuando no la envidia y el resentimiento, siempre al menos la frustración, y muchas, muchas veces, la desesperación de los muchos.

Si las religiones comprendiesen que toda la Humanidad es una y que no se necesitan naciones, toda la política desaparecería.

La política es mundana, los políticos son los servidores del pueblo. La espiritualidad es sagrada; es la guía del crecimiento espiritual de la gente.

En la Iglesia católica romana y sus servidores en el campo de la política es objetivo prioritario el camuflar la verdad, el manipular las conciencias.

No puede haber política sin sabios pensado de antemano.

Sabía usted que los Illuminatis son una elite de familias bastante poderosas que manipulan la economía a través del control de los bancos centrales y la política internacional.

La política no es un pasatiempo, no es una profesión para vivir de ella, es una pasión con el sueño de intentar construir un futuro social mejor.

A nadie molesta mucho, al fin y al cabo, que la política sea democrática, siempre y cuando la economía no lo sea.

La tercera justificación de la desigualdad le carga las culpas al gobierno, sea el que sea. Los gobiernos -viene a decir- promueven la desigualdad con sus equivocadas políticas recortando oportunidades de desarrollo individual. Así, por ejemplo, el paro -una fuente terrible de desigualdad social- podría evitarse si los mercados de trabajo no fueran tan rígidos y los empresarios tuvieran más facilidades -¡todas las facilidades!- de contratación y despido. Y todavía más oportunidades habría de creación de empleo -y riqueza para todos- si los gobiernos apostaran sin tapujos por la productividad y la competitividad de las empresas, rebajando impuestos, recortando gastos sociales, privatizando servicios públicos y apuntando al déficit cero. Esta justificación de la desigualdad es tan falsa como cierto es el hecho de que han sido precisamente los gobiernos que más han promovido políticas desreguladoras de los mercados laborales y fiscalmente estimuladoras de la oferta los que más han provocado aumentos de la desigualdad.

Señor Secretario de la ONU: Ya que en Washington y Paris es de día, mientras que en Moscú y Pekín es de noche, ¿no cree entonces que lo que divide al mundo no es la política, sino la cama?

La política posee todo un arsenal destructivo; la espiritualidad es absolutamente vulnerable. La política no tiene corazón. La espiritualidad es puro corazón.

La política es para el presente, pero una ecuación es para la eternidad.

En política solo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela.

La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho.

La segunda justificación de la desigualdad la convierte en el necesario precio de la libertad. En un mundo regido por el libre mercado y asentado en el sacrosanto principio de la libertad de elección, un Estado intervencionista podría imponer políticas redistributivas y regulaciones igualitaristas, pero solo lo lograría a base de cercenar esa misma libertad individual, a base de recortar las opciones sobre las que elegir. Este argumento es tan falso como cierto es el hecho de que la desigualdad implica ella misma una falta de libertad, tanto más profunda cuanto más dramática sea esa desigualdad. Porque falta de libertad -de decidir, de hacer y aun de rechazar- es lo que tiene el trabajador precario que apenas llega a fin de mes y no sabe si mañana conservará su empleo; es lo que sufre la mujer sometida al marido y desfavorecida y discriminada en toda suerte de oportunidades de vida; es lo que padece el desempleado de larga duración, que soporta el estigma social de la dependencia del subsidio público (si es que lo tiene). Falta de libertad es lo que tiene el pobre que depende de la exigua caridad de sus congéneres. Falta de libertad es lo que sufre el subordinado (en la jerarquía de la empresa, por ejemplo) cuando tiene que comulgar con ruedas de molino porque necesidades o deseos vitales para él dependen de la voluntad de su superior. Falta de libertad, en fin, es lo que padece el que vive con permiso de otro. No olvidemos el dicho de Juvenal: 'Hay muchas cosas que los hombres, si llevan la capa remendada, no se atreven a decir'. El mundo contemporáneo, porque distribuye de forma tan groseramente desigual recursos, oportunidades y riqueza, padece un hondísimo problema de falta de libertad.

La espiritualidad es vital en la política porque podemos construir una gran nación solo si producimos grandes seres humanos.

Quienes dirigen la política en cada país infectado en lugar de negarse a seguir el juego sucio, desenmascarar públicamente a sus corruptos integrante.

Cuando peor te sientes por las cosas que no funcionan, menos puedes encontrar una solución. La gente dice que algún día podrás mirar atrás y reírte. Mi política es, porque esperar.

Sabía usted que a que uno de los grandes beneficiarios del envenenamiento, son las grandes farmacéuticas, corporaciones millonarias ligadas a bancos y a figuras políticas.

En la falsa democracia mundial, el ciudadano esta a la deriva, sin la oportunidad de intervenir política y cambiar el mundo. En la actualidad, somos seres impotentes ante las instituciones democráticas de los cuales ni siquiera podemos conseguir cerca.

[1/2]