Sin el apego hay felicidad. Utiliza lo que tengas, no seas posesivo. No reclames que es tuyo. No hay nada que sea tuyo; todo pertenece a la existencia.
La desaparición del ego revitaliza, rejuvenece. Con la desaparición del ego, aun en profunda inconsciencia, tienes una experiencia de conciencia de Dios.
El egoísmo es la ausencia de los demás en mi vida. Pero si yo hago lo que tú no puedes, y tú haces lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas.
El ego pone en marcha tu mente, necesita un pedaleo firme y agotador, es lo más ilusorio, y parece sólido y real. La gente estúpida vive y muere por él.
Tienes demasiado, y tú quieres compartir, no eres egoísta. El amor es inocente si no tiene un motivo en sí, cuando no es más que un compartir de tu energía.
Este inusitado cuento es para mostrar lo dañoso que un insignificante apego puede resultar para quienes han llegado a ser ricos en dones espirituales.
No se puede celebrar y ser feliz a costa del sufrimiento de los demás. Al ego le gusta aparentar ser la nota falsa dentro de ti. Simplemente vive y sé.
El santo hindú se debió sentir poderoso al destruir sus ojos: Soy capaz de hacerlo. Su ego debió de sentirse sutilmente alimentado, más fuerte que nunca.
Desapego, ese es el secreto, es un arte. Todo lo que se guarda se estropea. La razón es que todo lo que es importante, vivo y en movimiento, es momentáneo.
La zorra no pudo alcanzarlas, pero para el ego es difícil aceptar que se fracasó. En vez de reconocer: «He fracasado», el ego dirá: «No valían la pena».
El egoísta crea situaciones como la de la zanahoria; esa es la única forma en que el ego puede existir, mantenerse. El ego siempre está en dificultades.
Los apegos son así de absurdos. A todo se puede renunciar, excepto a tu consciencia más interna. En lo profundo vive permaneciendo en constante renuncia.
El apego obligan a las personas que se relacionan a convertirse en objetos y el amor ayuda a las personas a ser libres, más independientes, más sinceros.
Desapego, ese es el secreto. Todo lo que se guarda acaba estropeándose. La razón es que todo lo que es importante, vivo y en movimiento, es momentáneo.
Hay algo decisivo: si proteges tu ego, perderás a Dios. Si estás preparado para abandonar tu ego, le encontrarás. En ese abandonar se produce el hallazgo.
La pereza es simplemente como el resfriado; no hay mucho de qué preocuparse. El egoísmo es como el cáncer, pero es mejor no tener ninguno de los dos.
En profunda aceptación, el ego se trasciende. Un maestro dice: Está contento tal como eres, no se necesita nada más, y entonces, de pronto todo sucede.
El apego obligan a las personas que se relacionan a convertirse en objetos y el amor ayuda a las personas a ser libres, independientes y más sinceros.
La muerte de narciso es un cuento sobre el origen del ego. Por medio de los espejos al hombre le llegan a interesar más los reflejos que la realidad.