POR: GONZALO GALLO
Un estudio en los E.U. muestra que un joven promedio pasa 900 horas al año en el colegio y 1.500 frente al televisor o el computador. También dice que un niño promedio graba más de 20 mil propagandas por año y, cuando termina secundaria, ha archivado en su cerebro más de 200 mil actos violentos. Con base en eso, la prioridad de los padres es estar muy en sintonía con los hijos y enseñarles a aprovechar sus talentos y llenar sus vacíos, darles un sentido crítico, ayudarles a tener control de sus emociones; que puedan afianzar su individualidad y sostener unas buenas relaciones. Solo se influye en ellos con un amor efectivo y ejerciendo la autoridad sin autoritarismo. Un buen padre es amoroso, humilde, flexible, define unas expectativas claras y abre espacio a la espiritualidad y a Dios en el camino de la vida.
Los buenos padres actúan de común acuerdo, con equilibrio y sabiduría. Así modelan a unos hijos seducidos por la televisión, el Internet, el hedonismo, la comida chatarra y otros afanes sin fondo.
Un padre facilista no fija límites o vive ausente, en lugar de formar con amor y también con autoridad. El reto es ofrecer al hijo mejores alternativas con el ejemplo propio y armonizando la suavidad con la exigencia. Un buen padre fomenta intereses superiores como el deporte o el arte, ya que una pasión da a los hijos paciencia, disciplina, confianza y entusiasmo. También estimula sus aficiones sin presionarlos y evita a toda costa una sobreprotección que anula. ¿Es usted humilde, flexible y creativo? Ojalá deje de lado la rigidez y la cerrazón al cambio. Sea innovador y acomódese con gallardía a nuevos roles y nuevas realidades.
El periódico IL Corriere de la Sera de Milán, publicó los resultados de una encuesta con 1.350 jóvenes entre 12 y 19 años. Es interesante analizar sus respuestas a las siguientes preguntas: si pudieras elegir ¿Qué preferirías ser? 26,2% Yo mismo (a). 22,8% una estrella del espectáculo, 15,9% jugador de selección. Los resultados siguientes son: 13,1% un rico emprendedor, 9,7% un explorador y 4,5% un inventor genial. Para una sicóloga italiana es estimulante el alto número de jóvenes que desean ser ellos mismos, y tiene razón.
En otras palabras, los jóvenes no son tan plásticos como algunos creen y muchos saben navegar en el agitado mar del consumismo. Lo cual no quita que un buen número de ellos crean que lo más valioso está en el dinero y la fama. Para un 34,2% su meta está en el amor. El objetivo de 28,9% es el trabajo, de 16,7% el dinero y de 12,3% el éxito. La pregunta es, a cuántos hijos y padres los seduce solo el éxito económico, y cuántos logran ver en los Juegos Olímpicos una estupenda escuela de los valores que impulsan a cualquier ser humano hacia cumbres doradas: disciplina, entrega, entusiasmo, trabajo en equipo, una firme autoconfianza y un buen control emocional. El deporte es un estupendo educador.
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