La hormiga y el elefante

Cuento zen con moraleja

No importa cuán pequeños o grandes seamos en comparación con los demás. Todos tenemos talentos y habilidades únicas que nos hacen valiosos.

Imagen del cuento: La hormiga y el elefante

Cuento zen sobre las comparaciones

Había una vez una pequeña hormiga que vivía en un bosque. Siempre estaba preocupada por su pequeñez y fragilidad. Un día, mientras andaba cerca de una montaña, vio un enorme elefante. El elefante era imponente y parecía indestructible.

La hormiga se sintió aún más pequeña al lado del elefante y comenzó a dudar de su valía. Pensó: ¿Qué puedo hacer yo, una simple hormiga, frente a este inmenso elefante?

Entonces, la hormiga decidió hablar con el elefante. Se posó en su superficie y le dijo: elefante, ¿cómo puedes ser tan fuerte y resistente? Yo soy solo una pequeña hormiga, y me siento insignificante.

El elefante respondió: Pequeña hormiga, no te compares conmigo. Tú eres liviana y puedes trepar por todas partes. Yo soy pesado y no tengo tu movilidad. Cada uno de nosotros tiene su propio propósito y habilidades únicas.

La hormiga reflexionó sobre las palabras del elefante. Se dio cuenta de que su capacidad para moverse era un regalo especial. A partir de ese día, dejó de compararse con otros y comenzó a apreciar su singularidad.

MORALEJA

No importa cuán pequeños o grandes seamos en comparación con los demás. Todos tenemos talentos y habilidades únicas que nos hacen valiosos.

Hay tres estados mentales:

El primer estado es el descontento, que es un estado de comparación; te comparas con los que tienen más que tú, entonces surge el descontento. Alguien tiene un hermoso automóvil y tú vas a pie, eres un peatón, entonces estás descontento.

El segundo estado es el consuelo. Eres un peatón y ves a un mendigo que no tiene pies: te comparas con alguien que tiene menos que tú, pero de todas maneras te comparas, entonces estás consolado.

El tercer estado es de una dimensión totalmente diferente: la del ser; ni poseer ni no poseer. No seas mundano, no seas no mundano. No te compares con los que poseen más, no te compares con los que poseen menos. No te compares. Simplemente se cómo eres… admite tu estado de ser. Se, y ese estado de ser traerá una tremenda alegría, y esa alegría será una, no muchas, y esa alegría no tendrá motivo alguno, será inmotivada, será simplemente como la salud, como el bienestar.

Recuerda: Al no ser comparativo, al no ser ni más alto ni más bajo, al ser tú mismo simplemente, al no pensar en relación con otros, llegas a ser feliz.