Sabiduría contra la ceguera y el error
Veamos como el poder de la sabiduría y la inteligencia actúa contra la ceguera y el error, los dos males característicos de la ignorancia y el fanatismo.
ROBERT AMBELAIN
INTELIGENCIA Y SABIDURÍA
Inteligencia y sabiduría, poderes declarados con preeminencia.
Estas dos virtudes, en la teología clásica, y vueltas al rango de dones del Espíritu Santo, están declaradas en todas las escrituras religiosas, con total preeminencia.
Sabemos que, la inteligencia, es el atributo de lo que corresponde a la visión, la intuición, la penetración, la información. Como tal, la Inteligencia es entonces también; El Conocimiento (Gnosis), de las Cosas Divinas absolutas.
Tiene por complemento, la sabiduría, que expresa bastante bien la idea de elección del mejor entre todos los datos accesibles a la Inteligencia. Ella presupone entonces ésta, opera en su seno nada más que por eliminación. Ella es la sumisión espontánea, inteligente, comprehensiva, a un bien que percibe como dominándola ella misma. Como tal, es una discriminación entre el Bien y el Mal, la ciencia de estos.
Así, entonces, la Inteligencia es el máximo conocimiento, y la Sabiduría el uso que se hace de ella. Así nace en el alma del hombre, este atanor, del cual el corazón es el sublimatorio a La Iluminación Total, factor decisivo de la reintegración interior a la Luz Divina.
Veamos el poder de los sabios, la inteligencia y la sabiduría...
LOS PODERES DEL SABIO
LA INTELIGENCIA
El primer poder: La Inteligencia.
La Inteligencia es el atributo de lo que corresponde a la visión, a la intuición, a la penetración y a la información. Como tal, la Inteligencia es entonces el conocimiento (gnosis) de las Cosas Divinas Absolutas, la Ciencia del Bien y del Mal, pero como su percepción indistinta.
Es ella que nos da el discernimiento de la espiritualidad, la posibilidad de percibir, bajo especies u objetos materiales, lo que los liga a los polos opuestos del Bien y del Mal, de la Luz y de la Ignorancia.
Nos hace penetrar el sentido escondido de las palabras, el esoterismo de los textos, su significación superior, y más particularmente, nos impide acceder al sentido profundo de la verdad, o de todo conocimiento, si se adhiere a otro pensamiento.
La Inteligencia nos revela: El simbolismo superior de los Signos Sensibles: ritos, símbolos, objetos, materias sacramentales, etc.
Nos permite entender, bajo las apariencias, las realidades espirituales, y en los reflejos imperfectos de aquí abajo, las realidades celestiales así deformadas o veladas. Tal, en el carpintero de Nazaret, el Logos Creador, y, en el Cristo dejando a sus apóstoles en la Asunción.
La Inteligencia nos muestra los efectos en la causa, la purificación de nuestra alma y nuestra reconciliación. Y, en el flanco abierto del Cristo, nos revela la invisible y única fuente de pureza esencial.
Esta virtud nos muestra las realidades eternas logradas por la Fe bajo una luz tal que, sin por ello entenderlas siempre totalmente, nos vuelve más firme en nuestra certeza, no más intuitivamente como por la Fe, pero por una especie de visión intuitiva y subconsciente.
En un grado superior, nos da una visión parcial de Dios, no revelándonoslo totalmente, lo que es imposible, pero haciéndonos comprender con una mejor certeza y claridad.
LA SABIDURÍA
El segundo poder: La Sabiduría.
La Sabiduría consiste en la elección del mejor, entre los datos accesibles a la Inteligencia. Ella presupone entonces, ésta, no opera en su seno más que por eliminación. Es la sumisión espontánea, inteligente y comprehensiva, a un bien que percibe como dominándola a ella misma. Como tal, es una discriminación entre el Bien y el Mal, la ciencia de estos dos opuestos.
Si la Inteligencia es el Conocimiento total, la Sabiduría es, entonces, el uso que se hace de ella. Es, en cierta manera, el aspecto superior, como resultado de la acción de la Fe.
La Sabiduría nos hace juzgar todas las cosas, según la más alta de todas las Causas, de la cual todas las demás dependen sin que ella dependa de ninguna otra. Es, entonces, por esta virtud, que el adepto puede alcanzar el más alto grado de conocimiento accesible al ser humano aquí-abajo, porque este conocimiento ya no reside en un fenómeno de percepción general, sin más (como en la Inteligencia, ciencia del Bien y del Mal), sino en un fenómeno de percepción particular, que es, de hecho y ciertamente, la Ciencia del Bien solo, de su conocimiento absoluto.
Y, aquí también, es la Caridad, que está en la base del nacimiento de la Sabiduría en nosotros. En efecto, la Caridad absoluta, lo hemos visto, fluye de un acto de amor total, por el cual el Hombre quiere a Dios ese bien infinito que la Fe le hizo conocer, y que quiere para él mismo y para todos los demás Seres, ese mismo bien, inseparable de Dios.
De ahí que, buscando nada más que este Bien, habiéndolo entendido, definido, no sabría confundirlo con su contrario. Y, en todo lo que traerá el vehículo de su inteligencia de las cosas, de su visión de todos los posibles en Dios, es este acto de amor total que le servirá de piedra de toque. La Sabiduría será el filtro depurador de la acción de la Inteligencia en él.
Veamos ahora dos obstáculos a la inteligencia y la sabiduría...
OBSTÁCULOS DEL SABIO
La ceguera se opone a la inteligencia y el error a la sabiduría.
LA CEGUERA
Esta potencia quita el discernimiento en el crecimiento espiritual, nos imposibilita percibir, bajo especies u objetos materiales, lo que los liga a los polos opuestos del Bien y del Mal, de la Luz y la Ignorancia.
Nos cubre el sentido escondido de las palabras, nos vela irremediablemente el esoterismo y el sentido superior de los textos, nos hace preferir la letra que mata al espíritu que vivifica. Más particularmente, nos impide acceder al sentido profundo de la verdad, o de todo conocimiento, si se adhiere a otro pensamiento.
De hecho, reina como maestra en el alma de todo lo mundano, de lo fanático, cuando éstos son tales por un acto deliberado de sus voluntades, o por un descenso progresivo hacia la ceguera, consecuencia de un dejarse llevar consciente.
Ella nos vela las realidades espirituales disimuladas bajo las apariencias, y se puede decir que, por ella, las Verdades Eternas se vuelven inaccesibles al Hombre perdido.
EL ERROR
Esta potencia nos trae la confusión interior, nos saca el sentido del Bien y del Mal, de lo Justo y de lo Injusto, de lo Bello y de lo Feo. En estos dominios, toda discriminación se borra poco a poco. Cuando se vuelve más grave es cuando nos obnubila en sentido de lo verídico y de lo auténtico.
Por el error, el Aspirante perdido no está más en estado de percibir lo que le es útil, y cuando el alma ha llegado tan lejos en esta caída hacia la ignorancia, que se puede difícilmente pensar en un ascenso por sus propios medios.
En la imposibilidad de distinguir lo que perdió, de apreciar netamente su situación, el aspirante perdido tomará aquí fácilmente el Bien por el Mal, y se imaginará con testarudez estar en el camino de la Luz, estando en el de la Ignorancia. Es en el alma del fanático, que esta potencia estalla e irradia con la mayor amplitud.
REFLEXIÓN
¡La ciencia humana te será inútil cuando tengas que morir!
¿Pero hasta que punto este pasaje se volverá difícil al que no habrá sido instruido por la Fe? Entonces, no serás más feliz o desdichado por haber sabido o ignorado una infinidad de cuestiones, que se agita en las escuelas y que ocupan a los eruditos… ¡Los que saben resolverlas y los que no lo saben no serán por ello más adelantados!
¡No te servirá de nada haber sido filósofo o matemático!
Pero la Fe que produce la Caridad y las Obras, este don del Espíritu, que la industria y los estudios humanos no sabrían jamás procurar, la Fe es la única verdadera Ciencia, y la única vía de la Regeneración y de la Salvación
La sabiduría y la inteligencia siempre van a la par, pero la inteligencia sin la sabiduría, es peor que la ignorancia y el fanatismo.
Robert Ambelain