La desaparición del ego revitaliza, rejuvenece. Con la desaparición del ego, aun en profunda inconsciencia, tienes una experiencia de conciencia de Dios.
El ego pone en marcha tu mente, necesita un pedaleo firme y agotador, es lo más ilusorio, y parece sólido y real. La gente estúpida vive y muere por él.
Hay algo decisivo: si proteges tu ego, perderás a Dios. Si estás preparado para abandonar tu ego, le encontrarás. En ese abandonar se produce el hallazgo.
En profunda aceptación, el ego se trasciende. Un maestro dice: Está contento tal como eres, no se necesita nada más, y entonces, de pronto todo sucede.
Si debe practicarse el suicidio que sea el del ego, no el tuyo. Deja que muera el ego y entonces observa que con ello todos los problemas desaparecen.