La iluminación espiritual

El amor multiplica

POR: ANTHONY DE MELLO

Imagen; El amor multiplica; Anthony De Mello

AMOR, SUFRIMIENTO Y COMPRENSIÓN

La felicidad no puede depender de los acontecimientos. Es tu reacción ante los acontecimientos lo que te hace sufrir.

¿Has experimentado alguna vez un sufrimiento grande? recuerda la situación y trata de comprender que si hubieras usado tu comprensión no habría surgido el sufrimiento. ¿Qué es el sufrimiento? es un deseo contrariado. Es un desear que las cosas ocurran como tú quieres que ocurran, o que las personas se comporten como tú quisieras y, al no ser así, el deseo choca con la realidad, y de esta fricción surge el sufrimiento.

El problema está en mi insistencia de que ocurra algo distinto a la realidad. Es la pretensión de distorsionar la realidad para conformarla a mi apego. Cuando yo deseo retener a un amigo, y ese amigo me abandona, en realidad mi sufrimiento será el creer que, porque él se va, yo soy despreciado. Mi deseo de ser querido y mi apego por determinada persona hacen que cifre mi felicidad en retenerla. Y si no lo consigo, mi creencia y mi apego se estrellan con la realidad, y esto es el origen del sufrimiento.

Lo cierto es que todo es un engaño de la mente. ¡Tú no eres mi felicidad! es mi ilusión la que me hace creer que, si te tuviera a mis pies, yo sería feliz. Lo cierto es que no necesitas de nadie para ser feliz, y que el amor no es eso. El amor diría: Deseo disfrutar libremente de ti sin miedo a perderte. Sé que puedo gozar de tu amistad si el tomo tal cual es. El amor se produce en mí y en ti de una forma distinta, y yo no puedo exigir que sientas lo mismo que yo siento.

Tú no puedes exigir a nadie que te quiera, pero en cuanto no seas exigente y sueltes los apegos, podrás reconocer cuántas personas te quieren así como eres, sin exigirte nada, y comenzarás a saber lo que es amor.

La realidad es aquella que traspasa todo concepto. Observar cuándo sufres y ver todo lo que se presenta en la pantalla de tu conciencia para reconocer lo que la realidad te dice, fuera de todo concepto, y separado de tu sufrimiento. Poco a poco, abrir tu conciencia a las cosas que hasta ahora vivías como hábitos y, por ello, te pasaban inadvertidas. Saber lo que hay detrás de todo concepto y de todo sufrimiento. Ésta es la liberación de la mística.

No renuncies a nada, pero no te apegues a nada. Disfruta de todo lo que te deparen la vida y las personas, pero no retengas nada. Dejar que pasen es disfrutar de todas, es renovar a cada instante la felicidad.

AMOR INCONDICIONAL

El amor incondicional es el que te ama así como eres, hagas lo que hagas.

Cuando se te dio el regalo de la vida humana, se olvidaron de darte un manual de instrucciones. Algunos no lo necesitan. Pero a otros se les ha dado equivocado. Estos últimos ven la vida como algo que los angustia, los llena de ansiedad, de miedos y deseos. Esto es el resultado del manual que les ha proporcionado su cultura.

No es la naturaleza la causa del sufrimiento, sino el corazón del hombre lleno de deseos y de miedos que le inculca su programación desde la mente. La felicidad no puede depender de los acontecimientos. Es tu reacción ante los acontecimientos lo que te hace sufrir. Naces en este mundo para renacer, para ir descubriéndote como un hombre nuevo y libre.

La atracción que brota de nosotros no es amor. Eso que llamamos amor es un gusto por sí mismo, un negocio de toma y dame, y de condicionamientos: tanto como me ames te amaré. Es una dependencia, una necesidad de lograr una felicidad que nos reclama desde dentro (porque nosotros somos felicidad y hemos nacido para ser felices), pero nuestra propia inseguridad hace que la reclamemos al exterior y lo hagamos con exigencias, compulsivamente y con miedo de que se escape. Lo manifestamos con un deseo de posesión, de controlar al otro, de manipularlo, de apegarnos a él, por la ilusión de creer que, sin él, ya no podremos ser felices. Cuando amas de verdad a una persona, ese amor despierta el amor a tu alrededor.

Cuando sabes amar es señal de que has llegado a percibir a las personas como semejantes a ti. Nadie hay mejor ni peor que tú. Es posible que el otro haya obrado mal en determinada circunstancia y tú no, pero habrá sido por su programación, o por circunstancias anteriores que ahora le han hecho, por miedo, comportarse así. Todos tenemos las mismas inclinaciones, y la prueba es que, si nos molestan las fallas de los demás es, precisamente, porque nos están recordando nuestras propias fallas, y si nosotros no nos permitimos fallar (o no queremos reconocerlo), ¿cómo vamos a aceptárselo a los demás? en cuanto se reconoce lo propio, ya no molesta verlo en los demás.

De haber sido yo víctima de la violencia, de la crueldad o el sadismo y, además, estar drogado por una programación que me da inseguridad y dispara mis deseos de poder, ¿quién sería yo? sería seguramente dictador, o asesino, o cualquier otra clase de malhechor.

Jesús se daba cuenta de que, como todo hombre, no era mejor que los demás. y lo dijo: ¿Por qué me llamáis bueno…? era mejor porque estaba despierto, con los ojos bien abiertos a la realidad, porque había vivido mucho, conocido a muchas personas y había aprendido a amarlas de verdad, pero sabía que eso no es ser más que los demás. Jesús no rechazaba a los malos, porque los comprendía, pero sí rechazaba a los hipócritas que falseaban la verdad y eran crueles con los débiles. Lo que rechazaba era su actitud, y se lo decía en la cara para que despertasen.

Te despertarás a base de cuestionarte cada creencia tuya y todas las que vengan del exterior. Si no te agarras a ningún concepto, cosa o ideología, te será fácil descubrir en seguida dónde están la verdad y la realidad, que son la voluntad de Dios escrita en la vida….

…pero hay quien no está dispuesto a hacerlo.


RELACIONADOS

«El amor multiplica»