La iluminación espiritual

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Nutrición de nuestros cuerpos sutiles

POR: OMRAAM MIKHAEL

Imagen; Nutrición de nuestros cuerpos sutiles; Omraam Mikhael

PARTÍCULAS ETÉRICAS DE LA NUTRICIÓN

Alimentando vuestros cuerpos sutiles.

Hoy hablaremos sobre la nutrición – alimentarse – y lo que les diré sobre la nutrición es de la mayor importancia, mis queridos hermanos y hermanas, y muy pocos individuos, incluyendo a los más instruidos y avanzados, lo conocen.

El estado mental de uno en el primer bocado es extremadamente importante, porque es este primer paso el que gatilla el mecanismo interior. Deben prepararse con anterioridad, para asegurarse de que están en un estado mental armonioso al comienzo, pues es el comienzo el que fija el tono y libera las fuerzas que continúan operando a través de cualquier actividad.

Es necesario comer lentamente y masticar bien, porque la boca desempeña en un plano más sutil el papel de un verdadero estómago; absorbe las partículas etéricas de la nutrición, las energías más finas y más poderosas, mientras que los materiales más groseros son enviados al estómago. La boca contiene aparatos extremadamente perfeccionados, glándulas situadas sobre la lengua y debajo de la lengua, cuya finalidad consiste en captar las partículas etéricas de los alimentos.

¡Cuántas veces han hecho la experiencia! Estaban hambrientos, casi inanimados y empezaron a comer… desde los primeros bocados, aun antes de que la comida hubiera podido ser digerida, se sintieron restablecidos, reanimados. ¿Cómo pudo ocurrir esto tan deprisa? Gracias a la boca, el organismo habla ya absorbido las energías, los elementos etéricos que alimentan el sistema nervioso. Antes de que el estómago recibiera los alimentos, el sistema nervioso estaba ya alimentado.

Cuando hablo de los elementos etéricos que es necesario buscar en los alimentos, no deben sorprenderse. Una fruta, por ejemplo, está compuesta de materias sólidas, liquidas, gaseosas y etéricas. Todos conocen las materias sólidas y liquidas, pero no se ocupan tanto de los perfumes, que son ya más sutiles y que pertenecen al ámbito del aire. En cuanto al lado etérico, que está relacionado con los colores de la fruta y sobre todo con su vida, es un campo totalmente ignorado y abandonado, pero que, no obstante, es de la mayor importancia, pues gracias a las partículas etéricas de los alimentos, el hombre nutre sus cuerpos sutiles.

Puesto que el ser humano no posee únicamente un cuerpo físico sino también otros cuerpos más sutiles, donde residen sus funciones psíquicas y espirituales (cuerpos etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico), el problema consiste, precisamente, en cómo alimentar estos cuerpos sutiles que, a causa de la ignorancia del ser humano, están frecuentemente desnutridos. Este sabe más o menos lo que debe dar a su cuerpo físico (digo más o menos, pues la mayor parte de los humanos comen carne, lo cual es nocivo para la salud física y psíquica), pero no saben alimentar el resto de sus cuerpos: el cuerpo etérico (o cuerpo vital), el cuerpo astral (asiento de los sentimientos y emociones), el cuerpo mental (asiento del intelecto), y menos aún los demás cuerpos superiores.

Como decía, es necesario masticar bien los alimentos; la masticación afecta especialmente al cuerpo físico. Para el cuerpo etérico hay que añadir la respiración. Al igual que el aire aviva la llama —sabido es que hay que soplar para que un fuego se reanime— de la misma manera las respiraciones profundas en el transcurso de una comida producen una mejor combustión y permiten al cuerpo etérico retirar del alimento las partículas más sutiles. Siendo el cuerpo etérico el portador de la vitalidad, de la memoria y de la sensibilidad, ustedes se beneficiarán de su buen desarrollo.

El cuerpo astral, por otra parte, se nutre de sentimientos, de emociones, y por lo tanto, de elementos que están hechos de una materia aún más fina que las partículas etéricas. Deteniéndose algunos instantes con amor hacia los alimentos, preparan vuestro cuerpo astral para extraer partículas incluso más preciosas que las partículas etéricas. Cuando el cuerpo astral ha absorbido ya dichos elementos, está en condiciones de suscitar sentimientos de un orden extremadamente elevado: el amor hacia el mundo entero, la sensación de ser feliz, de estar en paz y de vivir en armonía con la Naturaleza.

Para alimentar su cuerpo mental, un Iniciado se concentra en la nutrición, e incluso cierra los ojos para concentrarse mejor. Puesto que el alimento representa para él una manifestación de la Divinidad, se esfuerza en estudiarlo bajo todos sus aspectos: de dónde viene, qué contiene, cuáles son las cualidades que le corresponden, qué entidades se han ocupado de él, por qué hay seres invisibles que trabajan sobre cada árbol, sobre cada planta. Al estar su espíritu absorto en estas reflexiones, el Iniciado extrae del alimento elementos superiores a los elementos del plano astral. De ahí nace una lucidez, una penetración profunda de la vida y del mundo.

Después de una comida tomada en tales condiciones, se levanta de la mesa con una comprensión tan luminosa, que es capaz de emprender magníficos trabajos mentales.

NUTRICIÓN

La forma más simple de Yoga.

Actualmente, las personas, descentradas por una vida trepidante, buscan los medios para reencontrar su equilibrio haciendo yoga, zen, meditación trascendental o bien aprendiendo a relajarse. Yo no digo que esto no sea positivo, pero he encontrado un ejercicio más sencillo y eficaz: aprender a comer.

En el futuro, la nutrición será considerada como uno de los mejores yogas que existen, aunque no se le haya mencionado en ninguna parte. Todos los demás yogas: Raja-, Karma-, Hatha-, Jnana-, Kriya-, Agni-yogas son magníficos, pero se precisan años para obtener algún resultado. Mientras que con Hrani-yoga (es así como yo lo llamo), los resultados son muy rápidos. Es el yoga más fácil, el más accesible: lo practican todas las criaturas sin excepción, aunque de forma todavía inconsciente; toda la alquimia y la magia están contenidas en este yoga, el más desconocido y el peor comprendido hasta hoy.

Que no tengan tiempo de rezar, de leer, de meditar, lo comprendo, pero, por lo menos, se ven obligados a dedicar unos minutos a vuestra alimentación. Entonces, ¿por qué no aprovechar este momento para perfeccionarse, para unirse al Señor enviándole un pensamiento de agradecimiento, de amor?

Si les pido que hagan el esfuerzo de comer en silencio (no solamente de no hablar, sino de no hacer ningún ruido con los cubiertos), masticando largo tiempo cada bocado, haciendo de vez en cuando algunas respiraciones profundas, pero sobre todo concentrándose en la alimentación y dando gracias al Cielo por toda esta riqueza, se debe a que estos ejercicios en apariencia tan insignificantes, son los mejores para adquirir el verdadero dominio de si mismo. El control de estas pequeñas cosas les dará la posibilidad de dominar cosas mayores. Cuando veo a alguien que es negligente y torpe en las pequeñas cosas, es fácil para mi saber no solamente en qué desorden vivió en el pasado, sino también cómo van a reflejarse negativamente todas sus deficiencias en su porvenir. Porque todo está relacionado.

Así pues, ¿quieren desarrollar vuestro intelecto? Pues bien, tienen ocasión de hacerlo cada vez que utilizan los objetos que están encima de la mesa. Intenten tomarlos y dejarlos sin que tropiecen, sin mover de sitio nada de al lado: éste es un buen ejercicio de atención y de previsión. Cuando oigo el ruido que hacen las personas con los cubiertos, o cómo los dejan caer, ya conozco los defectos de su inteligencia, y aunque estén diplomados en varias universidades, sé que tienen aún grandes lagunas intelectuales. Efectivamente, ¿para qué les sirven los diplomas si no saben calcular las distancias?

Cuando alguien es torpe durante las comidas, es un signo de que cometerá grandes errores también otras áreas de su vida. Indica que les falta una cierta atención interior, y se puede ver ya a pequeña escala lo que harán en ocasiones más importantes de la existencia: hablarán y actuarán sin atención, tropezando con los demás, molestándoles, y pasarán años reparando sus equivocaciones y sufriendo.

Cuando coman, recuerden también enviar al alimento vuestro amor, porque entonces se abrirá para darles todos sus tesoros. Miren las flores: cuando el sol las calienta se abren, y cuando desaparece se cierran. ¿Y el alimento? Si no lo aman no les dará casi nada, se cerrará; pero si lo aman, si lo comen con amor se abrirá, exhalará su perfume y os dará todas sus partículas etéricas. Están acostumbrados a comer automáticamente, sin amor, para llenar un vacio, pero intenten comer con amor y sentirán en ustedes un maravilloso estado mental.

LA TRANSFORMACIÓN

Transformando vuestro cuerpo y mente.

Vuestro porvenir depende de la manera de alimentarse. Si se nutren mal en el plano físico, tendrán mala cara y todo el mundo les preguntará qué les pasa, puesto que la calidad de vuestro alimento puede cambiar vuestra apariencia. Lo mismo sucede con la calidad de vuestros pensamientos y sentimientos. Ciertos pensamientos y sentimientos son capaces de embellecerles, pero algunos otros, desgraciadamente, les afean. Entonces, ¿por qué no estar atentos?

La transformación del ser humano no puede hacerse sin la adquisición de partículas nuevas de una mejor calidad. Por eso, mantenerse en silencio durante las comidas no es suficiente. Este silencio debemos llenarlo con los pensamientos y sentimientos más elevados, porque entonces se convierte en algo poderoso y mágico que posee todos los elementos necesarios para la alimentación de nuestros cuerpos más sutiles.

El silencio no es un vacío, no existe el vacío en la naturaleza; todo está lleno de fuerzas, de materiales, de elementos cada vez más puros, y a medida que uno se eleva hasta las regiones superiores, este silencio poderoso y mágico resulta una mina de riquezas de la que podemos abastecernos.

Los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), que corresponden a los cuatro estados de la materia, están contenidos en la alimentación que absorbemos todos los días. Así pues, comiendo, podemos entrar en relación con los Ángeles que presiden estos cuatro elementos: el Ángel de la tierra, el Ángel del agua, el Ángel del aire y el Ángel del fuego, para pedirles que nos ayuden a edificar nuestro cuerpo físico, para volverlo tan puro y sutil que se convierta en la mansión del Cristo, del Dios vivo.

Estos Ángeles representan determinadas cualidades y virtudes: el Ángel de la tierra, la estabilidad; el Ángel del agua, la pureza; el Ángel del aire, la inteligencia; el Ángel del fuego, el amor divino. Si cuando ustedes comen, se unen a estos cuatro Ángeles mediante el pensamiento, recibirán partículas de una calidad más espiritual, gracias a las cuales podrán construir sus cuerpos sutiles hasta alcanzar el cuerpo de luz.

El cuerpo de luz (o cuerpo glorioso) debe formarse mediante elementos de la mayor pureza, de la mayor intensidad, ya que únicamente las vibraciones intensas de la luz se oponen al proceso de la enfermedad y de la muerte, al desmembramiento, a la fermentación y a la disgregación… Cuando la luz triunfa en el ser humano, éste se convierte en inmortal. Por eso, es muy importante que a través de la alimentación aprendan a comer y a beber la luz con la convicción absoluta de que así están recibiendo la nueva vida.

Así que cuando coman, únanse a los Ángeles de los cuatro elementos con estas palabras: Oh, Ángeles de la tierra, del agua, del aire y del fuego, dadme vuestras cualidades: la estabilidad, la pureza, la inteligencia, el amor divino…

Y es así como entrarán en la nueva vida.

VEGETARIANOS

El caso del vegetarianismo.

La diferencia entre la nutrición carnívora y la nutrición vegetariana reside en la cantidad de rayos solares que contienen. Las frutas y las verduras están tan impregnadas de luz solar que se puede decir que son una condensación de luz. Cuando se come una fruta o una verdura se absorbe, pues, luz solar de manera directa, la cual deja muy pocos residuos en nosotros. Mientras que la carne es más bien pobre en luz solar, por lo que está sometida a una rápida putrefacción; ahora bien, todo aquello que sufre una rápida putrefacción es nocivo para la salud.

La carne es nociva, además, por otra causa. Cuando se lleva a los animales al matadero, éstos adivinan el peligro, sienten lo que les espera, tienen miedo y enloquecen. Este terror provoca un desarreglo en el funcionamiento de sus glándulas, las cuales segregan un veneno. Nada puede eliminar este veneno; se introduce en el organismo del hombre que come carne y ello evidentemente no es favorable ni para su salud ni para su longevidad.

Ustedes me dirán: Si, pero la carne es exquisita. Quizás, pero tengan en cuenta que solo piensan en vuestro placer, en vuestra satisfacción. Solamente cuenta para ustedes el placer del momento, aunque tengan que pagarlo con la muerte de innumerables animales y con vuestra propia ruina.

Además, es necesario que sepan que todos los alimentos que absorbemos se convierten dentro de nosotros en una antena que capta específicamente determinadas ondas. Así es como la carne nos une al mundo astral. En las regiones inferiores del mundo astral pululan seres que se devoran entre si como lo hacen las fieras salvajes. Quien come carne mantiene en su cuerpo un lazo invisible que le une al mundo de los animales, y se horrorizaría si pudiera ver el color de su aura.

En fin, quitar la vida a los animales es una gran responsabilidad. Matando a los animales para comerlos, no solamente se les quita la vida, sino también las posibilidades de evolución que la naturaleza les había dado en esta existencia.

En el plano invisible, cada ser humano está acompañado por las almas de todos los animales cuya carne comió; estas almas vienen a exigirle indemnizaciones. Aunque el alma de los animales no sea parecida a la de los humanos, los animales tienen un alma, y aquel que ha comido carne de un animal se ve obligado a soportar la presencia del alma de éste dentro de sí.

Esta presencia se manifiesta a través de estados que corresponden al mundo animal; por eso, cuando quiere desarrollar su ser superior encuentra dificultades: las células animales no obedecen a su deseo, tienen una voluntad propia, dirigida contra la suya. Esto explica que muchos comportamientos humanos no correspondan en realidad al reino humano, sino al reino animal.

En apariencia, la guerra entre los humanos se debe a cuestiones económicas o políticas, pero en realidad, es el resultado de toda esta matanza que hacemos a los animales. La ley de la justicia es implacable: obliga a los humanos a pagar vertiendo tanta sangre como hicieron verter a los animales.

Nosotros matamos a los animales, pero la naturaleza es un organismo, y matando a los animales es como si tocáramos ciertas glándulas de este organismo: en aquel momento las funciones se modifican, se crea un desequilibrio y no hay que sorprenderse si algún tiempo después estalla la guerra entre los hombres. Se han asesinado millones de animales para comerlos, sin saber que en el mundo invisible estaban unidos a determinados seres humanos, y que, por consiguiente, éstos deben también morir con ellos.

Matando a los animales, se asesina a los humanos. Todos dicen que ya va siendo hora de que reine la paz en el mundo, que no debe haber más guerra… Pero la guerra durará mientras continuemos matando a los animales, porque matándolos nos destruimos a nosotros mismos.

EL AYUNO

Los beneficios del ayuno.

Cuando comen, vuestro organismo absorbe los elementos que le son útiles e intenta eliminar aquellos que le son extraños, o que le perjudican. Pero el organismo no está siempre en condiciones de hacer esta selección, o porque lo han sobrecargado, o porque la nutrición absorbida contiene demasiadas impurezas. Entonces, los residuos se acumulan en varios órganos, especialmente en los intestinos, que son los más afectados.

Pero aunque sea puro, el alimento deja residuos en nosotros; por ello, es bueno ayunar de vez en cuando para permitir al organismo hacer el trabajo de limpieza necesario. Por otra parte, el ayuno es un método preconizado por la naturaleza. Observad a los animales: cuando están enfermos, instintivamente ayunan; se esconden en algún sitio, encuentran una hierba que les purgue, y se curan.

Ayunar es una costumbre saludable, y sería deseable que cada uno ayunara cada semana durante veinticuatro horas, si las condiciones se lo permiten, consagrándose muy particularmente a un trabajo espiritual: uniéndose a entidades luminosas, escogiendo música y lecturas que puedan inspirarle, purificando sus pensamientos y sentimientos.

Quienes deseen ayunar deben comprender las cosas de otra manera. Si sienten molestias no deben asustarse, sino continuar hasta que éstas cesen. Si interrumpen entonces el ayuno, obran como aquellos que ante el primer brote de fiebre, empiezan a tomar pastillas para detenerla. Evidentemente, se sienten enseguida mejor, pero ignoran que deteniéndola, se están preparando con toda seguridad alguna enfermedad para el futuro.

Dejen que vuestro organismo reaccione por si mismo. Cuando éste se encuentra a tope, reacciona intentando rechazar y disolver todos los residuos; por eso sube la temperatura. Y es necesario soportar esta temperatura, ya que es la demostración de que se está haciendo la limpieza.

Cuando vuestro organismo se llena con desechos, reacciona intentando rechazar y disolver todos los residuos; por eso sube la temperatura. Y es necesario soportar esta temperatura, ya que es la demostración de que se está haciendo la limpieza. Para ayudar al organismo en su trabajo, pueden beber agua muy caliente, hervida. Beban sucesivamente varias tazas grandes y la temperatura descenderá rápidamente: todos los canales se dilatarán y la sangre circulará con facilidad llevándose los residuos hacia las vías naturales y hacia los poros.

También es saludable beber agua caliente cuando se ayuna. Hiérvanla varios minutos y dejen después que la cal se deposite en el fondo. Cuando lavan la vajilla con agua fría habrán notado que si hay grasa los platos no quedan limpios del todo: Se necesita agua caliente para disolver las grasas. Ocurre lo mismo en el organismo: el agua caliente disuelve muchos elementos y materias que el agua fría dejaría intactos, los arrastra hacia el exterior a través de los poros, los riñones, etc., con lo cual se sienten purificados y rejuvenecidos.

Pueden incluso beber agua caliente todos los días en ayunas. Puesto que el agua caliente limpia los canales, también es un excelente remedio contra la arterioesclerosis y el reumatismo.

Cuando se ayuna, el cuerpo físico se siente despojado, naturalmente, pero el cuerpo etérico compensa estas privaciones aportando otros elementos más sutiles. El cuerpo etérico tiene como misión velar sobre el cuerpo físico y reponer sus reservas de energía. Por lo tanto, el ayuno da un impulso al cuerpo etérico para que se ponga a trabajar; la actividad se traslada a otra parte y durante ese tiempo el cuerpo físico descansa. Es por eso que todas las religiones y enseñanzas espirituales han recomendado el ayuno.

Ayunar no es renunciar, privarse, sino que al contrario, el ayuno sirve ante todo para alimentarse. Cuando privan a vuestro cuerpo físico de alimento, son los demás cuerpos (el etérico, el astral, el mental), los que empiezan, a ponerse a trabajar. Pues existe en el ser humano un principio que se defiende, que no quiere morir. Si el cuerpo físico se encuentra falto de alimentación, se da la alerta, y como hay en el organismo entidades que velan por vuestra seguridad, en ese momento desde una legión más elevada vienen estas entidades a procurarles lo que les falta: empiezan a absorber elementos que se encuentran en la atmósfera y se sienten alimentados. Y si en ese momento dejan de respirar durante unos segundos, otras entidades más elevadas, en los planos astral y mental, les proporcionan alimento.


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