La iluminación espiritual

Meditar en la unidad

POR: OSHO

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LA MEDITACIÓN ES LA FUENTE

La meditación es la fuente, la compasión es el rebosar de la fuente.

El hombre sin meditación no tiene energía para el amor, para la compasión, para la celebración. La persona sin meditación está desconectada de su fuente de energía, no está en contacto con el océano. Tiene la poca energía creada por la comida, el aire, la materia… Vive de la energía física.

La energía física tiene limitaciones. Nace en un momento determinado del tiempo y muere en otro momento del tiempo. La energía física existe entre el nacimiento y la muerte. Es como una lámpara que arde por el aceite que contiene. Una vez que el aceite se acaba, la llama se apaga.

La persona meditativa llegar a conocer algo del infinito, entra en contacto con la fuente de energía inagotable. Su llama sigue y sigue, no cesa. Su llama no puede desaparecer, porque en realidad, nunca aparece; su llama no puede morir, porque no ha nacido.

LA MENTE TRATA DE SER SANA

¿No es la mente la fuente de nuestra cordura?

La mente trata de ser sana. Pero será una sanidad muy superficial, solo a flor de piel, o inclusive no tanto, un pequeño rasguño y la insanidad saldrá. La sanidad real consiste en ir más allá de la mente y entrar en un estado de meditación. Los pensamientos nunca pueden volverse sanos. Solo un silencio sin-pensamiento te lleva al mundo de la sanidad.

Cuando el silencio va profundo dentro de ti, va abriendo puertas sobre puertas de tu corazón hasta que hayas alcanzado tu ser, no pares, por que la mente es muy vieja y tu meditación será una nueva experiencia. Lo viejo tiene peso, lo viejo puede empujarte hacia atrás una y otra vez. A las nuevas experiencias de meditación e inteligencia hay que darles tiempo de que las raíces crezcan, se les debe dar tiempo de empezar a influenciar tus acciones y tu conducta. No debes dejar el esfuerzo de crear tu meditación, tu silencio, tu paz esto se va profundizando hasta que estés absolutamente cierto de que tu mente está bajo tu control y tú bajo el control de la mente. Este es criterio del hombre sano: la mente es el sirviente. Para el hombre insano, la mente es el maestro.


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