La iluminación espiritual

Atención: Planeta en números rojos

PASOS AGIGANTADOS HACIA UNA CATÁSTROFE

Según diversas organizaciones medioambientales, desde el 2 de Agosto de este año, La Tierra ha entrado en números rojos. La causa: no le damos tiempo para que pueda regenerarse de todos los excesos que tiene que soportar por la intervención humana. Los mares se vacían de peces por la sobreexplotación pesquera; los niveles de oxígeno descienden a causa de los incendios, de la tala incontrolada de árboles y de la disminución de las algas marinas. Y los niveles de CO2 son tan elevados que la Tierra no puede absorberlos, por lo que el efecto invernadero crecerá más y más mientras no cambie la mentalidad general y se dé vuelta atrás al llamado progreso, se acoten sus límites y controlemos nuestras necesidades.

Para mantener el nivel de vida de países como EEUU harían falta 5 Planetas como este. Y ¿cuál no aspira a parecerse a este modelo olvidando sus consecuencias climáticas? El modelo de la perversión climática basado en energías sucias y ultra contaminación generalizada se comparte con otros como China y Rusia o como España, donde solo se necesitarían dos planetas para mantener el actual nivel de vida...

Vayamos sumando países y comprenderemos el interés de los poderosos por encontrar otro Planeta en el que refugiarse en caso de catástrofe. Tal sueño sea imposible, hijo del miedo a las consecuencias de sus propios desmanes, pero se basa en el hecho real de que la Tierra ha perdido la capacidad de recuperarse de las agresiones de que es objeto al ritmo que las acometemos, que cada intervención nuestra sobre la madre Tierra desde el 2 de Agosto de este año 2017 es algo de lo que somos deudores.

Cada industria contaminante, nuclear o no, cada avión que vuela, cada coche en marcha, cada aparato de aire acondicionado, cada barco, cada cabeza de ganado del tipo que sea, cada vertido tóxico a ríos o mares, y cada litro de herbicidas y otros muchos venenos tiene efectos negativos que no podrán ser compensados o neutralizados. Al ritmo que se están produciendo, La Tierra ya no puede regenerar todo eso y ha entrado en números rojos. Por tanto, y de no poner remedio con máxima urgencia, nos encaminamos a pasos agigantados hacia una catástrofe climática sin precedentes.

Entre tanto, vemos cómo se derriten los polos, sube la temperatura del agua de los mares, mueren las barreras de coral, desaparecen especies animales, aumentan los desiertos, las sequías, las hambrunas, y las migraciones climáticas, entre otras calamidades. ¿Seremos capaces de evitar el gran desastre? ¿Seremos capaces de protegernos, proteger a nuestros descendientes y a nuestra misma especie? ¿Pondrán límite a su codicia los países más ricos y contaminantes? ¿Acotaremos el consumo ciego?

Ahora es el momento en que cada uno mire con lupa sus actuaciones. Tal vez es la hora de hacer las paces con nuestro hogar terrenal. Y de paso, con toda la Creación de Dios, incluidos nuestros semejantes, según la regla de oro enseñada por Cristo: Lo que quieras que te hagan a ti, hazlo tú primero a otros, y no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan. Este es el camino. Si queremos que la Tierra nos respete, respetemos a la Tierra. No se merece este trato degradante quien nos da nuestra comida y nos protege de las amenazas del espacio exterior como haría cualquier buena madre. No se puede ensuciar nuestra propia casa: no es digno del ser divino que somos.