La iluminación espiritual

Respuesta pacifica

Cuento Zen - Respuesta pacifica

Desde lo alto de un cocotero, un mono arrojó un coco sobre la cabeza de un iluminado. El hombre lo recogió, bebió el dulce jugo, comió la pulpa y se hizo una escudilla con la cáscara.

MORALEJA

Alguien te insulta o te arroja un coco, aprieta un botón, y tú reaccionarás. Te pones furioso, saltas sobre él; ¿y a eso lo llamas acción? No lo es aunque lo creas, es una reacción. Él es el manipulador y tú el manipulado. Él ha apretado un botón y tú has funcionado como una máquina. Igual que cuando aprietas un interruptor y se enciende la luz, y aprietas otra vez y se apaga; eso es lo que la gente hace contigo: te encienden y te apagan.

Viene alguien que te halaga, y tu ego se infla, y te sientes estupendamente; luego viene otro y te pincha, y simplemente te deja por los suelos. Tú eres tu propio maestro: cualquiera puede insultarte y ponerte triste, irritado, fastidiado, violento, fuera de ti. Y cualquiera puede alabarte y ponerte por las nubes, puede hacer que sientas que eres el más grande. Y actúas de acuerdo a las manipulaciones de los demás. Esto no es verdadera acción.

Observa y permanece totalmente tranquilo y en silencio. Ve cuál es la situación y desde ese ver, responde. El hombre de consciencia no reacciona, responde, es responsable; literalmente capaz de responder. Su acción nace de su consciencia, no de tu manipulación; esa es la diferencia. Por eso, no surge la cuestión de la incompatibilidad entre la observación y la espontaneidad. La observación es el principio de la espontaneidad; la responsabilidad es la culminación de la observación.

El verdadero hombre de entendimiento actúa; actúa tremendamente, actúa totalmente, pero actúa en el momento, desde su consciencia.