La iluminación espiritual

El místico observador

Cuento Zen - El místico observador

Dice una antigua leyenda que, cuando se estaba creando la primera cueva para vivir, se acercaron cinco de los mejores pensadores para ver que opinaban.

El primero preguntó: ¿Qué estás haciendo?

El segundo preguntó: ¿Por qué lo haces?

El tercero preguntó: ¿Puedo ayudarte?

El cuarto preguntó: ¿Cuánto vale todo eso?

El primero era un científico; el segundo, un filósofo; el tercero, un altruista; el cuarto, un agente inmobiliario. Un quinto se dedicaba a observar y a aplaudir con entusiasmo. Era un místico.

MORALEJA

Sé un místico. Observa. Estate totalmente tranquilo y en silencio. Ve cuál es la situación y desde ese ver, responde. El hombre de consciencia no reacciona. La observación es el principio de la espontaneidad; la responsabilidad es la culminación de la observación.

Si observas tranquilo y en silencio no tienes un porque para detener la mente, porque no la has puesto a funcionar. No puedes detener lo que no has iniciado. No lo intentes: de lo contrario, simplemente estarás perdiendo tiempo, energía, vida. Puedes simplemente observar, y al observarla se detiene. No es que tú la detengas: al observarla, se detiene. La detención es una función de observar, es una consecuencia de observar. Y este es el secreto de los místicos.

El científico, el filósofo, el altruista y el agente inmobiliario, están dependientes por su mente, su forma de ver la vida a través del lente de la mente les ha limitado el goce del aquí y del ahora en plenitud.

Tú simplemente observa. Observando, retiras la energía que la ayuda a la mente a correr. Observando, la energía se invierte en la observación, y el pensamiento se debilita automáticamente más y más.

Todo lo que necesitas es simplemente observar, y nada te afectará. El hecho de que nada te afecte mantendrá tu pureza, y la pureza, ciertamente tiene la frescura de la vida, la alegría de la existencia; todos los tesoros de los que estás dotado.

No te preocupes por tu inteligencia...

Que cuando actúas momento a momento desde tu consciencia y tu observación, surge una gran inteligencia. Empiezas a brillar, te vuelves luminoso. Pero esto ocurre a través de dos cosas: observar, y la acción a partir de ese observar. Si observar se convierte en inactividad, te estás suicidando. Observar debería conducirte hacia la acción, una nueva clase de acción; le da una nueva cualidad a la acción.

Recuerda: El hombre inconsciente reacciona mientras que el sabio observa.