La iluminación espiritual

El templo universal

DIOS ES TODO LO QUE ES

Ya sea religión, ciencia filosófica, psicología o metafísica, todo tiene el mismo fin: Conocimiento sobre su propia persona bajo el epitafio de Sócrates Conócete a ti mismo. Aquello que da al hombre un conocimiento de sí mismo, puede ser inspirado solamente por el Ser -y Dios es todo lo que ES. El hombre está sobre la tierra para quitar el velo de la ilusión a la personalidad material y dejar que la luz del espíritu transmute su naturaleza animal.

El hombre está sobre la tierra para cumplir el propósito; construir de acuerdo con el Plan del Gran Arquitecto del Universo. El hombre nace con ojos y solo tras largos años, aprende a ver claramente, en armonía con el Plan. El hombre, en verdad, nace entre las sombras de la ignorancia, pero también tiene capacidad para aprender.

Tiene voluntad, mente, corazón y manos fuertes y capaces para la Gran Obra en la vida; transformando la piedra bruta de su ser en la piedra perfecta de la fraternidad con la que construimos el verdadero Templo Humano.

¿Que más puede pedir el hombre que la oportunidad de demostrar lo que es, la idea que le inspira, la visión que le guía?. La tierra es una escuela gigantesca. Estamos aquí para aprender y nuestra presencia demuestra nuestra necesidad de instrucción. Todo miembro de la familia humana, como toda criatura viviente, está luchando por romper los asfixiantes lazos de la limitación -física, material, emocional e intelectual -que detiene a la visión espiritual y dejan a la vida un ideal.

Cada vida es un lapso de tiempo dedicado al mejoramiento. Cada segundo que pasa es una oportunidad, y son solo los iluminados espiritualmente los que han reconocido que la vida es una oportunidad para Servir en todas sus actividades diarias, y que no se retiran del trabajo de construir el Templo dentro de sus personalidades humanas.

El templo es una universidad, enseñando las artes liberales y las ciencias del alma para todo el que atienda a sus palabras. Es una representación de la Infinita y Eterna Morada del Gran Arquitecto del Universo.

Sus sillas son asientos de cultura; sus pilares sostienen el arco de la educación universal, no solo en las cosas materiales, sino en las cualidades que son del Espíritu. Sobre sus muros están inscritas las sagradas verdades de todas las naciones y de todos los pueblos y sobre aquellos que se reúnen dentro de sus portales con comprensión de la UNIDAD de la Única Ley de la Vida tal como fue enseñada por los Grandes Maestros Espirituales. El Templo es, en verdad, aquello perdido por tanto tiempo, que todos han buscado durante edades; para encontrarlo, todos los Grandes Maestros Espirituales han dado indicios:

A menos que seáis como pequeños niños, no veréis el Reino de Dios
¿Queréis conocer a Dios? Primero conoceros vosotros mismos
¿Queréis amar a Dios? Primero ama a tu hermano
Si un hombre dice: Amo a Dios y odia a su hermano -ese hombre miente

LA NECESIDAD DE IR A LOS TEMPLOS

-Osho-

Es inútil ir a los templos, pero es igualmente inútil suprimirlos. ¿Por qué molestarnos en suprimir algo en lo que Dios no existe, en cualquier caso? Dejad los templos donde están. ¿Para qué suprimirlos? Pero este problema surge cada cierto tiempo.

Por ejemplo, Mahoma dijo que a Dios no se le encuentra en los ídolos, y los musulmanes creyeron que quería decir que había que destruir los ídolos. Y entonces empezó a suceder en el mundo una cosa muy curiosa; ya había gentes con la locura de construir los ídolos. Ahora, los constructores de ídolos se ocupan celosamente de construir ídolos, mientras que los destructores de ídolos se ocupan día y noche de encontrar modos de destruir los ídolos. Alguien debía preguntarles: ¿Cuándo dijo Mahoma que se encontraría a Dios destruyendo los ídolos?. Es posible que Dios no esté presente en un ídolo, pero ¿quién ha dicho que Dios esté presente en el hecho de destruir los ídolos? Y si Dios está presente en el hecho de destruir los ídolos, ¿qué dificultad hay en que Dios esté presente en el ídolo? Dios también puede estar presente en el ídolo. Y si no está presente en el ídolo, ¿cómo puede estar presente en su destrucción?

No digo que debamos suprimir los templos. Lo que digo es que debemos darnos cuenta de la verdad de que Dios está en todas partes. Cuando nos hemos dado cuenta de esta verdad, todo se convierte en su templo: por tanto, es difícil distinguir el templo de lo que no es templo. En tal caso, cualquier lugar donde estemos será su templo; cualquier cosa que miremos será su templo; cualquier lugar donde reposemos será su templo. Ya no habrá más lugares sagrados de peregrinaciones: todo el mundo será un lugar sagrado. Entonces no tendrá sentido crear ídolos concretos, porque todo lo que exista será imagen suya.

No pretendo que os dediquéis a suprimir los templos ni que disuadáis a la gente de que acuda a ellos. Yo no he dicho nunca que Dios no esté presente en el templo. Lo único que digo es que el que solo ve a Dios en el templo y no lo ve en ninguna otra parte no tiene el menor conocimiento de Dios.

El que ha llegado a conocer a la divinidad sentirá la presencia de Dios en todas partes: tanto en el templo como en un lugar ajeno al templo. ¿Cómo distinguirá, pues, lo que es un templo de lo que no es un templo? Identificamos el templo como un lugar donde está la presencia de Dios, pero si uno siente su presencia en todas partes, entonces todo lugar es su templo. Ya no será necesario construir templos concretos, ni tampoco suprimir los templos.

He observado que la gente suele cometer con mucha frecuencia el error de comprender algo completamente opuesto a lo que he dicho, en lugar de entender mis palabras. A la gente le interesa más lo que hay que suprimir, lo que hay que destruir, lo que hay que eliminar, no intentan comprender lo que es. Estos errores se producen continuamente.

Uno de los errores fundamentales que comete la persona es oír algo completamente diferente de lo que se le dice. Ahora, algunos de vosotros podrías tomarme por un enemigo de los templos, pero os costaría trabajo encontrar a un persona que aprecie los templos más que yo. ¿Por qué os digo esto? Por la sencilla razón de que me gustaría que toda la Tierra se viese como un templo; lo que me interesa es que todo se convierta en un templo. Pero algunos, después de escucharme, pueden entender que las cosas estarían mejor si suprimiésemos los templos. No serviría de nada librarse de estos templos. Las cosas solo funcionan bien cuando toda la vida se convierte en un templo.

Ambos grupos están equivocados: los que ven a Dios en los templos y lo que destruyen los templos. El que solo ve a Dios en el templo comete un error. Éste es su error: ¿A quién ve fuera del templo? Evidentemente, su error es que no ve a Dios más que en el templo. Tu templo es muy insignificante: lo definitivo es muy vasto: no puedes confinar a Dios en tus templos minúsculos e insignificantes. El error de la otra persona es éste: quiere suprimir los templos, destruirlos. Cree que solo entonces podrá ver a Dios. Tus templos son demasiado pequeños para que sirvan de moradas de Dios o para impedir a nadie ver a Dios. Recordadlo: vuestros templos son tan ridículamente pequeños que no pueden convertirse en la morada de Dios, ni tampoco pueden ser una cárcel donde esté encerrado Dios, que supuestamente quedaría libre al destruirlos. Debéis comprender exactamente lo que os digo.

Lo que os digo es esto: solo cuando hemos entrado en la meditación entramos verdaderamente en un templo. La meditación es el único templo que no tiene paredes; la meditación es el único templo en que, en cuanto se entra en él, se entra verdaderamente en un templo. Y el que empieza a vivir en meditación empieza a vivir en el templo veinticuatro horas al día.

Los templos, las mezquitas y las iglesias también son unos símbolos que pueden ser preciosos: unas ilustraciones increíbles creadas por el hombre. Pero se han vuelto feos porque han entrado en ellos muchas cosas absurdas. Ahora, el templo ya no es un templo, se han convertido en semilleros de política. Alimentan el sectarismo y el fanatismo que llevan a todos al desastre. Sed conscientes siempre de que la religión se puede relacionar con un sadhana, pero no puede relacionarse nunca con el sectarismo. La política se alimenta del sectarismo, el sectarismo se alimenta del odio y el odio se alimenta de sangre; y todas estas maldades siguen adelante.