La iluminación espiritual

Senderos espirituales de Eckhart Tolle

MARINA BORRUSO

Actualmente su escritos se basan en las enseñanzas de Eckhart Tolle.

Su enseñanza —en la forma de seminarios, retiros y conferencias impartidos en numerosos países y continentes— es muy esencial y sencilla. Va directamente a la esencia de cada ser humano, más allá de las formas temporales o culturales de cada sociedad. Se nutre en la sabiduría antigua procedente de varios senderos espirituales y actualmente se basa en las enseñanzas de Eckhart Tolle. Centenares de personas en todo el mundo han encontrado respuestas a sus propias aspiraciones, han dado un paso fuera del sufrimiento, han transformado su relación consigo mismas y han dado un nuevo sentido a la propia vida gracias a sus enseñanzas.

Veamos...

LA ALEGRÍA DEL SER

Va sucediendo poco a poco, sin darnos cuenta, y de pronto nos sorprendemos: esa compulsión que antes nos arrastraba fuera del Presente ha perdido fuerza.

El sencillo hecho de haber percibido que cuando entramos en el Presente encontramos de inmediato un estado de paz y de quietud —que hace que nos volvamos esa misma paz—, produce un efecto magnético, y querer retornar a ese estado se vuelve algo placentero. La misma conciencia de ser, Eso a lo que pertenecemos, es lo que nos empuja a volver al Presente apenas nos damos cuenta de que nos hemos alejado de él. Puede sorprendernos aún más que esta alegría del Ser que comenzamos a percibir empiece a expandirse y a permear cada cosa que hagamos.

Cuando entramos en el Presente y vivimos esa sutil alegría del Ser, ésta parece que se irradiara impregnando de alegría cada cosa de nuestra vida, iluminando con ella nuestro hacer. Finalmente hemos dejado de extraviarnos, de abandonarnos a nosotros mismos, hemos podido encarnar más profundamente en la materia, podemos ser quienes somos.

Pertenecemos aún más a este mundo y ahora la conciencia ilumina nuestro movimiento en él.

LA VERDADERA SALVACIÓN

Muchos de nosotros soñamos con liberamos del peso de esta vida, de nuestro propio peso, de los problemas cotidianos; soñamos con liberarnos del incesante rumor de nuestra mente, de las emociones que reverberan como un eco en nuestro cuerpo; pero siempre posponemos esa liberación para el futuro.

Cuando observamos el movimiento ondulante que el viento crea en la superficie de un estanque no vemos que debajo, en la profundidad de esas mismas aguas, hay paz y hay silencio. En nosotros sucede algo similar; cuando observamos nuestro tumultuoso interior, hecho de pensamientos frenéticos, emociones intensas o viejos dolores que regresan a la superficie y que impulsan movimientos —igual que las ondas en el agua—, basta entrar en el Ahora, ser el observador que permite ser a todas esas emociones, pensamientos o dolores; que permite que esas ondas se muevan libremente por la superficie. En la profundidad interior no serán más que un sonido distante, nada relevante.

En un estado de conciencia hay paz, silencio, la profunda serenidad de la Presencia.

Cuando estamos prisioneros de cualquier sufrimiento emocional se nos escapa que la salvación está en ese mismo momento. Basta permitir que los movimientos de las formas temporales de la superficie —pensamientos y emociones— sean libres de moverse interiormente, y simultáneamente permanecer enraizados en la quietud, en el silencio de nuestro Ser profundo.

El pensamiento compulsivo, la negatividad en cualquiera de sus formas, los dolores y memorias del pasado, los pensamientos acerca del futuro, todos ellos son formas temporales, formas superficiales, ondas de energía más o menos intensas, que antes o después se deshacen, finalizan. Cualquier forma de sufrimiento, cuando es acogida incondicional mente, se vuelve una paz profunda, lo que verdaderamente somos. Se vuelve la alegría del Ser.

LA ILUMINACIÓN

Cuántas veces hemos deseado que se acaben los conflictos internos y los conflictos con el mundo. Con cuánta intensidad y cuántas veces hemos dicho ¡basta!. Ésta es la aspiración del Ser. Es la sed interior de regresar a la verdad, a nuestra verdadera dimensión. Es el reclamo a la iluminación, a ascender a un nivel más alto de conciencia. Soñamos con el fin de las patrañas virtuales de la mente, con el fin de la esclavitud, de la oscuridad, de la negación, de la separación.

La iluminación es el estado de paz que sucede cuando el flujo de pensamientos se calma. Es el espacio que de repente sentimos que se expande, cuando el remolino arrogante del pensamiento, que dirige y juzga constantemente, deja el lugar a la armonía y a la unidad del silencio interior. Es la libertad de ser finalmente quienes somos de verdad.

Muchos de nosotros conocemos este estado, aunque sea por brevísimos instantes. La iluminación no es algo misterioso, y por supuesto no está en el futuro.

En algún momento de nuestra vida, a todos nos ha ocurrido estar totalmente conscientes, sin estar identificados con la mente ni con una idea de quiénes somos; alguna vez hemos sentido sin una sombra de duda la eternidad de nuestro Ser. Nos hemos sentido plenamente libres y vivos.

El estado de iluminación no está distante. Está aquí, dentro de nuestro centro de percepción, en Eso que en nosotros percibe, en la conciencia plena que tenemos de lo que está ocurriendo Ahora.

PRÁCTICA

Presta atención al punto donde nace tu percepción.

No te distraigas con el objeto de tu percepción, porque es una forma temporal. Mantén una parte de tu atención apoyada en Eso que en ti percibe. En ese punto de origen. Y vuelve ahí siempre. Da un paso atrás y un paso adentro de lo que estés viendo, escuchando, tocando, saboreando o viviendo ahora; y así te conviertes en la Conciencia misma. Eres el centro, el Sol del sistema solar.

Cuando alcanzas este estado de conciencia es posible honrar cualquier forma pasajera; es posible estar en el mundo de otro modo. Reconoce y acoge los pequeños instantes de despertar interior cuando éstos te sucedan.