Los políticos sin luz
Cuento zen con moraleja
Un político de luz abandona totalmente lo innecesario, porque él puede estar en paz sin actividades corruptas, él puede sentirse feliz solamente sirviendo.
Cuento zen sobre los políticos sin luz
Un gran Gurú de la India, que estudiaba sobre la sociedad y sus problemas, fue interpelado una vez con dos preguntas:
¿Cuál es el problema básico con la sociedad?
¿Cuál crees que es la raíz de todas sus desgracias, problemas, anormalidades?
Él contestó, «Los Políticos sin luz».
MORALEJA
Ningún político estaría de acuerdo con esto, porque cada político siente que está ayudando a su sociedad sin ningún egoísmo por su parte. Ellos entregan su vida por la sociedad, además, creen que tienen luz propia. Pero sin saberlo, ellos están acabando y deteriorando la sociedad, mientras que creen que la están es ayudando.
Si estás tullido interiormente, lisiarás a quienes ayudes. No puedes hacer otra cosa, no puedes ayudarlos, porque das desde tu ser, no hay otra forma de dar.
El hombre iluminado... no daña a nadie con sus acciones. Un político, debiera ser un hombre iluminado para poder servir a la sociedad.
El hombre iluminado no es que cultive la no violencia, no es que cultive la compasión, no es que viva una vida de bondad, no es que se comporte de un forma santa, no. Él no puede perjudicar porque ha dejado de perjudicarse a sí mismo. Él no tiene heridas. Es tan dichoso que de sus acciones o inacciones solo fluye la dicha. Incluso aunque puede parecer a veces que hace algo equivocado, no puede hacerlo.
El hombre iluminado no puede causar daño. Es imposible. No hay forma, es inconcebible porque no tiene divisiones, fragmentos. No es una multitud, no es poli psíquico. Él es un universo y exclusivamente nada más que una melodía le sucede por dentro.
El hombre iluminado no es alguien de mucha acción, no es un hombre de acción, la menor cantidad posible de acción se desarrolla a través de él. Él es realmente un hombre de inacción, no está muy ocupado con la actividad. Pero al dar, da lo mejor de sí.
Pero el político sin luz se afana en la actividad tan solo para escapar de sí mismo. No puede tolerarse, no puede tolerar su propia compañía. Busca y busca a alguien como un escape, alguna ocupación en la que olvidarse a sí mismo, de su podredumbre. Está tan aburrido consigo mismo que termina por implicar a la sociedad con su miseria.
Les recuerdo a los políticos sin luz: Un hombre iluminado, un hombre que ha alcanzado su naturaleza interior, un hombre que es realmente espiritual, no es un hombre de mucha actividad. Solo desarrolla la necesaria y efectiva e implica a la sociedad con su luz.
Un político de luz abandona totalmente lo innecesario, porque él puede estar en paz sin actividades corruptas, él puede sentirse feliz solamente sirviendo, él puede relajarse, él puede estar entre ricos y pobres, él puede crear armonía y unión. Él es sin lugar a dudas la persona idónea para servir a la sociedad de manera justa.