La codicia del dinero
Cuento zen con moraleja
El hombre codicioso no ama porque el verdadero amor es el dinero del mundo. El amor tiene que ver con Ser, es compartir, dar lo que posees y lo que eres.
Cuento zen sobre la codicia
Un discípulo habla con su maestro:
Maestro, ¿qué piensa de la codicia en el dinero?
Mira a la ventana, le dijo el maestro.
¿Qué ves?
Veo una mujer con un niño, una carroza tirada por dos caballos y una persona que va al mercado...
Bien. Ahora mira al espejo. ¿Qué ves?
¿Qué quiere que vea? Me veo a mí mismo, naturalmente.
Ahora piensa: la ventana está hecha de vidrio, lo mismo que el espejo. Basta una pequeñísima capa de plata por detrás del vidrio para que el hombre codicioso solo se vea a sí mismo.
MORALEJA
El hombre codicioso no puede amar, porque el verdadero amor es el fenómeno anti dinero del mundo. El amor tiene que ver con Ser, es compartir, dar, no solo lo que posees, sino lo que eres. Y un hombre codicioso, ni lo uno, ni lo otro.
Un hombre de amor puede descansar. El descansar es una satisfacción, pero el hombre codicioso no puede realmente descansar, porque lo suyo nunca termina. Y nunca hay satisfacción, porque el dinero no puede satisfacer al alma; el alma permanece vacía, lo interior es un vacío. Cuanto más acumulas, más conciencia tomas de tu propio vacío, tus manos están vacías, tienes dinero, pero te has perdido a ti mismo. Siempre estás ocupado con nada, y digo nada, porque al final resulta ser nada, todo lo que poseías resulta ser como algo dibujado en el agua, desaparece; llega la muerte y anula todo tu esfuerzo. Incluso en el momento de la muerte solo conoces una forma de comportarte con tu iglesia: donar dinero.
El dinero es un tema complicado, por la simple razón de que no hemos sido capaces de inventar un sistema sano en el que el dinero pueda ser un servidor de toda la humanidad en lugar de ser el maestro de unos pocos codiciosos. El dinero es un tema complicado porque la psicología humana está llena de avaricia; por lo demás el dinero es un simple medio para intercambiar cosas, un medio perfecto. No hay nada malo en el dinero, pero nuestra forma de resolver esta cuestión hace que todo lo relacionado con él parezca viciado.
Las mentes dañadas piensan que si no tienes dinero, estás condenado; toda tu vida será una maldición y que debes tratar de conseguirlo por cualquier medio.
Deja de lado la codicia que te arrebata lo bello de la vida. Toda la existencia te invita a cada instante a que disfrutes realmente de la vida. Entra en el mundo de lo divino, ahí podrás disfrutar de la belleza, de las cosas simples: una luna llena, el ondular de un lago, el fluir de un río, es ahora donde puedes disfrutar del todo y el todo se abre y te invita a pasar.