El árbol no sabe quién es
Cuento zen con moraleja
El hombre ha sido condicionado para que sea otra persona. Hay intereses en contra de que tú seas tú mismo, existe el miedo a que sea un hombre nuevo.
Cuento zen sobre ser tú mismo
Había una vez, en algún lugar que podría ser cualquier lugar, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales. Todo era alegría en dicho jardín; y todos los árboles estaban muy satisfechos y felices. Sin embargo, uno de ellos, un árbol profundamente triste, tenía un problema: no daba frutos.
No sé quién soy, se lamentaba.
Lo que te falta es concentración, le decía el manzano, si realmente lo intentas, podrás tener deliciosas manzanas, ¿ves qué fácil es?
No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas, ¿ves qué bellas son?
Y desesperado, el árbol intentaba todo lo que le sugerían. Pero como no lograba ser igual que los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un buen día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, le dijo:
No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Es tu enfoque lo que te hace sufrir.
No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo. Conócete a ti mismo como eres. Y para lograrlo, escucha tu voz interior.
MORALEJA
¡Sé tú mismo!
Son tres palabras que podrían transformar a toda la humanidad, podrían facilitar el nacimiento de un hombre nuevo. El pasado de la humanidad ha sido un esfuerzo constante para que no seas tú mismo. De ahí que los sacerdotes, políticos y pedagogos, te han dicho que seas otra persona. Sé un Cristo dicen los cristianos, sé un Buda, dicen los budistas, pero después de varios siglos de existencia de la humanidad, no ha aparecido ningún otro Cristo, ni ningún otro Buda y no va a suceder nunca. No está en la naturaleza de las cosas.
Durante siglos el hombre ha sido condicionado para que sea otra persona. Hay intereses creados en contra de que tú seas tú mismo, porque tienen miedo de cualquier cosa que sea nueva, porque todo lo nuevo les parece peligroso, están cómodos con lo viejo.
La humanidad inconsciente siempre venera a la estructura establecida porque está familiarizada con ella, y hombres como Jesús o Buda son forasteros, no pertenecen a lo ordinario, no pertenecen al mundo inconsciente, hablan un lenguaje diferente, traen mensajes nuevos, y las masas tienen miedo de ir hacia lo desconocido, se aferran a lo viejo a lo pasado, veneran lo muerto y destruyen lo viviente. Y así, todos a tu alrededor te viven persuadiendo a que seas otra persona, te dicen que seas como Jesús, como Buda como Krishna y tú nunca podrás ser otra persona, eso es una castración psicológica, porque eso es imposible, puedes ser solamente tú mismo, pero jamás escuchas ni de tus padres, ni de sacerdotes, ni de tus amistades: ¡Sé tú mismo!
Jesús dice: “Ama a tus enemigos como te amas a ti mismo”. Buda dice: “Sé una luz para ti mismo, no imites a nadie”. Podrías pensar que amar a tus enemigos es una cosa muy difícil, y no, no lo es, pero la dificultad real es que ni siquiera puedes amarte a ti mismo, menos vas a poder amar a los demás.
Acéptate a ti mismo tal como eres, de manera incondicional y ese será el comienzo de tu verdadera revolución, el comienzo de tu real transformación.