Si no estás entrenado en el intelecto, la confianza es posible, tienes ojos para ver y oídos para escuchar. Por eso es que Jesús lo repite una y otra vez.
Él escucha intelectual es no escuchar en absoluto. La forma correcta es no poner tu mente en medio y me dejes llegar hasta tu ser interno sin barreras.
Si escuchas, simplemente escucha. Permanece completo en lo que haces, no permitas que tu mente se pierda en otra cosa. Y de repente, el presente irrumpirá.
La perfecta escucha es escuchar no tanto a los demás cuanto a uno mismo. La perfecta visión consiste en mirar no tanto a los demás cuanto a uno mismo.