La iluminación espiritual
POR: AKASHICOS
Te conviene hacerlo hasta Setenta Veces Siete.
LA LEY DEL PERDÓN
Ahora pasaremos a tratar al enemigo número UNO de toda la humanidad: EL RESENTIMIENTO Y EL RENCOR, por no decir el odio. Casi no hay seres humanos que estén exentos de resentimientos, sin saber que esto amarga la vida entera, influencia en mal a toda manifestación, y es causa de todas las decepciones que sufrimos. Un solo resentimiento, un rencor grabado en el subconsciente y en el alma, actúan como una fuentecita de hiel emanando su gota de amargura, tiñéndolo todo y contrariando sorpresivamente nuestros mayores anhelos, bloqueando el flujo de la vida.
NADA, ni la demostración más perfecta, puede durar mientras exista aquel foco infeccioso malogrando nuestro propio ser! La Biblia, las iglesias, las religiones, los Maestros, los servidores de Luz se cansan de abocar por el perdón y desarrollar el amor hacia los enemigos; y todo es en vano mientras nos enseñen la forma práctica de imponernos el perdón hacia los que nos hieren. Mucho se escucha decir Yo perdono pero no puedo olvidar. Mientras uno recuerde un daño, no lo ha perdonado.
Una fórmula infalible para perdonar y OLVIDAR al mismo tiempo, para nuestra propia conveniencia, ya que esto nos establece en el punto central del equilibrio, el de la tolerancia y la buena voluntad, siendo este esfuerzo igual a AMOR. San Juan, el Apóstol del Amor dice: El Amor es el cumplimiento de la Ley. Cumplir con la ley del amor es cumplir con todas las leyes. Es estar con Dios, en Dios, es ser dichosos, satisfechos y completos en todas nuestras manifestaciones. El Maestro decía: EL HOMBRE QUE AMA BIEN ES EL HOMBRE MÁS PODEROSO DEL MUNDO.
Y aquí va la receta para bien amar: TODO ES MENTE. Cada vez que sientas algo desagradable hacia el otro, o bien que te encuentres resintiendo algo que te hayan hecho, o que te reconozcas en franco rencor o teniendo un deseo de venganza, ponte deliberadamente a recordar (no es tratar de olvidar lo de ahora), es a recordar, todo lo bueno que conoces de aquella otra persona. Trata de revivir los ratos agradables que gozaste en su compañía, en tiempos pasados, anteriormente al momento que te sentiste herido. Insiste en rememorar lo bueno, sus buenas cualidades, la forma en que pensabas de ella. Si logras retener algo agradable que gozaron juntas, el milagro se ha hecho. Si no basta con un solo tratamiento, repítelo tantas veces como sea necesario para borrar el rencor o resentimiento.
Te conviene hacerlo, hasta setenta veces siete
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