Sin preguntas es la respuesta
Cuento zen con moraleja
No tener preguntas, es volver a ser niño totalmente inocente, es quedar en silencio, y sin que nos alteremos. Y, una gran serenidad surge de tu interior.
Cuento zen sobre las preguntas
Hay una historia en la vida de Rumi. Estaba trabajando con sus discípulos en el desierto, en un pequeño monasterio. Algunos viajeros que pasaban por allí sintieron curiosidad y entraron. Vieron que los estudiantes estaban sentados en el patio, los discípulos estaban sentados y Rumi les respondía.
Los viajeros comenzaron a sentirse hartos, porque las preguntas eran extrañas y las respuestas también eran extrañas... y siguieron su camino. Después de viajar durante años, volvieron a pasar por allí y se detuvieron para ver qué pasaba. Solo Rumi estaba sentado allí, no había discípulos. Se sintieron conmocionados; ¿qué había pasado? Se acercaron a Rumi y le preguntaron: ¿Qué ha pasado?
Rumi se rio. Y dijo: Este es todo mi trabajo. Demolí todas sus preguntas y como ya no les quedaban más, les dije: Id y haced lo mismo con otra gente: demoled sus preguntas. ¡Y si os encontráis con alguien con quien no podáis, enviádmelo por aquí!
MORALEJA
Nota: La intención de estas moralejas es llevarte a tu interior.
Cuando se retiran todas las preguntas, vuelves a ser un niño, completamente inocente. Entonces tu mente se queda en silencio, y sin posibilidad de que se altere. Y una gran serenidad surge de tu interior.
La respuesta verdadera en realidad no tiene palabras, y no es relevante respecto a ninguna pregunta en particular; solo es un estado de silencio.
Si el hombre al que le planteas la pregunta es un intelectual, un pedagogo, entonces puede darte una respuesta que creará otras mil preguntas. Viniste con una sola pregunta; te ha dado una respuesta. Ahora esa respuesta crea otras mil preguntas; esto es lo que ha estado ocurriendo en la filosofía, en la teología. Cada pregunta conlleva una respuesta y esa respuesta lleva a muchas otras preguntas. Y la cosa va en aumento.
De hecho; si el hombre al que le preguntas sabe la respuesta y no responde a tu pregunta; lo que hace es destruirla. El verdadero sabio solo intenta que te deshagas de ella. No pone una respuesta en el lugar de la pregunta, porque eso será una tortura para ti.
Este es el verdadero trabajo del místico, del maestro, que antes o después la gente que está a su lado empiece a sentir que no tiene preguntas.
Estar sin preguntas es la respuesta.
No hay respuesta... no se trata de que cuando no tienes preguntas es porque todas han sido demolidas. Tampoco se trata de que encontrar una respuesta oculta.
No, no hay respuesta oculta.
Toda la basura ha sido retirada. Sientes sencillamente una consciencia limpia y clara. Esa es la respuesta... No es la respuesta a una pregunta concreta, sino que el estado de no pregunta es la respuesta que buscamos y anhelamos. Cada pregunta es una carga, cada pregunta es una herida, cada pregunta es una tensión. Y no tener preguntas, es volver a ser un niño, completamente inocente, es quedar en silencio, y sin posibilidad de que nos alteremos. Y así, una gran serenidad surge de tu interior.