La iluminación espiritual

La corrupción de la conciencia ¿Es contagiosa?

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; La corrupción de la conciencia ¿Es contagiosa?; Patrocinio Navarro

LAS COTIDIANAS TRAMPAS POLÍTICAS

A veces se saltan la contención y ponen en pie de guerra a sus ciudadanos para conseguir sus deseos,
porque no respetan el derecho de propiedad de nadie, excepto el suyo.

¿Cuántas veces ante un caso de corrupción en que algún gobernante o allegado se ha enriquecido inmoral y hasta legalmente, no hemos escuchado decir a alguno de nuestros conciudadanos que si él pudiera haría lo mismo? Si él pudiera…Y aunque nunca podrá corromperse al nivel de los poderosos, ese deseo lo ata a su misma cuerda, pero como rehén.

El paso decisivo en la toma del poder mundial de los sacerdotes del Imperio, y de su religión de culto a Mammón, Baco y Afrodita es el control de nuestras conciencias con el rey Midas como utopía referente y retrato en pared, comenzando por el adormecimiento de la conciencia colectiva en una suerte de hipnotismo social. Y a la vez que los gobernantes buscan uniformizar conciencias uniformizan para el mismo fin los modos de vida, las informaciones, las modas, el urbanismo, los deseos, las noticias que les interesan y muchas cosas más.

El Imperio de la Discordia, lo Pernicioso y lo Inútil

Para acompañar tantos de esos quehaceres mencionados andan empeñados los gobernantes en unificar criterios económicos, militares y judiciales hasta donde es posible, porque el sueño común de los más poderosos es el gobierno mundial en el que cada uno aspira a ser emperador. Asunto complicado, porque son varios siempre los aspirantes. A pesar de eso y de las cotidianas trampas políticas, falsas informaciones y engaños en que andan enredados- cuando no en conflictos diplomáticos y hasta guerras sucias- se ponen fácilmente de acuerdo cuando se trata de conseguir una policía común, provocar una guerra unos cuantos de ellos contra un tercero para tener un rival menos, o adoptar unas reglas del juego financiero asumible.

Otra cosa bien diferente ocurre cuando se discute un acuerdo sobre el clima, solucionar la migración mundial a favor de los migrantes, eliminar el hambre, las armas nucleares o implantar energías limpias con carácter obligatorio en cada país. Y la misma ineficacia muestran en asuntos de asuntos de vital importancia para todos como el control de los gases de efecto invernadero, de la ganadería extensiva, la tala de bosques, los venenos fitosanitarios, eliminar las pruebas nucleares o dejar de fabricar armas, porque ya hay bastantes como para destruir el Planeta una docena de veces.. Así que se preguntarán para qué sirven estos aspirantes de dioses. (Ah, viejo sueño satánico).

Ni viven en paz ni sirven para mucho

Estos aspirantes al puesto de un dios, se odian en secreto y se sonríen ante las cámaras y el público desde sus respectivas máscaras mientras cada uno lleva un as escondido en la manga para fastidiar a otro y tenerlo bajo control a la primera oportunidad. Cada uno de ellos quisiera ser el dueño absoluto de lo que posee cada uno de los otros: recursos energéticos, poder, prestigio, dinero, y eso les crea envidias y genera violencia contenida (a veces se saltan la contención y ponen en pie de guerra a sus ciudadanos para conseguir sus deseos, porque no respetan el derecho de propiedad de nadie, excepto el suyo). Nunca tienen bastante. Y como carecen de moral y con ello de cuanto tenga que tenga que ver con al altruismo, la compasión, la verdad, la justicia y otros principios de altura, practican principios de bajura: mienten, se venden al más poderoso de entre ellos y machacan al de abajo, compran voluntades, venden su alma a quien la compre por buen precio, y no dudan en defender sin mover un músculo de su rostro que lo blanco es negro o del color que más les convenga.

Ceguera de mayordomo

Entre tanto, sus seguidores jurarían que su emperador lleva un traje de alto diseño aunque vaya desnudo, y es el más fuerte y sano del mundo aunque ande comido por la lepra. Y como buenos discípulos tampoco parpadean a la hora de mentir, porque aprendieron a mentir y a respirar con la misma naturalidad que sus admirados, ya sean estos financieros, políticos, santurrones, científicos y hasta futbolistas que también quieren ser dioses.

Estas gentes del Imperio Nuevo Capitalista han corrompido su conciencia y su corazón hasta el punto que no les responde más que el vientre, el bajo y el alto, en lugar de la inteligencia y la sensibilidad. Sin embargo hacen creer a todo el mundo que gozan de ambas cuando leen o escuchan discursos que alguno de los mayordomos ha escrito para su jefe. Y discurso a discurso, con sus correspondientes amplificadores y siervos en prensa, aulas, confesionarios, televisión y bastantes juegos de palabras mediáticos, hasta salen elegidos en las urnas. Porque los que les eligen son como ellos. Han conseguido pervertir sus conciencias y así pasa lo que pasa.

¿Y qué es lo que pasa? Que el mundo está dirigido por corruptos endemoniados y por sus seguidores incondicionales en toda la extensión de ambos términos. No es que uno sienta por ellos alguna clase de odio, no es algo personal, pero cuando todo está tan claro, es menester contarlo para que quien tenga oídos pueda oír, si es que aún no ha caído en la trampa y también quiere tener dinero tan negro como la conciencia de los poderosos en un paraíso fiscal, ocupar un sillón dorado tras una puerta giratoria, negarse a pagar sus impuestos, y no estar obligado a devolver lo que roba con malas artes y peor intención.

Y el caso es que no parece tan difícil salir del enredo

Mientras cada uno quiera lo ajeno para sí, mienta, calumnie, odie, sea cínico, orgulloso, desprecie al que considera inferior, sea violento, mate animales o coma sus cadáveres, anda extraviado. Esto hace fácilmente manipulables a las gentes por los amos del mundo y fácilmente pueden verse convertidas en víctimas de los deseos de aquellos asumiéndolos como propios. Entonces les admiran, les eligen para que les gobiernen, y entre todos forman el reino de las sombras entre nosotros, que es todo lo contrario a lo que Dios desea de cada uno y de este mundo en declive.


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