La iluminación espiritual

Semana santa

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Semana santa; Patrocinio Navarro

Festividades eclesiásticas

Para un cristiano, lo mismo que para cualquier persona de buena voluntad que piense con un mínimo de espíritu crítico, resulta asombroso el espectáculo cirquense de las festividades eclesiásticas. Especial este de la llamada semana santa con su cortejo inacabable de imágenes sangrientas y dolorosas, acompañadas a menudo por la guardia civil (!) y los mandamases oficiales civiles y eclesiásticos. Una perfecta puesta en escena de algo que representa la verdad histórica de las alianzas contra el Nazareno.

Autoflagelaciones, y autolesiones, fetichismo, canciones dolorosas llamadas saetas y hasta expresiones obscenas dichas con aparente fervor, se mezclan estos días con el buen vino, el paquete turístico todo - incluido, el día en la playa si hace bueno, y el no comer carne en viernes (pero no por respeto a los animales, por un día a la semana en cuaresma y el de la semana santa, sino por obediencia al clero. Además existen las bulas que dan derecho a poder comer carne esos días previa compensación monetaria al párroco.

Cualquiera que sea la manera, esta semana disfrazada de religión aumenta considerablemente el consumo de carne de animales terrestres o acuáticos, pues el pescado- que algunos comen como alternativa a la carne- sigue siendo tan carne como el carnero.

La obsesión por la muerte, mimada por las iglesias llenas de cruces con el Cristo clavado y agonizante, hace olvidar la resurrección, idea central del cristianismo, así como la idea de la redención que Cristo nos trajo con su ejemplar triunfo sobre el ego y la muerte física y espiritual que representa la cruz desnuda, tan ausente en los templos, donde en cambio encontramos tantos crucificados.

Esta idea terrible del aniquilamiento y la falta de perspectiva y conocimientos sobre la vida verdadera, y el Más Allá, arroja a los creyentes de iglesia a vivir tremendas contradicciones ambivalentes envueltas en el sentimiento trágico de una existencia en la que el consuelo adopta dos direcciones: la exaltación de la materia y el apego a lo mundano – que es su lado pagano- y a la vez un ancestral temor a un posible castigo por esos excesos: de ahí la autoflagelación en todos los sentidos y el miedo a la muerte como telón de fondo. ¿Cristianismo, masoquismo o locura pagana? Ustedes dirán.


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