La iluminación espiritual

Los prejuicios, armas de los enemigos de la verdad

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Los prejuicios, armas de los enemigos de la verdad; Patrocinio Navarro

LOS PREJUICIOS

Si en vez de vivir a medio camino entre "El mundo feliz de Huxley" y el del Gran Hermano orwelliano tuviéramos la fortuna de hacerlo en un mundo libre, verdaderamente libre, tendrían que darse muchas condiciones, y entre otras existen dos de primera necesidad: que el prejuicio en todas sus formas sea erradicado, y que la verdad ocupe su lugar. Parece una propuesta simple, pero ambas condiciones chocan frontalmente contra el orden imperante en nuestro mundo, donde el prejuicio es cultivado con el esmero del jardinero con su flor preferida; y la verdad, expuesta de la forma que sea, en cuanto choca con bajos intereses de este mundo o con personas que viven en la mentira, es como soltar una piedra en las tranquilas aguas de un estanque. Pero la onda expansiva acaba por llegar a todas las orillas y pone al descubierto el origen, o sea la verdad que originó la onda. Esto es algo que por nada del mundo desea que ocurra por aquellos que lo dirigen. Por eso, a la verdad la disfrazan, la esconden, la distorsionan, la mutilan. Y presentada al público disfrazada de esta guisa, ¿quién puede reconocerla? Solo los despiertos. Lo común es que las gentes hasta se mofen, porque han sido trabajados desde la escuela para aceptar el prejuicio en lugar de la verdad, y ver en esta algo peligroso, algo que es preciso esconder a la vista de todo el mundo. Desde la escuela y la familia han aprendido a veces dolorosamente que quien muestra en público alguna verdad que choca contra algún poder puede resultar víctima en lugar de recibir elogios, que sería lo normal en una sociedad de gentes libres. En esta, los prejuicios proliferan como las malas hierbas y forman el sustrato que mantiene a las religiones y otras diversas formas del poder organizado de los mentirosos. Estos se escudan tanto en las tradiciones porque mantienen los prejuicios sobre los que se asienta su poder.

Prejuicio, superstición, fetichismo, son diversas cortinas de humo para esconder la realidad que se pretende escamotear para colocar en su lugar sucedáneos tan estériles como esterilizantes.A resultas de esto tenemos fanáticos. Los más peligrosos son precisamente los que se alimentan de prejuicios, pero no tenemos por qué pensar en fanáticos religiosos, lo que es frecuente al hablar de prejuicios, superstición y fanatismo, porque están los prejuicios científicos, sociales, culturales, raciales, políticos, y otros que forman, junto a aquellos otros, una amplia gama de enemigos de la realidad, -o sea, de la verdad. Pretenden todos ellos convertir la mente de la gente en impermeable a toda realidad que no reciba su aprobación, y que será convenientemente negada, silenciada o ridiculizada a través de los medios de (in)comunicación de masas, de la educación popular y del cotilleo local. Su objetivo siempre es el mismo: convertir la verdad en sospechosa y evitar que se convierta en protagonista de la vida social, porque de suceder tal cosa, saldrían a la luz toneladas de mentiras celosamente escondidas o disfrazadas y correrían peligro muchos privilegios, cuentas corrientes y los altos sillones de muchos. Así que los prejuicios resultan muy útiles para ellos. Los prejuicios religiosos convierten la espiritualidad en religión de templos y ceremoniales; los prejuicios políticos convierten al ciudadano en rehén de los partidos que vota; los prejuicios económicos llevan a aceptar como normal la existencia de la explotación de los trabajadores; los prejuicios sociales conducen a la idea de que existen grupos (clases, castas, color de piel, etc) superiores, con derecho a despreciar a otros. Y así podríamos continuar. Tras esto siempre se oculta lo mismo: intereses económicos, poder y afán de reconocimiento que unos persiguen sobre los otros, y son el motor principal de los defensores de toda clase de mentiras.

"De eso no se habla"

Existen temas tabú para los creadores de prejuicios o sus celosos albaceas si aparece por sorpresa la verdad, pues saben lo obstinada que resulta.Inmediatamente se ponen en marcha los mecanismos de descalificación para hacerle frente..Pero si la verdad tiene un aspecto nuevo y desconocido, todas las comadres del prejuicio la estudian en secreto para ver de qué modo actuar contra ella. Y da igual que se trate de una visión espiritual, social, política, científica, educativa o cultural: en cuanto aparece con el sello de "alternativa", o el prejuicio "anti", las comadres respectivas de la inquisición pierden el sueño para dar con el modo de impedir que se propague. Si fallan todos los remedios y la verdad amenaza con propagarse demasiado hasta el punto de ser peligrosa, se convierte en ilegal y asunto de policías y jueces. Todo ese enorme trabajo de bomberos sociales lo realizan porque existe un miedo generalizado al principio de realidad entre los que dirigen en la sombra la economía real, la política real, la cultura y todo eso con que se pretende encorsetar al mundo a su medida.

Hasta la mayor parte de la ciencia, que se pretende presentar como una nueva religión, cumple a la perfección el papel de prostituta, y no tiene reparo alguno en apoyar los intereses de sus amos guardando silencio los científicos cuando deberían hablar, o hablando cuando deberían guardar silencio. Ahora bien: ¿hacia dónde dirigen sus investigaciones? nunca es a eliminar el prejuicio, sino a querer formar parte del negocio de su explotación, y dentro de los negocios, del más rastrero de todos: del negocio de la muerte y con los propios muertos como cobayas.Basta con recordar algunos asuntos como el apoyo mayoritario de la ciencia a la energía nuclear, con su silencio cómplice ante los riesgos de los residuos radioactivos, de los alimentos transgénicos, o de las consecuencias tremendas de los trasplantes o la clonación, la falta de información sobre las vacunas, los experimentos salvajes con animales, y un largo etc. para percibir hasta qué punto la ciencia se ha pervertido y alejado de la verdad convirtiendo también el principio de realidad en su realidad sin principios y actuando como cómplice de los prejuicios y la mala fe.

¿Qué hay en el fondo de la resistencia a la verdad por parte de todas las fuerzas que se le oponen? Olvidando por un momento los intereses económicos parece que si hurgamos en el cieno un poco más, descubrimos que solo hay un gran y único miedo: el miedo al despertar de la conciencia de la humanidad; el miedo a un cambio cualitativo de la conciencia:

EL MIEDO A UN SALTO ADELANTE EN LA EVOLUCIÓN.

De darse un salto evolutivo, se produciría un cambio mundial sin precedentes y cundiría el pánico en los paraísos fiscales, en las bolsas, las Iglesias, los parlamentos, los centros de investigación científica y universitaria y etc. Desde luego no quedarían lejos los medios de (in)comunicación. Tal vez enmudecerían al no tener con qué mentir ni material para estupidizar a las masas.

Si tales cosas llegaran a suceder, los pilares que sustentan esta absurda civilización caerían bajo el efecto dominó, de ahí que se pongan más esfuerzos en evitar el fluir de la verdad que en evitar el fluir del petróleo o de otras energías sucias que condujeron al cambio climático, que para la ceguera del Sistema parece menos peligroso que la verdad.

Los prejuicios aún contaminan más nuestra vida que todos los hidrocarburos y demás contaminantes juntos, por lo que difundirlos al máximo es el modo más seguro de evitar que se produzca esa eclosión mundial de la conciencia que tanto temen, así que se emplean cantidades ingentes de recursos para controlar la mente de cada uno de los habitantes del Planeta, porque se trata nada menos que de impedirnos el derecho a ser dueños de nuestra conciencia, a ser dueños de nuestra alma. Y por tanto verdaderamente libres. ¿No es este el tradicional deseo de Satán? Evidentemente estamos ante instituciones satánicas, pero la verdad no puede ocultarse ni doblegarse: es demasiado obstinada.


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