La naturaleza de la verdadera educación
El educador debe entender la naturaleza de la verdadera educación para darles a los jóvenes una mejor perspectiva y un cambio moral a través de la vida.
JIDDU KRISHNAMURTI
LA VERDADERA EDUCACIÓN
¿Qué es la educación? ¿Por qué nos educan?
Para aprobar unos exámenes, tener un trabajo, compitiendo, con esfuerzo y una ambición desmesurada. Solamente para eso, para alcanzar algún logro técnico y poder ganarse la vida.
Eso es todo lo que conocemos hoy en día. Hay muchas escuelas, universidades en las que se prepara a los jóvenes, a los niños y niñas, para que consigan un trabajo, para que tengan conocimientos tecnológicos, para que puedan ganarse la vida.
¿Es la función de un verdadero educador solo eso?
Tiene que haber algo más, por que eso es demasiado mecánico. Entonces dice que el educador debe ser un ejemplo. ¿Está de acuerdo con esto? Tendrá que descubrir la verdad de eso, adentrarse en ello y, cuando lo haga, verá la verdad, a saber, que no se necesita ningún ejemplo.
EL EDUCADOR
Prepara al estudiante para un trabajo. ¿Es eso educación?
Una parte integral de la naturaleza de la ciencia moderna, cuya motivación y fuerza dinámica es la manipulación, la conquista de la naturaleza y el reordenamiento de la sociedad. Y no es que no exista una perspectiva moral tras la ciencia moderna. Hay una perspectiva moral que nos ha permitido ser conscientes de cierta clase de conocimiento manipulativo que resulta ser amoral. Einstein, tras llevar a cabo sus descubrimientos, se sintió apenado por lo que había ocurrido como consecuencia.
La humanidad ha tratado de liberar esta inmensa energía mediante múltiples formas de control, a través de agotadoras disciplinas, por el ayuno, por abnegaciones sacrificadoras ofrecidas a algún principio o deidad, o manipulando esta energía a través de diversos estados. Todo esto implica manipulación del pensamiento hacia un fin deseado. Pero lo que nosotros decimos es completamente contrario a todo esto.
LA FUNCIÓN DEL EDUCADOR
¿Cuál es la verdadera función de un educador?
Si enseñar es nuestra vocación y si percibimos la gran importancia de la verdadera educación, no podremos evitar ser verdaderos educadores. Entonces no hay necesidad de seguir ningún método. El acto en sí de comprender que la verdadera educación es indispensable; si hemos de lograr la libertad y la integración del individuo, ocasiona un cambio fundamental en nosotros mismos. Si comprendemos que solo puede haber paz y felicidad para el hombre mediante la verdadera educación, naturalmente que entonces le dedicaremos toda nuestra vida y todo nuestro interés.
EDUCACIÓN REAL
Es posible educar en el sentido real de la palabra.
¿Puede su mente que ha sido condicionada por la sociedad, por la cultura en la que ha crecido puede esa mente cambiar a través de la educación de modo que no entre nunca más en la corriente de la sociedad, bajo ninguna circunstancia? ¿Es posible educarles de otro modo? Educar en el sentido real de la palabra, no comunicar datos matemáticos o geográficos de maestro a alumno, sino más bien impulsar un cambio en la mente al impartir estas materias. Eso significa que deben ser extremadamente críticos, deben aprender a no aceptar nunca lo que no ven con claridad por sí mismos y a no repetir lo que dicen otros.
LAS VERDADERAS ESCUELAS
La verdadera escuela es donde se aprende sobre la totalidad de la vida.
Si bien la excelencia académica es absolutamente necesaria, una escuela implica mucho más: es un lugar donde maestro y alumno exploran juntos no solo el mundo exterior que les rodea, el mundo del conocimiento sino también su propio pensamiento y conducta.
La educación siempre ha sido uno de los principales intereses de Krishnamurti. Consideraba que solo si los jóvenes y los adultos pudieran despertar y ser conscientes de su propio condicionamiento, a saber nacionalidad, religión, prejuicios, miedos y deseos, lo cual inevitablemente lleva al conflicto, tan solo así podrían incorporar en sus vidas una cualidad totalmente diferente.
Cuando Krishnamurti hablaba con los alumnos de las escuelas, usaba un lenguaje claro y lúcido. Exploraba con ellos su relación con la naturaleza y con los demás y sus problemas psicológicos como el miedo, la autoridad, la competencia, el amor y la libertad. Para él, las escuelas eran un lugar donde se podían explorar las dudas existenciales más profundas en una atmósfera de libertad y responsabilidad.
Todas las escuelas que fundó comparten las bases más evidentes de este espíritu: escuelas establecidas en espacios de gran belleza natural, relaciones de mutuo afecto y amistad entre alumnos y maestros, una dieta vegetariana sencilla y completa, espacios de convivencia austeros aunque cómodos, aulas espaciosas y atractivas, bibliotecas y laboratorios bien equipados, y un ratio alumno-maestro pequeño y un profesorado altamente cualificado y motivado.
APRENDIZAJE
Nuestros cerebros están condicionados por la educación, por la religión, a pensar que somos entidades con almas separadas. No somos individuos en absoluto. Somos el resultado de miles de años de experiencia, actividad y lucha humana.
No hay final a la educación. No es que lees un libro, pasas un examen y terminas la educación. La vida entera, desde el momento en que naces hasta el momento en que mueres es un proceso de aprendizaje.
La inteligencia es la capacidad de percibir lo esencial, lo que es; y para despertar esta capacidad, en uno mismo y en otros, esta la educación.
El tipo correcto de educación consiste en comprender al niño tal como es sin imponerle un ideal de lo que creemos que debería ser.
Entender la vida es entendernos a nosotros mismos, y eso es tanto el comienzo como el final de la educación.
Jiddu Krishnamurti