La iluminación espiritual

La cualidad Cristica

ACERCÁNDOSE A LA CUALIDAD CRISTICA

¿Lloras alguna vez?

Sí, siempre que les miro. Puede que no vean mis lágrimas, puede que no oigan mi llanto, pero siempre que les miro el llanto está presente. Por eso, sigo trabajando en ustedes. No es solo para ayudarles a salir de su sufrimiento; también es para ayudarme a mí mismo. Si superan su sufrimiento, yo también superaré el sufrimiento creado por sus padecimientos.

Se dice que cuando Buda llegó a la puerta de lo supremo, se detuvo allí; no quería entrar. La puerta estaba abierta; los devas, los dioses, estaban listos para darle la bienvenida, pero él no entraba. Los devas le preguntaron: ¿Por qué te quedas ahí? Entra. Hemos esperado por muchos siglos. Eres bienvenido. Has vuelto a casa.

Buda dijo: Me quedaré aquí, tendré que quedarme aquí. Yo no podré entrar ‑hasta que e! último ser humano pase delante de mí y entre por la puerta.

Esta es una hermosa parábola. No la tomes al pie de la letra...

Pero es verdad. Una vez que te vuelves consciente, una vez que te conviertes en un ser ‑una vez que eres una infinita compasión surge en ti. Buda ha hecho de la compasión el criterio de la iluminación. Cuando la has obtenido, no sufres por ti mismo, pero sufres por los demás ‑viendo la desgracia a tu alrededor, viéndola en su total absurdo; viendo la posibilidad de que puedas salir de ella inmediatamente, ahora mismo, y que aún así te aferras a ella.

Con una mano la alejas, con otra mano la acercas. Creas tus propias prisiones, y aún así te gustaría ser libre. Todo tu esfuerzo es contradictorio. Quieres venir al este y vas hacia el oeste.

Viéndoles... sí, siempre lloro.

Durante diez años me he identificado a mí mismo como un poeta. Sin embargo, desde que tomé sannyas hace diez días, el que vuelva o no a escribir otro verso ha dejado de tener importancia, a pesar de que con frecuencia te he oído alabar al poeta. ¿Qué ha pasado?

Primero: no puedes estar identificado como poeta, porque la poesía sucede solamente cuando tú no estás ahí. Si tú estás presente, será solo porquería. Solo ocurre cuando estás ausente.

Por eso es tan hermosa. Penetra en tu vaciedad; te llena ‑llena tu vacío. Quedas preñado con lo desconocido, con lo extraño.

El poeta es, simplemente, una madre. La madre no va a producir al hijo. El niño ha sido concebido; a lo más, la madre lo va a cuidar, protegiéndolo en lo profundo de su corazón, tratando de darle un cuerpo ‑no el alma.

La poesía te viene tal como un niño es concebido: en profundo amor. En profunda receptividad, te conviertes en un útero y la poesía es concebida. Es una preñez. Y uno tiene que tener mucho cuidado, porque el aborto siempre es posible; puedes abortar, puedes tener demasiado apuro y puedes destruirlo.

Permite que se asiente dentro de tu ser. Tomará su tiempo; crecerá poco a poco. Crecerá en tu inconsciente. Tu consciente no es necesario; tu consciente solo será una interferencia. Olvídate de él, déjalo crecer.

Te sentirás pesado ‑todo tu ser se sentirá como si estuvieras llevando una carga. Grato, agradable; pero aún así, una carga. Y entonces, un día, nace el niño. En ese momento, no solo nace el niño: también nace la madre.

Cuando nace la poesía, también nace el poeta. No es el poeta el que escribe la poesía. En realidad, es el nacimiento de la poesía lo que crea al poeta. Antes no eras un poeta ‑solo lo eres cuando nace la poesía.

Una mujer se convierte en madre. Ser madre es entrar en una categoría totalmente diferente de la de una mujer corriente. Una mujer es una mujer ‑una madre es algo totalmente diferente. Ella ha concebido algo del más allá; ha llevado el más allá en su útero, y le ha dado un cuerpo.

El poeta nace cuando nace la poesía, Es una sombra de la poesía, una consecuencia de la poesía. Sucede a la poesía, no la precede. Antes no hubo poeta, antes no hubo madre. Había un hombre, había una mujer; pero no había un poeta, no había una madre. La madre comienza a existir después de que la poesía ha sucedido.

Pero normalmente, lo que llamas poesía no lo es. Es solo una cosa mental. La piensas; la escribes. Todo lo que tú escribes es prosa, y todo lo que Dios escribe a través de ti es poesía. Puede que tenga forma de prosa ‑no importa. Todo lo que dicen Buda o Jesús es poesía. La forma está en prosa: eso da igual. Es poesía, porque Dios la escribe; la totalidad la escribe a través de la parte; el océano trata de enviarte un mensaje a través de la gota.

Siempre que escribes, es prosa ‑prosa corriente. Cuando Dios escribe a través de ti, es poesía. Puede que sea prosa... pero aún así es poesía.

No puedes identificarte como poeta. Eso será una molestia, destruirá toda la música y toda la armonía. Por lo tanto, es bueno ‑bueno que la identificación se haya desmoronado, bueno que te hayas olvidado de la poesía, bueno que no parezca afectarte ahora en modo alguno el que escribas o no. Esta es la situación correcta. Ahora, por primera vez, existe la posibilidad de que la poesía pueda suceder.

No puedo decir: Sucederá, porque la poesía no se puede predecir. Si la predices, nuevamente la mente comenzará a funcionar, y esperará y tratará de hacer algo al respecto. No, olvídate de ello completamente. Puede que tarde meses, puede que tarde años, puede que tarde toda tu vida, pero un día ‑si en verdad has olvidado completamente tu identificación‑ te convertirás en el canal. Algo fluirá a través de ti.

Vendrá a través de ti, pero será algo del más allá. Entonces serás un observador, un testigo. No serás un poeta, serás un testigo. Y cuando la poesía nazca, una diferente cualidad de ser vendrá como secuela.

Eso es lo que es un poeta. Todos los grandes poetas son humildes, no son pretenciosos.

Los Upanishads ni siquiera están firmados ‑nadie, sabe quién los escribió. La poesía más grande; y los más grandes poetas ni siquiera han tratado de firmarla, no han dejado sus firmas. Eso hubiera sido profano. Han dejado la poesía, pero no se han dado importancia. Fueron solo vehículos.

Un verdadero poeta es un vehículo, un medio. Por eso alabo tanto la poesía ‑porque está muy cerca de la meditación, muy cerca de la espiritualidad‑ es su vecino más cercano. El político trabaja con lo práctico, el científico con lo posible, el poeta con lo probable y el místico con lo imposible. Lo probable es el vecino más cercano de lo imposible ‑es por ese motivo que alabo la poesía.

Pero cuando la alabo, no estoy alabando a sus poetas. El noventa y nueve por ciento de ellos solo escribe basura. Están haciendo algo mental, están en una empresa del ego. Se las arreglan para hacerlo, eso es todo ‑pero la poesía no pasa a través de ellos.

Puedes escribir poesía. Técnicamente, puede que hasta sea correcta, pero puede que esté muerta. A veces sucede que un poema no es técnicamente correcto, pero está vivo. ¿A quién le importa que algo sea técnicamente correcto o no? Lo importante es si está vivo o si no lo está.

Si vas a ser madre, ¿te gustaría un niño técnicamente correcto ‑pero muerto? Un niño de plástico; técnicamente, absolutamente correcto: no puedes encontrarle ni un solo defecto...

De hecho, si quieres seres humanos técnicamente correctos, solo serán posibles los seres de plástico. Sólo ellos pueden ser totalmente correctos. Un niño vivo, verdadero, tiene tantos defectos: está destinado a tenerlos, porque la vida existe con peligro y con muerte.

Sólo una cosa muerta está fuera de peligro. La vida es siempre un riesgo; hay que atravesar mil y una dificultades, resolver enigmas. El fenómeno mismo de la existencia de la vida es un milagro, con tantas imperfecciones...

La vida es imperfecta, porque la vida es algo que esta creciendo. Cualquier cosa que está creciendo será imperfecta; de lo contrario, ¿cómo va a crecer? Todo lo que es perfecto ya está muerto; está listo para la tumba ‑no puedes hacer nada más con ello.

El noventa y nueve por ciento de tus poetas solo escriben basura: dan origen a niños muertos. Algunas veces ‑y solo rara vez, solo a veces‑ existe un poeta. Y cuando tal fenómeno existe ‑lo que es un milagro en esta tierra‑ a su lado encontrarás al místico. Un paso más y se convertirá en un místico.

Si el poeta trata de levantar el vuelo un poco más, se convertirá en un místico. Y si el místico, en su compasión, desciende un paso hacia ti, él se convertirá en un poeta.

La poesía es la comunicación del misterio de la vida. A menos que lo hayas sentido, ¿cómo puedes comunicarlo? La poesía es una relación que estableces con lo absoluto. Algo se transmite entre la gota y el océano, entre la hoja y el árbol. Algo se transmite entre lo absoluto y la parte; y la parte empieza a danzar, la parte está tan rebosante de gozo que canta... tan encantada que sus movimientos se convierten en poesía. Ya no camina sobre la tierra: vuela.

La prosa equivale a caminar sobre la tierra; la poesía es un vuelo hacia el cielo. La prosa es solo caminar, la poesía es danza. Los movimientos son los mismos, pero la cualidad es tremendamente diferente.

Estupendo ‑eres bendito si la identificación ha desaparecido. Y eso es lo que estoy tratando de hacer con sannyas. Cuando tu antigua identificación se ha ido, te quedas en un vacío. Sólo en el vacío pueden las manos de Dios descender en ti y crear algo a partir del barro que eres, crear algo hermoso. No será algo tuyo: vendrá a través de ti.

Alégrate de que la identificación se haya ido; no trates de hacerla volver. Olvídate completamente de ella, olvídate de todo lo que sabes en relación con la poesía, lo poético. Olvídate de todo ‑solo regocíjate de ser tú mismo.

De repente, un día, entrarás en sintonía con lo absoluto ‑un giro interno, una armonía interna, y una canción descenderá como una paloma. Entonces serás, por primera vez, un poeta. No pretenderás serlo, pero lo serás.

Aquellos que lo son, no dicen serlo. Los que no lo son ‑solo ellos dicen serlo.

Me siento como un actor en una obra, y no siempre me gusta mi papel. Justo cuando siento que esto está desapareciendo, me empujas adentro nuevamente, definiéndolo, definiéndome. Pareces darme una forma, mientras mi ser estalla por las costuras. Quiero explotar y expandirme. ¿Por qué me moldeas así?

Lo primero: si realmente piensas que eres un actor en una obra, entonces no viene al caso el que te guste o no. Entonces no puedes decir: A veces no me gusta mi papel, porque el gusto o el disgusto aparecen solo cuando te concibes a ti mismo como un ejecutor, no como un actor.

Para el actor, todos los papeles son iguales. ¿Qué diferencia hay si en una obra teatral te conviertes en Jesús o en Judas? Si realmente sabes que ésta es una obra, y que Judas y Jesús son iguales detrás del telón, detrás del escenario ‑que es solo una actuación‑ entonces, ¿qué hay de malo en ser un Judas? ¿Cómo te puede desagradar? ¿Y qué hay de bueno en ser Jesús? ¿Por qué va a gustarte ?

El gusto y disgusto existen solo cuando piensas que eres el ejecutor. Entonces aparecen el bien y el mal; el juicio, la evaluación; aparecen entonces la condenación, el precio. Entre la dualidad; la dualidad solo aparece si el ejecutor aparece. Si eres un actor, da lo mismo que seas Judas o Jesús.

Una vez que entiendes que la vida es solo un gran drama, has terminado con los gustos y disgustos. Entonces, todo lo que lo absoluto ordena, lo haces. Tú no eres el ejecutor; satisfaces el deseo de lo absoluto.

Esa es una de las grandes enseñanzas de todas las religiones: convertirse en un actor en la vida. Entonces el gusto, el disgusto desaparece. Cuando el gusto/disgusto desaparece, la elección desaparece ‑y cuando no eliges, eres libre. Se alcanza el moksha, el nirvana.

Conviértete en un actor. Interpreta el papel, interprétalo hermosamente... porque cuando uno tiene que interpretarlo, ¿por qué no hacerlo hermosamente? Eres un Judas ‑estupendo. Sé un Judas. Disfruta el papel y deja que el público también disfrute del papel. Detrás del escenario, Judas y Jesús se encuentran para tomar el té. Allí, son amigos. Tienen que serlo.

De hecho, Jesús no puede ser sin Judas. Algo faltará en la historia, faltará algo muy esencial. Tan solo imagina a Jesús sin Judas. El cristianismo no será posible.

Puede que sin Judas no hubiera habido registro alguno de Jesús. Jesús ge crucificado porque él lo traicionó; y la crucifixión de Jesús golpeó fuertemente en el corazón de la humanidad.

El cristianismo no nace debido a Cristo, sino debido a la cruz. Por lo tanto, preferiría que el cristianismo fuera llamado Cruz‑tianismo. No deberían conectarle con Cristo, sino con la cruz.

Si observas a la Iglesia, verás que ponen la cruz más alto que a Jesús. Los obispos y los papas usan la cruz‑ la Iglesia nace de la cruz. Pero si piensas en ello de esta forma, ¿quién será el autor de la crucifixión? Judas ‑no Jesús.

En el último momento en la cruz, justo antes de morir, Jesús dudó. La parte vaciló en disolverse en lo absoluto, el río vaciló en caer al océano. Es natural, es humano; Jesús es hijo del hombre e hijo de Dios.

Todo río debe sentir tremenda aprensión y miedo cuando llega al océano. Se dirigía hacia allá todo el tiempo ‑puede que haya viajado miles de millas para llegar al océano‑ pero cuando el río cae al océano, necesariamente habrá un profundo alboroto en el corazón. El río va a desaparecer. El océano es tan vasto ‑¿dónde estará él?

Se perderá, su identidad se habrá perdido; el nombre, la forma, los sueños, los deseos ‑todo perdido. El océano es tan vasto: simplemente, él desaparecerá. Caer en el océano es la muerte. Es la cruz. Cuando el río cae al océano: ahí se encuentra la cruz.

En el último momento, Jesús miró al cielo y dijo: Dios, ¿me has abandonado? ¿Por qué me está pasando esto? ‑un profundo grito de angustia.

¿Por qué me has abandonado?: esto muestra la humanidad de Jesús. Ahí es donde Jesús es tremendamente hermoso, incomparablemente hermoso.

Buda es más inhumano. Puedes llamarle Súper Humano, pero es inhumano. Si hubiera tenido que morir en la cruz, nunca habría gritado hacia el cielo:¿Por qué me has abandonado?. Sabe que no hay nadie a quien gritarle, sabe que no existe ningún Dios, que ésas son solo tonterías de la humanidad. Sabe que todo lo que nace tiene que morir; ha comprendido esto en forma total. El no gritará; simplemente se disolverá. El río de Buda no dudará, no vacilará ni un instante. No habrá una cruz.

Buda es inhumano: se halla muy lejos del corazón humano. Mahavir es aún más inhumano. No son en absoluto de este mundo, son muy abstractos ‑como si no fueran seres humanos concretos. Parecen ser ideas sin cuerpo. Parecen ficticios, parecen mitológicos ‑no reales.

Jesús es muy real. Es tan real como tú. Y este grito... Buda se hubiera reído. Si hubiera estado allí, se hubiera reído de lo tonto que era este hombre: ¿Porqué gritas? ¿A quién le gritas?

En el hermoso libro de Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas, hay un breve diálogo:

Tweedledum le dice a Alicia: ¿Por qué estás llorando? Eres irreal ‑solo un sueño del rey.

Alicia le mira y responde: Pero yo soy real.

Tweedledum se ríe y le dice: Eres tonta. Si él ‑el rey‑ deja de soñar, ¿ a dónde irás a parar?

Alicia le contesta: Estaré aquí, naturalmente.

Tweedledum se ríe nuevamente. Dice: ¡Tonta Si deja de soñar, simplemente desaparecerás. Eres una invención de su sueño. No llores. ¿Cómo puedes llorar? ‑no eres real.

Alicia sigue llorando. Dice: Si no soy real, ¿quién está llorando? Si no soy real, ¿qué me dices acerca de estas lágrimas?.

Tweedledum responde: Tonta, ¿crees acaso que estas lágrimas son reales o que tu llanto es real?.

Buda se hubiera reído de Jesús, Shankara se hubiera reído: ¿Qué estás haciendo? Todo este mundo es maya: el sueño del rey. Tú solo eres una parte, una invención suya: no eres real, eres irreal. Limítate a desaparecer. ¿Por qué estás diciendo: ¿Me has abandonado? ¿Quién hay allí para que te abandone?.

Pero no Jesús. El llora ‑las lágrimas deben haber brotado de sus ojos. Es humano, tan humano como tú ‑enraizado en la tierra, como tú. Es muy terrenal... pero no solo terrenal, no meramente terrenal. El es más.

El lloró. Durante un momento, hasta se puso furioso e irritado. Dijo: ¿Qué estás haciendo conmigo? ¿Me has abandonado?. Y entonces entendió. El río vaciló, después entendió y se dirigió hacia el océano.

Entonces él dijo: Lo entiendo. Debe hacerse tu voluntad, no la mía. La parte estaba lista para abandonarse a lo absoluto.

El es terrenal y es divino: ambos. Es un gran puente. En el último instante lo entendió todo: solo un papel que había que interpretar.

Debe hacerse tu voluntad, no la mía ‑‑entonces todo se convierte en una actuación. Si es tu voluntad, se transforma en un hacer. Esta es la diferencia.

Me dices: Me siento como un actor en una obra. Debes estar pensando que te concibes a ti mismo como un actor en una obra, porque la siguiente parte de tu frase lo niega: ... y no siempre me gusta m¡ papel en ella Si es solo una obra, ¿por qué molestarse? Sé un Judas o sé un Jesús ‑es lo mismo. ¿De dónde proviene la evaluación de gusto o disgusto?

El ego existe en tus gustos o disgustos. El ego existe en la elección; cuando no eliges, el ego desaparece.

Eso es lo que te estoy haciendo.

Cuando siento que esto está desapareciendo, me empujas adentro nuevamente Te seguiré empujando hasta que la elección desaparezca por completo. No te resistas, porque si lo haces, no te será posible entender por mucho tiempo. No te enfades, y no digas: ¿Qué estás haciendo conmigo?.

‑‑‑Pareces darme una forma, mientras mi ser estalla por las costuras. Quiero explotar y expandirme. Ese ‑‑‑quiero es la barrera para explotar y expandirse. El yo no puede explotar y no puede expandirse. Sólo puede pensar, solo puede soñar.

Todo mi esfuerzo está centrado en que tires el yo y te limites a ser. Entonces te expandirás; entonces no habrá barreras para ti, entonces podrás llegar a ser infinito. Eres infinito: el ego no te permitirá verlo, el ego no te permitirá ver la verdad.

¿Por qué me moldeas así? Seguiré moldeándote de una forma a otra, y de nuevo de una forma a otra, para que puedas entender que no tienes forma.

Sólo lo que no tiene forma puede ser moldeado a una forma. Si ya tienes una forma, no puedes ser moldeado a otra forma; estás ya establecido.

Te resultará difícil moldear el acero; pero el barro puede ser moldeado con facilidad. ¿Por qué? ¿Por qué no el acero? El acero tiene una forma más estable. Puedes decirlo de esta manera: el acero cree en una forma más estable, el acero es engañado por una forma más estable. El barro no está tan engañado.

Después está el agua; sin forma, fluida. La pones en una jarra; asume esa forma. La cambias a otra jarra; nunca, ni por un instante, se resiste ‑asume otra forma. Es fluida.

Permite que yo te moldee de muchas formas, porque solamente cambiando de una forma a otra ‑en algún punto de este proceso‑ llegarás a tomar consciencia de lo que no tiene forma. No hay otra manera de llegar a ser consciente de esto. Moverse de una forma a otra ‑en algún punto intermedio, cuando la vieja forma se ha ido y la nueva aún no ha surgido‑ en ese intervalo, algún día tomarás consciencia.

Eso es lo que Dios mismo está haciendo. Cambia tus formas una y otra vez. Alguna vez fuiste una planta... después fuiste un pájaro... después te convertiste en un animal... Y luego te transformaste en un hombre: a veces una mujer, otras un hombre; a veces negro, a veces blanco; a veces estúpido, otras veces inteligente. Cambia tu forma una y otra vez, porque ésa es la única oportunidad...

Al cambiar la forma, un día, en algún punto del proceso, tomarás consciencia. Entonces todo el asunto se convertirá simplemente en una actuación; entonces te será posible decir: Debe hacerse tu voluntad, no la mía.

En ese momento te has liberado. Cuando puedes decir con todo tu corazón: Que se haga tu voluntad, no la mía, has desaparecido. El río ha llegado.

Siento que he sido deshonesto y falso en todas mis relaciones a lo largo de mi vida. Sí señor, no he hecho justicia a mis padres, ni a mi esposa, ni a mis hijos, ni a mis amigos ni vecinos, etc. Ahora siento que no soy recto y sincero respecto a mi Maestro y mi sannyas. Este es motivo de gran sufrimiento para mí, para mi mente. ¿Qué debería hacer?

Si empiezas a pensar en términos de hacer, serás de nuevo falso, porque en todo lo que has hecho, has sido falso. Tu hacer se ha corrompido.

Por lo tanto, la primera cosa: ¡resiste la tentación de hacer algo! Sólo permanece alerta, alerta a tu falsedad. No tengas prisa en hacer nada, porque serás tú quien nuevamente haga eso; todo tu pasado estará involucrado en tu hacer.

¡Resiste! Limítate a permanecer con este sentimiento de que has sido falso: eso es suficiente. Es purificante, tiene una tremenda capacidad de purificarte y limpiarte.

Sólo permanece con la sensación de que He sido falso, que Soy falso ‑y no trates de hacer nada al respecto. Eso nuevamente equivale a intentar crear una buena imagen de ti mismo: que no eres falso, que eres un hombre sincero. Tu ego te está doliendo, porque has sido falso.

Trata de tomar consciencia del hecho; no trates de hacer nada al respecto. A todo lo que hagas le faltará madurez. Es demasiado pronto. Limítate a permanecer con la idea; vive con ella.

Vive con la idea de que eres falso. Si puedes vivir con esa idea ‑la sola idea, la sola consciencia‑ matará totalmente a tu ego. El ego no puede seguir vivo si crees que no eres sincero. El ego necesita una buena imagen: que eres un hombre sincero ‑muy honesto. Eso es lo que el ego está diciendo: Haz algo para que puedas repintar la imagen, renovar la imagen.

Has sido falso. Esto te ha sido revelado a través de la meditación. El ego corre ahora peligro de muerte. El ego dice: haz algo. A través de la acción, tratará de reclamar nuevamente su imagen caída, de re‑acomodarse con lo viejo, de modo de que puedas sentir nuevamente: Soy bueno, soy hermoso. Soy sincero, soy moral, soy esto y aquello.

Lo primero ‑muy difícil, arduo, pero tiene que hacerse: solo permanece alerta a la insinceridad. Mira la idea de que eres insincero, y no te preocupes de modificarla.

Cambiará por su propia cuenta, pues una vez que entiendes que no eres sincero, no puedes seguir siendo falso. Es imposible; nunca ha sucedido. No puede suceder: es imposible. Si sabes que eres falso, la falsedad se caerá por su propio peso. Así que si quieres que la situación siga igual, haz algo para crear el sentimiento de que eres sincero.

Si sabes que eres un mentiroso, la mentira caerá por su propio peso. Sí sientes que eres inmoral, no trates de hacer nada: no te arrepientas, no te sientas culpable ‑ésos son trucos. Permanece con la idea: el hecho desnudo de quién eres. No te muevas, no te entretengas en hacer algo. Permanece desnudo, con la idea desnuda, la realidad desnuda, y verás que está ocurriendo un cambio. No a través de algo que tú hagas...

Y cuando un cambio que no se origine en tus actos viene a ti, proviene de Dios. Sólo Dios puede volverte moral, sincero; solo Dios puede hacerte religioso; solo Dios puede hacerte puro. Es prasad, es Su don; tú no lo puedes hacer.

Todo tu hacer será un des‑hacer. Por favor, recuérdate a ti mismo una y otra vez que no debes hacer nada.

Dices: Es motivo de gran sufrimiento para mi menteSí, es motivo de gran sufrimiento para tu mente y para tu ego ‑son lo mismo: mente y ego‑ porque el ego se siente dañado. Tú ‑¿falso? Siempre creíste que eras un hombre muy sincero, siempre creíste que eras el pináculo de un hombre: un crescendo de la humanidad, el oro más puro. Siempre creíste eso.

Ahora la meditación ha roto una ventana que destapa la falsedad. Has sido capaz de mirar dentro de ti mismo: la realidad. Te has cruzado con un espejo. Ahora, no trates de escapar de él, permanece con el hecho. Quien quiera que seas ‑ésa es tu realidad. Permanece con el hecho. Si puedes permanecer con el hecho, cambiarás. Pero ese cambio no será producto de tus actos; solo sucederá.

Cuando una transformación llega a ti, tiene una gracia totalmente diferente. Todo lo que tú hagas será siempre pequeño, mediocre y, finalmente, inútil. Todo lo que Dios te haga es infinito. Sólo puede ser infinito lo que proviene de lo infinito.

No trates de hacer nada. Acepta el hecho, permanece con él, relájate... y de pronto llegará una transformación.

Yo enseño transformación repentina, y enseño la transformación a través de Dios, no a través de ti. Tú solo tienes que permitírselo. Eso es todo lo que por tu parte tienes que hacer. Abre la puerta, espera. Sólo abre la puerta ‑es todo lo que tienes que hacer.

Permite... así, cuando El toque tu puerta puedes darle la bienvenida, cuando El venga puedas reconocerle, cuando El venga puedas hacerle entrar. Simplemente, no te quedes sentado con las puertas cerradas, eso es todo. La meditación no es otra cosa que eso: abrir la puerta.

La meditación no te dará la iluminación, recuerda. Ninguna técnica podrá nunca darte la iluminación; la iluminación no es algo técnico. La meditación solo puede preparar el terreno, la meditación solo puede abrir la puerta. La meditación solo puede hacer algo en forma negativa; lo positivo llegará. Una vez que estás listo, siempre llega.

Por favor no trates de hacer nada. Limítate a ser.

Dices que tu familia es la primera cosa a la que hay que renunciar. No entiendo por qué se nos dio prasad el día de la iniciación de tu padre.

Hay que renunciar a la familia, eso es verdad. Yo he renunciado a mi familia. Pero mi familia es especial: ellos no han renunciado a mí. Y digo que es especial, porque no ha sucedido antes.

El padre de Jesús nunca ge donde Jesús para ser iniciado. Juan el Bautista inició a muchos, pero su propio padre nunca ge para ser iniciado. El padre de Krishria no ge discípulo suyo.

Mi padre es especial ‑no porque sea mi padre; es simplemente extraordinario. Todas las posibilidades estaban...

Tal como funciona la naturaleza humana, todas las posibilidades apuntan a que un padre no venga a inclinarse ante su propio hijo. Es casi humanamente imposible. El lo ha hecho. No encontrarás paralelo en toda la historia del hombre. Y puede que no suceda de nuevo.

Pero estás ciego y no puedes ver los hechos, así que hasta el prasad se ha transformado en un problema para ti. Sólo piensa en inclinarte ante tu propio hijo, caer a los pies de tu propio hijo, ser iniciado por él. Se requiere de una tremenda humildad, una tremenda inocencia.

Esa es una de las cosas más difíciles en las relaciones humanas. No es accidental que el padre de Jesús nunca viniera a él. Es simple: creer en el hijo a quien has dado la vida, a quien has visto desde el primer día, desde su primer llanto... ¿cómo puedes creer que se ha iluminado? ¿Tu propio hijo? ‑imposible. ¿Tu propia sangre y huesos? ‑imposible. ¿Cómo puedes pensar que ha llegado a ser algo, alguien de quien puedes aprender?

Un hijo sigue siendo un hijo... y para un padre siempre sigue siendo un niño, porque la distancia siempre es la misma. Si mi padre tenía veinte años cuando nací, esos veinte años de distancia han permanecido igual; siempre seguirá igual. Si tengo cuarenta y cinco, él tendrá sesenta y cinco. No puedo acercarme a él en edad; siempre tendrá veinte años de experiencia más que yo.

Y venir a mí y entregarse... ¡no puedes darte cuenta de la significación de eso! Por eso haces preguntas tan tontas. Es uno de los momentos más extraordinarios.

Lo repito de nuevo: mi padre es especial‑ no porque sea mi padre. Simplemente, es especial.

¿Llegó Jesús a convertirse en Cristo en la cruz, o cuando salió del río Jordán? ¿Existen también etapas en la cualidad crística?

No hay etapas. La iluminación ‑o cualidad de Cristo o cualidad de Buda‑ sucede en una décima de segundo, no hay etapas graduales. Jesús inició el viaje ‑no la cualidad de Cristo‑ cuando ge bautizado por Juan el Bautista ‑‑en el río Jordán.

La semilla empezó a movilizarse hacia el transformarse en un árbol, la semilla se rompió en la tierra. Ahora el árbol y su desarrollo es solo cuestión de tiempo. No puedes decir que tienes un árbol cuando la semilla se rompe en la tierra ‑no puedes decirlo, porque el árbol no está ahí.

No puedes decir que el árbol existe. No puedes decirlo, porque ¿dónde puedes ver el árbol? No puedes descansar debajo de él, no puedes coger la fruta, no tienes la fragancia de las flores. El árbol no existe.

Sí, en cierta forma, no puedes decir que el árbol es. Pero por otra parte, el árbol existe, porque la semilla está rota. El árbol está creciendo; está en camino. Ahora es solo cuestión de tiempo. En cierta forma, el árbol ha llegado, porque el proceso de crecimiento ha comenzado.

La semilla se rompió el día en que Juan el Bautista inició a Jesús. Los cielos se abrieron y el espíritu de Dios descendió como una paloma. Este ge el principio ‑no de la cualidad de Cristo, sino el principio hacia la cualidad de Cristo; la semilla moviéndose hacia el árbol.

Jesús se convirtió en Cristo en la cruz, cuando dijo: Que se haga tu voluntad, no la mía. Ese día él se convirtió en un árbol, se convirtió en un enorme y gigantesco árbol. Ahora, miles podían refugiarse debajo de él. El árbol floreció, llenó la tierra entera con su fragancia.

Así que, en cierta forma, puedes decir que se logró el primer vislumbre cuando ge iniciado en el Río Jordán. En la cruz, el último. Depende de cómo lo quieres expresar. Pero creo que les he transmitido el significado: ese día empezó el viaje para ser un Cristo.

También puedes llamarle Cristo desde ese día; depende de cómo quieras expresarlo. Pero yo señalo que él comenzó el camino hacia el ser un Cristo. Llegó a ser Cristo en la cruz.

La cualidad del Cristo, la cualidad del Buda, o nirvana, moshka, iluminación, suceden en una fracción de segundo, no es algo que suceda gradualmente. Son transformaciones repentinas.

El retorno es enteramente un asunto personal. Incluso alguien muy cercano no puede entenderlo. Es, en realidad, más fácil y posible solo para aquellos que han sufrido. Pero Señor, estás llamando a todos. ¿Es posible para ellos oír tu llamada de amor?

Esa no es la cuestión. Que la oigan o no la oigan no es el punto; debo seguir llamando. Puede que estén sordos, pero yo no estoy mudo. Si no me oyen, tendré que llamar más fuerte; eso es todo.

Y cuando llamas a mil, solamente cien serán los que escuchen. Uno nunca puede saber quiénes serán esos cien. Llamas a mil ‑cien escucharán. La misma naturaleza de la llamada es tal que solo aquellos que están a punto de despertar pueden oírla. Sólo aquellos cuyo sueño casi se ha completado, que se acercan a la mañana y están preparándose para despertar: solo ellos pueden escuchar. Pero no puedes ver cuáles serán éstos.

Llama a mil: cien escucharán y solo diez comenzarán a moverse. Noventa escucharán y aún así no se moverán. Escucharán, pero no entenderán o entenderán otra cosa ‑o lo mal interpretarán. Diez empezarán a moverse. Y cuando diez se mueven, solo uno llega; nueve se perderán en el camino. Llama a mil y solo has llamado a uno. Pero así es como son las cosas; por lo tanto, uno tiene que seguir llamando.

Así que no me importa ni una pizca si escuchas o no ‑yo sigo llamando. Uno vendrá necesariamente, y eso es suficiente. Si llamas a mil y viene uno, si llamas a diez mil y llegan diez, eso es suficiente. Uno no debería pedir más; eso ya es demasiado.

Tienes razón en eso de que solo aquellos que han sufrido serán capaces de entenderme. El dolor purifica, el sufrimiento proporciona comprensión. El sufrimiento te da una cierta cristalización; a menos que sufras, no sabes lo que es la vida, a menos que sufras no sabes lo difícil que es salir de la vida.

He estado leyendo la vida de un gran poeta japonés, Issa. El sufrió. Debió ser un hombre muy, muy sensible; ge un gran poeta, ge uno de los más grandes poetas haiku.

Cuando solo tenía treinta años, ya había perdido a sus cinco hijos; cinco hijos habían muerto cuando él llegó a los treinta años ‑casi todos los años se le murió un hijo. Después murió su esposa, y casi enloqueció de angustia, de sufrimiento.

ge a ver a un Maestro Zen. El Maestro Zen le preguntó: ¿Cuál es el problema?. El Maestro Zen debió ser casi como Buda, no como Jesús. Uno que ha llegado ‑pero que ha olvidado completamente el sufrimiento de la humanidad.

Issa dijo: Mis cinco hijos han muerto y ahora ha muerto mi esposa. ¿Por qué hay tanto sufrimiento? No puedo ver el motivo. ¿Cuál es la explicación? No le he hecho nada malo a nadie, he vivido lo más inocentemente posible. De hecho, he vivido muy apartado. No me relaciono mucho con la gente ‑soy un poeta, vivo en mi propio mundo. No le he hecho nada malo a nadie

He vivido una vida muy pobre, pero era feliz. Ahora, de pronto, mis cinco hijos han muerto y mi esposa también se ha ido ‑¿por qué hay tanto sufrimiento, y sin motivo alguno? Debe haber una explicación''.

El Maestro Zen le dijo: La vida es como una gota de rocío en la mañana. Está en la naturaleza de la vida el que la muerte ocurra. No hay explicación; la naturaleza de la vida es así. No es necesario dar ninguna razón en particular. La naturaleza de la vida es similar a la de una gota de rocío: queda suspendida durante un rato sobre una hoja de hierba; una pequeña brisa y ha desaparecido, sale el sol y se evapora. Es la naturaleza de la vida. Recuérdalo.

Issa era un hombre de profunda inteligencia. Lo entendió. Regresó y escribió un haiku. El haiku dice: La vida, ¿una gota de rocío? Sí, lo entiendo. La vida es una gota de rocío. Sin embargo... y sin embargo ... .

En ese Sin embargo... y sin embargo... está diciendo algo soberbiamente humano. La vida es una gota de rocío ‑lo entiendo. Y sin embargo....... La esposa se ha ido, los hijos se han ido, y los ojos están llenos de lágrimas: Y sin embargo... y sin embargo ......

Sí, la vida es una gota de rocío, pero...... Y ese pero es importante. Sólo aquellos que han sufrido pueden entender que la vida es una gota de rocío, pero aún así ‑el sin embargo, y sin embargo permanece. Incluso cuando lo entiendes, la comprensión resulta difícil.

¿Y qué decirles a aquellos que no han sufrido? Viven una vida superficial. La felicidad es siempre superficial; no hay profundidad en ella. Sólo la tristeza tiene profundidad. La vida es superficial; solo la muerte tiene profundidad.

La vida es muy corriente: comer, ganar dinero, amar ‑muy corriente. El sufrimiento tiene una profundidad: te despierta, te sacude, te saca de tu sueño.

Sí; solo aquellos que han sufrido entenderán lo que estoy diciendo. Sin embargo, y sin embargo ‑incluso ellos puede que no entiendan. Pero es así, así es como es la vida. Si uno se desalienta debido a esto y piensa en no llamar, en no decir nada...

Sucedió que cuando Buda se iluminó, permaneció en silencio durante siete días. Pensó: ¿Quién me escuchará?. Pensó: ¿Qué es lo que voy a decir? ¿Quién me entenderá?. Pensó: Las cosas que me han sucedido ‑si alguien me las hubiera dicho cuando aún no me habían pasado, ni siquiera yo las hubiera entendido. Por lo tanto, ¿quién lo va a entender? ¿Por qué molestarse?.

Durante siete días solo estuvo sentado debajo del Árbol Bodhi. La tradición dice que los devas en el cielo se pusieron muy inquietos. ¿Por qué se mantiene en silencio? Es solo después de miles de años que uno llega a iluminarse. ¿Por qué no está llamando a la gente?

Ellos fueron ‑es una hermosa historia. Se inclinaron ante Buda y dijeron: Deberías decir algo. Has llegado; deberías llamar a la gente. Deberías difundir la palabra ‑¿por qué te quedas en silencio? Hemos esperado y esperado. Siete días han parecido siete siglos. ¿Qué estás haciendo? ‑no pierdas tiempo. Sólo estarás aquí durante poco tiempo, y después desaparecerás para siempre. Antes de desaparecer, haz una llamada.

Buda dijo: ¿Quién escuchará? ¿Quién entenderá?.

Pero esos devas eran muy astutos. Y es bueno que fueran astutos. Discutieron, persuadieron. Dijeron: Sí, tienes razón. Escasas ‑escasas son las posibilidades de que alguien escuche, y aún más escasa es la posibilidad de que alguien entienda. Pero existe. Llama a mil; cien escucharán, noventa no entenderán; diez caminarán, nueve se perderán en el camino. En un punto u otro creerán que han llegado; se sentarán a un lado del camino y creerán haber llegado a casa. Sólo uno llegará ‑pero uno es más que suficiente.

Buda entendió. Comenzó a predicar.

Sé que es un esfuerzo muy carente de esperanzas. Teniendo muy claro que no entenderán, seguiré hablándoles. Es como hablarle a una pared.

Cuando Bodhidharma se iluminó, estaba sentado cerca de una pared, con la espalda apoyada contra la pared. Inmediatamente se volvió y se puso de cara a la pared. Durante nueve años no se sentó de ninguna otra forma. Cuando fuera que se sentara, lo hacía mirando a la pared. Si alguien estaba Allí ‑un investigador, un buscador‑ tenía que hacer sus preguntas desde atrás.

La gente preguntó: ¿Qué postura más absurda has elegido? Ha habido muchos Budas en el mundo, pero ninguno se ha sentado mirando a la pared. ¿Por qué estás sentado así? ¿Por qué eres tan loco?.

Bodhidharma respondía: Hasta donde yo sé, todos los Budas han estado mirando a la pared ‑porque donde sea que mires habrá una pared. Ese no es el punto.

Bodhldharma decía: Todos han mirado a la pared, pero eran un poco más corteses. Decía: Yo no soy tan cortés, eso es todo. No me importa en absoluto lo que ustedes piensen de mí. Sólo volveré la cara hacia ustedes cuando vea que hay alguien que pueda entenderme.

Durante nueve años estuvo mirando a la pared. Entonces llegó un hombre.

El hombre dijo: Vuélvete hacia mí o me mataré ‑tenía una espada en la mano. Pero Bodhidharma no se volvía. Se cortó la mano y dijo: Mira, la mano se ha ido. La segunda cosa será la cabeza.

Entonces Bodhidharma se volvió. Le dijo: ¡Espera! Así que has venido ‑porque solo aquellos que están dispuestos a cortarse la cabeza pueden entender.