La justicia y la sospecha no pueden vivir juntos porque si sospechas de alguien, lo que hace la mente y las ideas preconcebidas es contaminar la realidad.
La mente quiere siempre juzgar, porque al juzgar se siente superior, te convierte en el juez, de modo que tu ego se siente muy, pero muy bien. Alimentas al ego.
La mente juzga, porque al juzgar se siente superior, te convierte en juez, de modo que tu ego se siente bien. Alimentas al ego. Juzgando piensas que sabes.
Si logras imaginarte lo que vive otra persona, te sentirás menos inclinado a juzgarla. Inténtalo con firmeza y comprenderás por qué razón se comporta así.
La primera regla para comprender, es no juzgar. Los despiertos existen en una dimensión más allá de toda comparación donde todo lo pueden comprender.