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Agua de mar dispensarios marinos

POR: AKASHICOS

Imagen; Agua de mar dispensarios marinos; Akashicos

El plasma marino y la cura universal

La punta de lanza de la investigación marina.

El viernes cayó en mis manos una de esas presentaciones de Power Point que algunos iluminados consideran, junto con los vídeos de Youtube, la punta de lanza de la investigación más reciente y la mejor manera de estar al día en ciencia de la buena.

El documento, que trata sobre las virtudes del agua de mar como cura milagrosa para todo tipo de enfermedades, no tiene desperdicio. Lo comento aquí porque no se trata de un ejemplo puntual, sino que aglutina los contenidos de multitud de charlatanes que afirman curar el cáncer tomando dos vasos diarios de agua marina.

La presentación de marras comienza, como tantas otras declaraciones de terapias revolucionarias, hablando de un injustamente olvidado científico del siglo XIX, René Quinton que -según el autor- libró de la muerte a numerosas personas antes y durante la Primera Guerra Mundial a base de inyecciones de agua de mar.

De forma también clásica en cualquier charlatanería esotérica, el rigor histórico de la presentación es mínimo: afirma que las terapias de Quinton fueron totalmente exitosas salvando miles de vidas, pero que la teoría del evolucionismo atribuida a Darwin , pero que en realidad era una copia de la de Lamarck (sic!) y la teoría de los gérmenes de Pasteur se oponían a las ideas de Quinton, al basarse en la competitividad, en la lucha, el desequilibrio y la muerte (sic!), mientras que el agua marina trataba el organismo en su totalidad (vamos, que era la releche de holística, término que mola mucho y sin el cual una pseudoterapia no puede ni atreverse a llamarse alternativa). Para colmo de males, el agua marina es gratis, y las vacunas de Pasteur no. Suponemos que Darwin en todo esto pinta poco, pero como lo de la competición, la lucha por la vida y todo eso da muy mal rollito, pues han debido aprovechar para meterle en medio de la oficialidad.

Por todo esto, y siguiendo siempre al autor de la presentación, tras la Primera Guerra Mundial donde médicos, generales y estadistas reconocieron a Rene Quinton como un benefactor de la Humanidad, el poder de las vacunas y las farmacéuticas -que comenzaban a invadir el mercado- enterró en el olvido las terapias marinas del buen francés. Hoy, algunas heroicas y desinteresadas personas que trabajan altruistamente por el bienestar general están reconstruyendo las clínicas marinas de Quintón, y tratan de acercar su terapia a la población, bajo la censura y persecución de los poderes económicos y farmacéuticos que no están dispuestos a que el mundo conozca la verdad: que bebiendo un par de vasos de agua marina cada día, las enfermedades desaparecen, además de aportar nutrientes, algo que ya sabían durante la WWI.

A veces pienso, sinceramente, que la gente que escribe este tipo de cosas piensa que los demás somos todos gilipollas, porque si no no lo entiendo. Vamos a ver: la mayor parte de la humanidad vive en las costas, y especialmente en el Tercer Mundo, precisamente las zonas más castigadas por enfermedades de todo tipo. ¿Alguien es capaz de creer que si medio litro de agua de mar te hace inmune a las infecciones iban a cascar como cascan en las costas africanas o asiáticas?

Pero dejando a un lado la flaccidez del razonamiento, veamos la cantidad de tópicos y falsedades que se vierten alegremente bajo una agradable musiquita y mucho esoterismo new-age:

René Quinton no descubrió ningún remedio mágico para curar todas las enfermedades conocidas.

Quinton diluía agua marina con agua destilada y la administraba por vía oral o intravenosa. El agua marina tiene cierto poder antiséptico, lo que en una época en la que las enfermedades infecciosas arrasaban con la población, pudo ofrecer resultados apreciables. Sin embargo, esto no quiere decir que el agua de mar pueda curar enfermedades importantes, y mucho menos cánceres o diabetes. Esto llevó a que las curas con agua marina tuviera buena acogida a principios del siglo XX, pero decayeran rápidamente según se fue imponiendo por mérito propio la teoría microbiana y el uso de antibióticos y vacunas.

En los años 50, se acabó prohibiendo el suero inyectable de Quinton, dado que presentaba más contraindicaciones que beneficios. Aunque sea menos peliculero, no fue la malvada industria farmacéutica ni el espíritu de Darwin los que enterraron al agua marina como desinfectante, sino los avances científicos. Gracias a ello, y en contra de lo que parecen afirmar sus seguidores, las infecciones se controlaban mejor en la Segunda Guerra Mundial que en la Primera, donde no debería haber muerto casi nadie en los hospitales según estas estrafalarias teorías.

Egoístas y enrollados

La diferencia entre atacar al agente causante de la enfermedad (lo que se critica en la medicina científica) y el tratar al ser humano como un todo, equilibrándolo y fortaleciéndolo en su totalidad (lo que se atribuye a cualquier pseudomedicina mágica) es que lo primera sabemos como hacerlo, pero lo segundo no. Nadie afirma que no sería mejor fortalecer al organismo para evitar cualquier infección, antes que vacunar contra un solo tipo de germen. Todos nos apuntaríamos a tratamientos holísticos de ese tipo. El problema, como digo, es que no existen; no sabemos como proteger al organismo frente a todo con un único método; no conocemos la forma de prevenir el cáncer, la soriasis y la tuberculosis alegrando al individuo. Es una pena, pero es la verdad. Y todas estas pseudoterapias tampoco saben hacerlo, pero aprovechan la atractiva idea de la sanación total y sin contraindicaciones para capturar incautos, sin mostrar una sola prueba de su efectividad. Desde hace ciento veinte años que comenzó Quinton, ya se podría haber documentado alguna ulcera, o algo más grave que un constipado curado por agua de mar, pero no ha sido el caso. Ya, ya se, hay millones de casos, pero las farmacéuticas conchabadas con los gobiernos en la sombra y la masonería internacional lo ocultan al público…

La base teórica del método es una falacia

Como podemos comprobar a poco que lo analicemos, la base fundamental de los sueros salinos es totalmente falaz. Según Quinton y sus defensores, la composición del agua marina es similar a la del plasma sanguíneo, luego resulta saludable beber o inyectarse agua marina, y es una forma totalmente natural de curar cualquier enfermedad.

Así leído, parece más que coherente (si no fuera porque es falso que la sangre sea como el plasma, pero eso lo veremos en el próximo apartado). Sin embargo, no lo es, simplemente suena bien. Que algo sea similar no significa que cure nada; podemos tener un hígado cirrótico que, por mucho hígado de ternera encebollado que nos comamos seguiremos con el mismo problema hepático. Además, a pesar de llevarse muy bien entre ellos, esto contradice los fundamentos (igualmente falaces) de la homeopatía: si sufrimos una enfermedad, que debemos meternos entonces ¿algo similar a la sangre o algo similar al agente causante de la enfermedad?

Bajo ese razonamiento, aún sería más saludable y sanaría aún más enfermedades beber directamente sangre, que es todavía más parecida. Ni que decir tiene que, según estos señores, quien haya recibido una transfusión sanguínea no solo estará fuerte como un roble, sino que no volverá a contraer enfermedad alguna. Mire usted, y los Testigos de Jehová sin saberlo…

El agua marina no es como la sangre

Pero es que, además, es falso que el agua marina sea similar al plasma sanguíneo. Además de la composición, que en este caso es lo de menos, el agua marina tiene una concentración de sales de 35 g/l, mientras que el plasma sanguíneo presenta una concentración de 9 g/l.

Cuando bebemos agua marina (pongamos 250 ml), la cantidad de sales que pasan a la sangre hacen aumentar la concentración de ésta. Afortunadamente, no resulta letal, porque nuestros riñones son capaces de expulsar ese excedente de sales. Sin embargo, los riñones necesitan expulsar agua junto con el exceso de sales y otros deshechos metabólicos, el conjunto es lo que conocemos como orina. El problema viene porque los riñones no son capaces de concentrar las sales al mismo nivel que el agua de mar, por lo que emplea más agua para excretarlas que la que se bebió originalmente con ellas.

Por lo tanto, al beber agua de mar, perdemos agua en el balance neto del organismo. Podemos soportar perfectamente pequeñas cantidades, pero beber durante mucho tiempo agua de mar acaba produciendo deshidratación, así como fallo renal y de otros órganos. Desmontando otro de los argumentos de estos pseudoterapeutas, un náufrago se deshidrataría más rápidamente bebiendo agua de mar que sin beber nada.

Inyectarnos agua marina en vena es aún más grave, dado que sin pasar por el aparato digestivo, el agua altamente concentrada entra directa y rápidamente en contacto con las células sanguíneas, haciendo que el agua de su citoplasma salga al exterior por ósmosis, produciendo la deshidratación y pudiendo provocar la muerte celular. Por eso, los sueros salinos que se emplean en medicina son isotónicos o, lo que es lo mismo, tienen la misma concentración que la sangre. Inyectar agua marina pura puede llegar a producir la muerte.

El agua marina no es el único recurso gratis que se vende

Por último, los agua marinólogos esgrimen otro de los argumentos preferidos por los magufos pseudocientíficos: las bondades del agua marina se ocultan a la población porque resulta un remedio gratuito para conservar la salud, y a los poderes económicos les interesa vender pastillas en lugar de que la gente beba agua marina gratis.

Como tantas veces, este argumento es absurdo. En primer lugar, que algo sea gratis no significa que cure las enfermedades. Pero es que además, los poderes económicos son muy listos (o, mas bien, nosotros somos muy tontos), y nada se les da mejor que vender a precio de oro cosas que podemos conseguir de forma gratuita o prácticamente gratuita. Un ejemplo es el agua mineral; en ciudades como la mía, donde el agua de grifo es excelente, se venden millones de botellas de agua mineral (alguna vez me gustaría encontrar agua vegetal, tiene que ser la hostia). Este agua muchas veces procede de las mismas fuentes que abastecen las conducciones que alimentan las viviendas. Es decir, pagamos una pasta por lo que sale prácticamente gratis por el grifo de nuestra casa. No creo que nadie dude de que si el agua marina fuera tan beneficiosa para la salud, la tendríamos embotellada en el supermercado de la esquina. De hecho, es lo que estos charlatanes hacen, tal alternativos y tan holísticos ellos, ¿o acaso las clínicas marinas que están recuperando ofrecen servicio gratuito a sus clientes?


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