La iluminación espiritual

Tres preguntas alma y subconsciente

ALMA Y SUBCONSCIENTE

Desde milenios los seres humanos venimos haciéndonos preguntas y más preguntas sobre casi todo pero si hubiera que elegir las que más nos inquietan no hay duda que serían aquellas clásicas de ¿Quién soy? ¿De dónde he venido? ¿Qué me espera tras la muerte?

Y desde milenios, supuestos sabios, especuladores intelectuales, castas sacerdotales, falsos profetas, científicos materialistas y gentes semejantes, han ido contestando según su parecer y su nivel de conciencia, desoyendo las enseñanzas que se dan desde el mundo espiritual a preguntas tan importantes a través de los verdaderos profetas. Actualmente sigue sucediendo lo mismo con la profetisa Gabriele Wittek en Alemania, pues precisamente a los que más les cuesta aceptar las verdades divinas es a teólogos y a personas semejantes que se tienen por sabias y entendidas según su parecer, especialmente si parten de dogmas religiosos o de la ciencia materialista. Para un materialista, por ejemplo, las respuestas a esas tres preguntas son tan obvias que apenas se detendría un minuto en contestarlas.

Seguramente diría: Oh, eso es fácil de responder. Primero, somos seres naturales, unos animales más inteligentes que el resto. Segundo, Venimos de la unión de un espermatozoide y un óvulo, como cualquier mamífero. Y tercero, como somos de este mundo, morimos una vez cumplido nuestro ciclo vital- con suerte- y nos descomponemos en la materia orgánica que somos, dotada, eso, sí, de sensibilidad y capacidad de pensar, pues somos animales evolucionados, pero animales al fin. Nada nuestro trasciende más allá de nuestra muerte, pues la muerte es el fin de la vida.

Sin embargo, muchos de nosotros, desde hace milenios, creemos que la vida no termina con la muerte, pues no confundimos la vida del cuerpo, que es naturalmente perecedero, con nuestro verdadero ser, nuestra esencia vital. ¿Y qué es nuestro verdadero Ser? ¿Quiénes somos usted y yo realmente? De encontrar la verdad de esta respuesta, las dos preguntas restantes son más sencillas de contestar.

Podemos decir tal vez : nuestro verdadero ser es una forma de energía autoconsciente y con capacidad de sentir más allá del tiempo y el espacio a la que los antiguos llamaban ánima o alma. Bien, pero: ¿Qué es el alma? ¿Dónde localizarla? ¿De qué está formada? …

ALMA Y SUBCONSCIENTE: ¿SON LO MISMO?

Son muchos los que identifican al alma con el subconsciente. En el libro profético de Gabriele Wittek que lleva por título La escuela mística crística podemos leer lo siguiente sobre el alma y el subconsciente:

La actual ciencia humana iguala al alma con el subconsciente. Esto es producto de la ignorancia y del desconocimiento espiritual. Comenzamos con la pregunta:

¿Qué es el alma?

Es una estructura de partículas etéreo-espirituales que vive en una forma reducida cerca de la glándula pituitaria y actúa allí hasta que la desarrollemos con una vida espiritual legítima. Contiene una parte incargable: el núcleo del Ser. Y una parte cargada: las llamadas envolturas del alma, en donde se encuentran los siete centros de conciencia que son la conexión entre alma y hombre.

Las envolturas del alma se formaron cuando el ser espiritual antaño puro cayó en zonas de vibración cada vez más bajas, fuera de los Cielos. Las 7 envolturas inmateriales del alma son los ensombrecimientos de vibración inferior. En ellas se encuentran grabadas como analogías las actuaciones contrarias a la ley divina aún no reparadas ((Karma), pues ahí el alma registra la vida terrenal y espiritual: es el libro de la Vida. Aquí se registra el debe y el haber.

En el libro El Camino Interno podemos ver este concepto tan importante expresado de la siguiente forma concordante con la anterior:

El alma es el cuerpo etéreo ensombrecido de los seres antaño puros. Posee las llamadas envolturas del alma, compuesta por los ensombrecimientos que se fueron formando a consecuencia de sentir, pensar, hablar y actuar contraria a la ley divina.

Durante su encarnación, el alma está en un cuerpo humano para purificarse en el tiempo y el espacio por medio del autorreconocimiento, con ayuda de la fuerza divina de Cristo (destello redentor).

Después de abandonar el cuerpo físico, pasa a los ámbitos de las almas (planos de la Caída) que corresponden a su desarrollo espiritual, es decir, a la forma y medida de su carga, de su ensombrecimiento.

El ser espiritual puro, es decir, el cuerpo etéreo no ensombrecido, con el llamado núcleo divino o destello divino en lo más interno –nuestro ser verdadero- vive eternamente.

Por medio del acto redentor de Cristo ha quedado asegurado que cada alma llegará a purificarse y a entrar como ser espiritual puro en los mundos celestiales

(Hasta aquí la cita).

Volvemos al primer libro citado para completar el trabajo:

¿Qué es el subconsciente? Capas cerebrales profundas donde se almacena la información que procede del alma. Ella registra las sensaciones, pensamientos y palabras. Cualquier pensamiento impuro es percibido por el alma y guardado.

El alma está directamente unida al subconsciente. En él se almacenan cosas de la vida actual ya olvidadas, no superadas o reprimidas.

Por medio del Camino Interno (*), se hace uno consciente de muchas cosas que pueden ser trabajadas y disueltas. Cuando el subconsciente se ilumina y aparecen imágenes, estas permanecen en el aura y en la estructura de células. Ya que estas imágenes todavía se hallan unidas al que las experimenta, se producen altibajos psico-físicos. Así es posible reconocerse cada vez más a sí mismo.

(Continuará con orientaciones de Cristo para conocer el estado de tu alma y sacarte del ego humano, del libro citado)

(*) Camino Interno: El camino hacia Dios en lo más interno del alma, llamado también sendero místico; el camino de regreso al Hogar celestial eterno. (Del libro del mismo título).

ALMA, CUERPO, GENES, SALUD

Entre el envoltorio orgánico, el subconsciente y el alma existe una profunda relación a través del cerebro que irradia y recibe información permanente a través del sistema nervioso. Esto se manifiesta ya en el cuerpo del recién nacido, debido a sus genes, en forma de salud, enfermedad, carácter, etc.

El alma como libro de la vida de cada uno, al nacer ya lleva escritos capítulos y más capítulos de vidas anteriores, que contienen hechos que no recordamos- esas envolturas de energía o trajes astrales del alma. La memoria de vidas anteriores nos es borrada piadosamente antes del nacimiento para que podamos enfrentarnos al presente sin estar abrumados por las experiencias de anteriores existencias. Por tanto, nacemos en familias genéticamente compatibles. A esto conviene añadir que en cada existencia nuestros genes cambian debido a nuestro modo de pensar, vivir y actuar, y el que podemos nacer en la misma familia de la existencia anterior o en otra, dependerá de las causas creadas que van a modificar los genes que determinan nuestra herencia. Así pues, cada uno es el artífice de sus vidas futuras, pero a la vez, y debido a la reencarnación, si desea rastrear su pasado tal vez reconocerse en alguno de sus ancestros.

La ciencia estudia el mapa genético, pero son inútiles sus aparatos de medida para averiguar por qué encarnamos en una u otra familia exactamente, cuáles son los contenidos de conciencia de nuestros genes, y qué es lo que determina las anormalidades funcionales de algún cromosoma que van a derivar en enfermedades orgánicas. Ni siquiera ha sido capaz un solo científico de demostrar la existencia del alma, a pesar de experimentar cada uno emociones de todo tipo debidas precisamente a tener alma, aunque no la reconozca. Tampoco como ningún hombre de ciencia ha sido capaz de saber por qué tenemos unas u otras inclinaciones espirituales o psicológicas y una determinada personalidad con independencia de nuestra familia de origen, educación, clase social, cultura, etc. Para la ciencia resulta difícil explicar el que hasta hermanos gemelos puedan ser de distinto carácter, sensibilidad e inclinaciones a veces muy opuestas.

Lo expuesto nos remite de nuevo a afirmar que como almas venimos a este mundo con diferentes actitudes, aptitudes, propósitos, experiencias, y un diferente grado de evolución de la conciencia personal procedente de existencias anteriores. De ello dan testimonio nuestra salud o enfermedad y la bondad o maldad de nuestros pensamientos, sentimientos y conductas desde que somos niños. Estos son los programas mentales que traemos a este mundo y que condicionan y configuran nuestro cerebro como resultado de vidas anteriores. Son huellas de nuestro pasado escritas en nuestras neuronas. Y como corrientes de energía informativa circulan por nuestras circunvoluciones cerebrales y el sistema nervioso central, y desde ahí acceden a todos los órganos de nuestro cuerpo a través de la sangre hasta llegar a cada célula. Así, cada célula, que tiene su propia conciencia debido a los genes, recibe información de los programas del alma en forma de impulsos nerviosos, y realiza sus funciones dependiendo de la cualidad y cantidad de esas informaciones recibidas, lo que va a decidir el comportamiento celular individual. Por ello cada célula individual, al formar forma parte de un órgano, influye sobre él, y este a su vez sobre el aparato correspondiente, afectando así a todo el organismo en una u otra medida dependiendo del contenido energético positivo o negativo de cada célula.

¿Se puede sanar el cuerpo sin sanar el alma?

Se han hecho muchos estudios en neurobiología, y practicado innumerables experimentos especialmente con los pobres animales, pero también con humanos, para mostrar cómo funciona el cerebro y las causas profundas de las reacciones y emociones mientras la medicina psicosomática pretende establecer las relaciones de causa-efecto entre la psique y el soma o cuerpo físico. Si los científicos no estuvieran condicionados por sus prejuicios materialistas, ni empeñados en ser Dios y en mejorar la naturaleza a la que ven imperfecta y hasta consideran como fuente de recambios para el cuerpo físico- como sucede con los trasplantes- seguramente existiría ya un tipo de medicina muy distinta, donde la psique del paciente sería considerada el desencadenantes fundamental de toda enfermedad y cuerpo y alma tendrían que ser tratados juntos y complementariamente. El paciente tendría que dejar de ser el elemento pasivo que consume medicamentos para – con suerte- mejorar momentáneamente una parte de su cuerpo, y ocuparse de averiguar y sanar los problemas de su alma, sus programas negativos, mientras que el médico haría una función auxiliar, de segundo orden, y no al revés como sucede normalmente. Y es que de no ser así, finalmente se reproducen los síntomas físicos por la carga negativa de los pensamientos y emociones que antes produjeron la enfermedad y hasta pueden aparecer ahora en otro órgano anteriormente sano debido a la supresión brusca de otro. Toda enfermedad, pues, proviene de las cargas de nuestra alma, el resultado de contravenir las leyes de Dios y las de la naturaleza. Esta es su raíz, y mientras no seamos capaces de sanar nuestra alma, no podrá sanar nuestro cuerpo, que es su órgano de resonancia.

Apuntes: la ondas de radio penetran en el subconsciente
Los pensamientos de otros, semillas
La telepatía, comprobada
Los mensajes subliminales de la tele y el cine
La colonización cultural.
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