Cuento para reflexionar sobre el miedo a los cambios, sobre la actitud ante las novedades y a ciertas comodidades con las que no terminamos de ser felices.
Cuando se disuelva la ira o la codicia, todo lo demás se disolverá. No imites a nadie porque la característica principal de otro puede ser muy distinta.
Aferrarse a una creencia, no ayuda a encontrar la verdad. Es como alguien hambriento que lee un libro de cocina, cree que de esa forma calmar el hambre.
Tienes demasiado, y tú quieres compartir, no eres egoísta. El amor es inocente si no tiene un motivo en sí, cuando no es más que un compartir de tu energía.
El egocéntrico se obsesiona consigo mismo. El egoísta solo instrumentaliza su vida para el reforzamiento de su ego apartándose cada vez más de su esencia.
Al final, cuando la muerte llega, si le apuestas al poseer prestigio, poder, respetabilidad, nada de eso cuenta. Finalmente debes decir: He perdido mi ser.
El todo es amoroso. Si quieres volverte uno con el todo, tendrás que alimentar todo lo que es positivo. Alimentar todo lo negativo es un suicidio lento.