Si un ser se vuelve inocente, abandona su astucia, su estrategia y acepta. No hay otro sistema que el de aceptar lo natural tal cual es y fluir con ello.
Un gracioso cuento zen de un hindú que utiliza la meditación para soportar el sufrimiento y un judío que se concentra astutamente para evitar el dolor.
Al final los malos como la grulla del cuento terminan siendo víctimas de sus propias artimañas y la encargada de traer esa justicia es la ley del karma.