La iluminación espiritual

Escucha y no discutas con la vida

POR: JIDDU KRISHNAMURTI

Imagen; Escucha y no discutas con la vida; Jiddu Krishnamurti

EL ARTE DE ESCUCHAR

El acto de escuchar es el acto de aprender.

Uno tiene mucho que aprender de la vida porque la vida es un movimiento de relación, y la relación es acción. Debemos aprender y no acumular conocimientos de ese movimiento que llamamos vida para después, vivir en base a ese conocimiento, lo cual es conformidad. Conformarse implica adaptarse, encajar dentro de un molde, adaptarse a diferentes impresiones, exigencias y presiones de una sociedad particular. La vida significa estar vivo, comprender. Uno debe aprender de la vida, y uno deja de aprender en el momento en que discute con la vida, cuando afronta la vida con el pasado, con su propio condicionamiento como conocimiento.

Así, hay una diferencia entre acumular conocimiento y aprender. Uno debe tener conocimientos, de lo contrario no sabría dónde vive, no recordaría su nombre, etc. Por tanto, en cierto nivel el conocimiento es imprescindible, pero cuando ese conocimiento se utiliza para comprender la vida, que es un movimiento, que es algo vivo, que se mueve, que es dinámico, que cambia a cada momento, cuando uno no puede moverse con la vida, entonces vive en el pasado y trata de comprender esa cosa extraordinaria llamada vida. Para comprender la vida tiene que aprender cada minuto y nunca afrontarla como algo aprendido.

NO ESCUCHAMOS

Hay demasiado ruido a nuestro alrededor, demasiado parloteo en nuestro interior.

Hay demasiadas dudas, exigencias, urgencias e impulsos. Hay tantas cosas y nunca escuchamos ninguna de ellas completamente, totalmente y hasta el final. Si fuera tan amable de escuchar así, vería que, sin intervención suya, la mutación, el vacío, la transformación, la percepción de lo real se manifiesta. No tiene que hacer nada porque lo que haga interferirá, porque es codicioso, envidioso y porque está lleno de odio, ambición, y de todo lo que puede fabricar su mente. Si puede escuchar con alegría, vitalidad, sin esfuerzo, quizás entonces en el sereno y profundo silencio, conozca lo que es la verdad; y solo esa verdad libera, nada más. Por eso, uno debe mantenerse completamente solo e independiente en esto. No puede escuchar a través de otro; no puede ver con los ojos de otro; no puede pensar con los pensamientos de otro. Sin embargo, sigue escuchando a través de otros, mirando a través de las actividades, los santos, y los dictados de otros. Así, si descarta todas estas cosas secundarias, esas actividades de otros, y es sencillo, tranquilo, y escuchar, entonces lo verá.

ESCUCHAR ES VER LA VERDAD

El arte de escuchar es el terreno.

Solo escuche, porque si es capaz de escuchar y de ver la verdad de lo que se dice, entonces el pensamiento no intervendrá. Si está en ese estado de escucha, el hecho, la verdad, actuarán. Si planta una semilla en la tierra y tiene vitalidad, crecerá. De la misma manera, el arte de escuchar es el terreno. El acto de escuchar solo es posible cuando hay atención, y no hay atención si interfiere la interpretación, la valoración, la condena o el juicio de eso que escucha. Si escucha totalmente, con atención, sin ningún observador, que es el pensador, entonces ese mismo acto de escuchar elimina lo falso y solo se escucha lo verdadero.

El acto de escuchar es el terreno. En ese campo, se puede sembrar cualquier semilla, y solo la semilla tiene vitalidad, energía, fuerza para crecer, para florecer. Eso es lo que realmente estamos haciendo ahora. Estamos escuchando sin aceptar o rechazar, sin juzgar. Estamos escuchando tan completamente que el mismo acto de escuchar destruye lo falso y permite que la semilla de la verdad se arraigue.

ESCUCHAR ES UN MILAGRO

Es acto de escuchar es en sí mismo un milagro.

Escuchar es un arte del que muy pocos son capaces. Nunca escuchamos, realmente. La palabra tiene un sonido y cuando escuchamos el sonido lo interpretamos, tratamos de interpretarlo según nuestro propio lenguaje o tradición. Nunca escuchamos con profundidad, sin distorsión. Por eso, quien les habla sugiere, respetuosamente, que escuchen y no interpreten lo que se dice. Cuando le cuentan una historia interesante a un muchacho, él escucha con un sentido enorme de curiosidad y energía. Quiere saber lo que sucederá, y espera con ansiedad hasta el final. Pero nosotros, la gente adulta, hemos perdido toda curiosidad y la energía para descubrir, esa energía necesaria para ver con claridad las cosas como son, sin distorsionarlas. Nunca nos escuchamos unos a otros. Nunca escucha a su esposa, ¿lo hace? La conoce muy bien, o ella a usted. No está ese sentido de profundo afecto, de amistad, de concordia que hace que uno y otro se escuchen, tanto si nos gusta como si no. Sin embargo, si escucha de forma completa, ese acto de escuchar es en sí mismo un milagro.

ESCUCHAR ES UN ARTE

Escuchar sin el oído.

Existe un arte de escuchar. La palabra arte significa poner cada cosa en su justo lugar. Si comprende el significado de esa palabra, el verdadero arte no es pintar cuadros, sino el arte de poner su vida en su justo lugar, lo cual es vivir en armonía. Cuando pone cada una de sus cosas en su justo lugar, es libre. Poner cada cosa en su justo lugar forma parte de la inteligencia. Dirá que le damos un nuevo significado a la palabra inteligencia; uno debe hacerlo. Inteligencia significa leer entre líneas, entre palabras, entre silencios, entre discursos, escuchar con la mente todo el tiempo, atento para escuchar. Escuchar no solo con el oído, sino también sin el oído.

DOS ESCUCHAS

Dos maneras de escuchar.

Como saben, hay dos maneras diferentes de escuchar, a saber escuchar casualmente, escuchar una serie de ideas, estando de acuerdo o en desacuerdo con ellas, pero también existe otra forma de escuchar que no solo consiste en escuchar las palabras y su significado, sino también en escuchar lo que realmente está sucediendo en uno. Si uno escucha de esa manera, entonces, lo que dice quien les habla tiene relación con lo que escuchan de sí mismos, entonces no están tan solo escuchando a quien les habla, lo cual es irrelevante, sino todo el contenido de su propio ser. Si escuchan con esa intensidad, al mismo tiempo y en el mismo nivel, estaremos participando juntos, compartiendo lo que de hecho está sucediendo. En ese momento uno tiene la pasión que transforma ‘lo que es’.

ESCUCHARLO TODO

Escucha los ruidos lejanos como los cercanos.

¿Alguna vez se ha sentado en silencio, sin fijar su atención en nada, sin hacer esfuerzos para concentrarse, con la mente en calma, realmente en silencio? Entonces escucha todo, ¿no es cierto? Escucha los ruidos lejanos como los cercanos, los que están muy cerca, esos ruidos inmediatos, eso en realidad significa que escucha todo. Su mente no se limita a un único y pequeño canal. Si puede escuchar de esa forma, escuchar con facilidad, sin esfuerzo, descubrirá que sucede un cambio extraordinario en usted, un cambio que llega sin su voluntad, sin que lo pida, y en ese cambio hay enorme belleza y profunda percepción.

VER Y ESCUCHAR

Atención implica ver y escuchar.

Atención implica ver y escuchar. No solo escuchamos con el oído sino que también somos sensibles al tono, a la voz, a lo implícito en las palabras; se trata de escuchar sin interferencias, de captar de manera instantánea la profundidad de un sonido. El sonido juega una parte extraordinaria en nuestras vidas: el sonido de un trueno, una flauta que toca a la distancia, el sonido sordo del universo, el sonido del silencio, el sonido de nuestro propio corazón latiendo, el sonido del pájaro y el del hombre que camina por la acera, la cascada. El universo está lleno de sonidos. Ese sonido tiene su propio silencio; todas las cosas vivas están incluidas en ese sonido del silencio. Estar atento es escuchar ese silencio y moverse con él.

ESCUCHA CON ATENCIÓN

Darse cuenta de la inatención.

Atención es ese escuchar y ver, y esa atención no tiene límites, resistencia, por tanto, es ilimitada.

Estar atento implica esa inmensa energía, no es quedarse clavado en un punto. En esa atención no hay un movimiento repetitivo, no es mecánico. No se trata de cómo mantener esa atención; si uno aprende el arte de ver y escuchar, esa atención puede focalizarse en una página, en una palabra. Ahí no hay resistencia, que es la actividad de la concentración. La inatención no puede mejorarse para que sea atención. Darse cuenta de la inatención termina con la inatención, no se trata de que la inatención se convierta en atención. Terminar no tiene continuidad. El pasado modificándose a sí mismo es el futuro, una continuidad de lo que ha sido, y encontramos seguridad en la continuidad, no en el terminar. Así que la atención no tiene esa cualidad de continuidad. Cualquier cosa que tenga continuidad es mecánica. El llegar a ser es mecánico e implica tiempo. La atención no tiene esa cualidad del tiempo. Todo esto es un asunto muy complicado. Uno debe investigarlo en profundidad y con sumo cuidado.

Uno deja de aprender en el momento en que discute con la vida.


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