La maestra y la guerra
Cuento zen con moraleja
La maestra decía al acabar la guerra: Dios ha sido muy bueno con nosotros: rezamos sin parar y todas las bombas han caído en la otra parte de la ciudad.
Cuento zen sobre la guerra
Una maestra pidió a sus pequeños alumnos que contaran como ellos creían que se iniciaba una guerra.
Se oyeron historias verdaderamente conmovedoras, y cuando le llegó el turno a Tommy, este dijo orgullosamente: Bueno, pues yo una vez le pegué una patada a un chico que había pegado una patada a un perro.
MORALEJA
Hay quienes emprenden una guerra para acabar con todas las guerras, o adoptan la violencia para llegar a la paz, o como hizo una piadosa maestra, al acabar la guerra: Dios ha sido muy bueno con nosotros: hemos rezado sin parar... ¡Y todas las bombas han caído en la otra parte de la ciudad!
La gente que detenta el poder está a punto de destruir el mundo para no perder su poder. Lo que supone una gran diferencia para ellos es que, si están en el poder, quieren probar al resto del mundo que son los más poderosos.
Ahora esta competición ha llegado a un punto suicida. Irán enviará misiles a Israel que esta también devolverá. Nadie sabe dónde caerán, caerán en alguna parte. Pero esos países están protegidos y todo el resto del mundo carece de protección. Por eso todo el mundo está en peligro.
La élite intelectual del mundo tiene que crear una atmósfera a nivel mundial que deje muy claro que las consecuencias no se limitan a los que están en guerra; está implicado el mundo entero. Como todo el mundo va a sufrir, todo el mundo debería unirse contra estas dos naciones y obligarlas a detener esta loca carrera de las armas nucleares y el poder.
Pero no parece haber protesta, no parece haber preocupación. El mundo sigue su viejo surco rutinario. Parece que la gente no tiene ninguna alerta, ninguna claridad respecto a este problema.
Puedo ver claramente que hay más posibilidades de que el mundo estalle que de que se salve, porque no se está haciendo nada por salvarlo y se está haciendo todo lo posible para que estalle.
Si en el mundo hay gente inteligente, deben presentar una protesta unificada ante las Naciones Unidas: Esto es intolerable. La paciencia tiene un límite, tenemos que prohibir todas las armas, debemos tirarlas al mar o encontrar la forma de inutilizarlas o darles una utilización creativa.