La diferencia

Cuento zen con moraleja

El ser humano hará absurdas y estúpidas distinciones en lo que para el Amor es una cosa. La naturaleza del Amor nunca se obsesiona con las diferencias.

Imagen del cuento: La diferencia

Cuento zen sobre la diferencia

Estaba un pastor apacentando 2 ovejas, una blanca y una negra cuando pasó por allí un individuo obsesionado con el tema de las diferencias, le dijo:

¡Hermosas ovejas, señor! A propósito ¿Puedo hacerle una pregunta?

Las que usted quiera, dijo el pastor.

¿Cuánto andan sus ovejas cada día?, le preguntó.

¿La blanca o la negra?

La blanca.

Bueno, pues la blanca andará unos seis kilómetros al día.

¿Y la negra?

La negra también.

¿Y cuánta hierba diría usted que comen cada día?

¿La blanca o la negra?

La blanca.

Bueno, pues la blanca comerá unos dos kilos de hierba al día.

¿Y la negra?

La negra también.

¿Y cuánta lana diría usted que dan al año?

¿La blanca o la negra?

La blanca.

Bueno, pues yo diría que la blanca, cuando llega el momento de esquilarlas, dará unos tres kilos de lana al año.

¿Y la negra?

La negra también.

El individuo estaba enojado por qué pensó que le estaba tomando el pelo: ¿Puedo preguntarle por qué, a cada una de mis preguntas acerca de las ovejas, insiste usted en distinguir la blanca de la negra, si resulta que no se diferencian más que en el color?

Bueno, verá usted, dijo el pastor, es que la blanca es mía, ¿comprende?

¡Ah, ya! ¿Y la negra?

La negra también.

MORALEJA

El ser humano hará absurdas y estúpidas distinciones en lo que para el Amor es una sola cosa. La naturaleza del Amor nunca se obsesiona con las diferencias.

Cuando somos capaces de amar sin quedarnos en las diferencias, el amor tendrá entonces la oportunidad de florecer.

La mayor experiencia de la vida es cuando simplemente amas sin diferencia alguna, sin esperar nada a cambio, ni un simple “gracias”. Por el contrario, un auténtico, un verdadero amante se siente en deuda con la persona que ha aceptado su amor.

Cuando empieces a dar amor con un profundo sentimiento de gratitud hacia todos aquellos que lo acepten, te sorprenderá haberte convertido en un Dios; ya no eres un mendigo igual que un perro hambriento que vende el alma si le dan migajas de amor y un poco de aliento. Y aquellas personas a cuyas puertas llamas y no pueden darte amor; ellos mismos son los mendigos.

Recuerda: La plenitud es la unidad en su máxima expresión, es el estado de iluminación, es el amor puro. El amor es DIOS.