El cuento Zen «Desprogramarse», enseña a liberarte de la programación para responder por ti. Lo que nace y se decide adentro es auténtico y te hace libre.
Hay que dar al otro la oportunidad de que sea él mismo, eso es comprensión, eso es amor verdadero. No programar a los demás es de sabios e iluminados.
Ni una sola piedra de programación mental quedará al ser manifestada la verdad. Mira, observa, examina, explora... y tu mente se hará viva y despierta.
La felicidad no tiene nada que ver con la ambición; la felicidad nada que ver con dinero. La felicidad se relaciona con tu consciencia, no con tu carácter.
El fanático entregar su cuerpo a la hoguera, sin amor en absoluto. Ideal que no quemara su cuerpo; y quemara su «EGO». Y el amor brotará automáticamente.
El amor sanará tanto a quienes lo reciben como a quienes lo dan. El amor no es una cantidad, es una cualidad que crece si la das y morirá si la retienes.
Si nos amamos verdaderamente, somos capaces de aceptarnos y valorarnos sin ambicionar nuestras carencias, nuestra imperfección y nuestra vulnerabilidad.
La verdad no necesita que se la mantenga, esa es la belleza de la verdad. Pero una ficción, debes pintarla seguido, está a cada instante derrumbándose.
Para despertar no se necesita que te enseñen a mirar. Solo necesitas que te libren de la programación cultural y religiosa que te mantiene dormida y ciega.
Si este momento está lleno de amistad, ¿por qué preocuparse por el próximo momento? Mira lo que le sucedió a este par de amigos en el campo de batalla.
Cuando ames a una mujer, no te preocupes por lo que los demás han dicho sobre el amor, porque las palabras de loro se convertirán en una interferencia.
El niño programado es un niño que ha perdido su identidad. Hay cosas implicadas que lo estás destruyendo completamente. Se hará viejo, pero no crecerá.
Ama a tu prójimo, sin preocuparte de a quién se lo estás dando. Simplemente, da y encontrarás paz y silencio tremendos. Conviértelo en tu meditación.
La vida es un espejo, refleja tu rostro. Sé amable, y la vida reflejará amabilidad. Se sabe que si eres cariñoso con un perro, este se vuelve tu amigo.
Ámate a ti mismo, ámate con intensidad, y con ese amor desaparecerán tu orgullo y tu ego. Y si desaparecen, tu amor empezará a alcanzar a otras personas.
Un sabio recibe no según él, sino según él ser. El ave murió a causa de la bella música. Y el príncipe lo hizo bien, así era como se recibía a un invitado.
Arrojamos los diamantes por estar esperando lo que creemos perfecto o soñado y deseando lo que no se tiene, sin darle valor a lo que tenemos alrededor.
La espiritualidad no es programación ni un mecanismo. Es, por el contrario, un desafío: Dios desafía al hombre gritándole una y otra vez: ¡Interiorízate!
Lo que haces como hábito y que no puedes dejar de hacer porque te domina, te hace dependiente, esclavo de lo que crees, porque te lo han programado.
Las religiones insisten en programar a los niños desde tan pronto como sea posible, porque una vez pasada la infancia es muy difícil poder desprogramarlos.