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Citas Dependencia


Conocer tu aislamiento interior es conocer la existencia, la naturaleza, tu realidad; es donde desaparece la dependencia y brota la capacidad de amar.

También existe la recuperación al comprender las verdaderas raíces de nuestros síntomas. Nuestros miedos, incapacidades y dependencias.

Estar ligado a nuestra intuición promueve una dependencia confiable en ella, sin importar lo que suceda. Cambia la actitud guía de la mujer, de lo que será, será a déjame ver todo lo que hay que ver.

La conciencia de la prosperidad hay que formarla. Primero negando viejas ideas de carestía, de restricción, de dependencia de canales fijos.

Observa el deseo y quita el veneno del deseo, la compulsión, lo que te arrastra, la dependencia.

El corazón de una mujer desea comunión apasionada mas que la independencia.

Comprender la red de interdependencias nos lleva a descubrir que ninguno de sus nodos existe sin depender de otro y, por lo tanto, la naturaleza de la red carece de existencia propia.

La ley fundamental de los seres humanos es la interdependencia.

La relación materno filial es paradójica y, en cierto sentido, trágica. Requiere del amor mas intenso por parte de la madre, pero precisamente este amor debe ayudar al niño a distanciarse de la madre y a alcanzar la total independencia.

La alternativa fundamental para el ser humano es la elección entre vida y muerte, entre creatividad y violencia destructiva, entre realidad e ilusiones, entre objetividad e intolerancia, entre hermandad e independencia y dominación y sumisión.

La razón de la estrecha coincidencia entre el progreso del individuo y el de la carrera parece, por lo tanto, si tenemos en cuenta la dependencia de cada uno sobre el otro.

James Hallan nos dice que favorecer la fantasía del crecimiento de nuestro hijo crea una necesidad estática que no evoluciona hacia su independencia.

Inmediatamente después del rompimiento y antes de involucrarse en otra relación, es importante para un hombre recuperar de nuevo su sentido de independencia, autosuficiencia y autonomía.

La estabilidad del autodominio se restaura sobre transformar su modelo mental para considerar la dependencia del control personal de una pensamiento fuente ocultada, separada, tal como necesidad o un nivel divino que supere necesidad.

Todo esta ligado, todo se une en el universo. No se puede separar la parte del todo: la interdependencia rige el orden cósmico.

Es inútil ser egoísta, ya que cada uno de nosotros vive en interdependencia con todo el mundo y con todas las cosas.

Para poder disfrutar de una relación sana y sin dependencias es importante que aprendamos a ser felices solos para no poner nuestro bienestar en manos de los demás.

Sabía usted que cuando el esquema tecnológico domina la interacción humana de la vida real, la ‘tecno-dependencia’ muestra sus múltiples rostros.

Sabía usted que así como conflictos relacionados con violencia familiar y de género, problemas de pareja y codependencia afectiva ocurren de igual forma.

Sabía usted que es por ello que puede hablarse de la existencia de una dependencia psicológica de las redes sociales, la cual puede afectar el verdadero desarrollo del individuo.

Sabía usted que es un diálogo real con nuestro creador, es aceptar nuestros límites que tenemos como seres humanos y de nuestra verdadera dependencia que tenemos hacia él.

Sabía usted que debemos romper con toda dependencia de aprobación externa, para dar paso a la motivación interna, la cual es solamente de nosotros y nadie debe modificarla.

Sabía usted que nunca antes la humanidad se había encontrado presa de tanta idolatría como en éste siglo, así con las dependencias obsesivas las adicciones se multiplican.

Nada paraliza mas el pensamiento que el sentimiento de inferioridad impuesto necesariamente por los golpes cotidianos de la pobreza, de la subordinación, de la dependencia.

Nuestras acciones personales y las de los demás están en relación de interdependencia.

La idea de la compasión se basa en un profundo conocimiento de la interdependencia de todos los seres vivos, que son parte de los otros, y todos los involucrados en el otro.

En dependencia, no hay felicidad, ni siquiera en un sueño.

Mickey Mouse es, para mi, un símbolo de independencia. Era un medio para un fin.

La obsesión implica que el amor se vuelve insaciable en la relación. Uno de los miembros de la pareja nunca esta satisfecho con su relación, no puede hacer nada sin su pareja, y demuestra una gran dependencia.

El desapego no es desamor, sino una manera sana de relacionarse, cuyas premisas son: independencia, no posesividad y tampoco adicción.

Es la obligación la que constituye el problema: la obligación produce culpa y dependencia, mientras que la libre elección produce amor e independencia.

Lo cual es malo al menos por las siguientes razones de consecuencia: primero, porque hace vulnerables, y en grado diverso, a amplísimas capas subalternas de la sociedad. Y con la vulnerabilidad viene la dependencia; con la dependencia, la falta de libertad, y con la falta de libertad, en grado diverso, la condición servil y la pérdida del autorrespeto. Segundo, porque pone en manos de unos pocos poderes y recursos desmedidos que pueden condicionar y sesgar el proceso político del lado de sus intereses privilegiados, socavando así toda esperanza de democracia real y quebrando la igualdad política que subyace al ideal de ciudadanía. Finalmente, la desigualdad extrema entre ricos y pobres (entendidos éstos en sentido amplio) quiebra la comunidad, rompe los lazos de fraternidad y desata, de un lado, la codicia de los pocos y, del otro, cuando no la envidia y el resentimiento, siempre al menos la frustración, y muchas, muchas veces, la desesperación de los muchos.

La segunda justificación de la desigualdad la convierte en el necesario precio de la libertad. En un mundo regido por el libre mercado y asentado en el sacrosanto principio de la libertad de elección, un Estado intervencionista podría imponer políticas redistributivas y regulaciones igualitaristas, pero solo lo lograría a base de cercenar esa misma libertad individual, a base de recortar las opciones sobre las que elegir. Este argumento es tan falso como cierto es el hecho de que la desigualdad implica ella misma una falta de libertad, tanto más profunda cuanto más dramática sea esa desigualdad. Porque falta de libertad -de decidir, de hacer y aun de rechazar- es lo que tiene el trabajador precario que apenas llega a fin de mes y no sabe si mañana conservará su empleo; es lo que sufre la mujer sometida al marido y desfavorecida y discriminada en toda suerte de oportunidades de vida; es lo que padece el desempleado de larga duración, que soporta el estigma social de la dependencia del subsidio público (si es que lo tiene). Falta de libertad es lo que tiene el pobre que depende de la exigua caridad de sus congéneres. Falta de libertad es lo que sufre el subordinado (en la jerarquía de la empresa, por ejemplo) cuando tiene que comulgar con ruedas de molino porque necesidades o deseos vitales para él dependen de la voluntad de su superior. Falta de libertad, en fin, es lo que padece el que vive con permiso de otro. No olvidemos el dicho de Juvenal: 'Hay muchas cosas que los hombres, si llevan la capa remendada, no se atreven a decir'. El mundo contemporáneo, porque distribuye de forma tan groseramente desigual recursos, oportunidades y riqueza, padece un hondísimo problema de falta de libertad.

Vivimos, no es novedad, en un mundo de enorme complejidad. Son crecientes y cada vez más intrincadas, las complementariedades que día a día se generan entre actores sociales, sectores, organizaciones y países. Se trata de la globalización, sinónimo de (inter) dependencia. Estamos cerca del fin de una época. Las amenazas no sobran. El cambio climático y la continua degradación ambiental, la tremenda desigualdad que día a día se incrementa, la crisis de seguridad alimentaria producto del incremento de los precios de los alimentos, la crisis del agua, la incesante inestabilidad socio-polítco-económica registrada a escala global, la pobreza y, tal vez la peor de las penurias que se viene: la crisis energética en ciernes que tendrá consecuencias aun impensadas desde el actual paradigma de conocimiento y gestión.

Pensar en esta situación me provoca una suerte de angustia esperanzadora. Angustia, por descubrir que estamos frente a una realidad abrumadora capaz de despertar los más primales impulsos por la supervivencia individualista. Esperanzadora por que creo que solo nueva forma de ver la realidad y de actuar, más colaborativa y basada en crear una cultura de comunidad humana solidaria serán el único resguardo que asegure la sostenibilidad de la nuestra especie. El día que se confirme que hemos alcanzado el peak del petróleo deberemos replantearnos si nuestros modos de vida pueden realmente continuar así, con esta creciente dependencia del consumo y la dilapidación. El mundo habrá cambiado para siempre.

Significa cortar aquel gasto que realmente no sirva a nuestras vidas, y practicar una administración hábil de nuestras finanzas personales, para lograr una gran independencia financiera. La frugalidad y el manejo financiero personal cuidadoso otorgan un aumento de libertad económica y la oportunidad de elegir más conscientemente nuestro camino en la vida. Vivir con menos también reduce el impacto de nuestro consumo sobre la Tierra y libera recursos para otras personas.

A medida que continua el proceso de adaptación al grupo, el adepto encontrará en un miembro veterano a un confesor, un guía o un “segundo padre” que le confortará para ofrecerle seguridad y respuesta a ese mar de inquietudes que le invaden. Se genera una relación de dependencia en la que el adepto necesita abrazar la tutela paternalista de un miembro capaz de mitigar su angustia e inseguridad. La figura del líder está siempre presente en ese vínculo, bien a través de alusiones frecuentes a su doctrina, o mediante su reflejo en el dirigente que, al considerarlo un modelo de perfección espiritual, imita su personalidad y carisma, e incorpora como suyas muchas de sus frases.

En este sentido, pueden calibrarse dos tipos de “secta dicción”: la dependencia mental a la doctrinal del líder, que justifica la dinámica del grupo y es asumida de forma acrítica durante el proceso de adoctrinamiento; y la vinculación afectiva que se establece con los demás miembros de la comunidad sectaria. Esta doble adicción suple dos tipos de necesidades básicas. La primera sacia la angustia existencial inherentes a todo ser humano al ofrecer respuesta a las eternas interrogantes “Quién soy, de dónde vengo y adónde voy”. La segunda satisface las carencias afectivas del adepto. De hecho, la misma estructura sectaria suele reproducir el modelo familiar, donde el líder simboliza la figura paterna.

Tácitamente, y de un modo gradual, la secta acaba mermando la capacidad crítica del individuo al fomentar su dependencia a la doctrina del grupo, que no es más que un instrumento manejado hábilmente por el líder para garantizar la subordinación de sus acólitos. De un modo expreso, al adepto se le prohíbe ejercer la “especulación mental”, se inhibe su capacidad de libertad de pensamiento para convertirle en un papagayo que, sin ser consciente de ello, solo sabe repetir las ideas que la secta le ha inculcado y que considera como propias.