La iluminación espiritual

Urgente ateo pensando

POR: JIDDU KRISHNAMURTI

Imagen; Urgente ateo pensando; Jiddu Krishnamurti

KRISHNAMURTI ¿USTED ES ATEO?

Pienso que las personas que dicen creer en Dios son ateas.

Pregunta: ¿No tiene ninguna fe en el poder de la Divinidad que moldea el destino del hombre? Si no la tiene, ¿es usted, entonces, un ateo?

Krishnamurti: La creencia de que hay una Divinidad que puede moldear al hombre, es uno de los obstáculos del hombre; pero cuando yo digo eso, no significa que soy un ateo. Pienso que las personas que dicen creer en Dios son ateas, no solo aquéllas que no creen en Dios, porque ambas son esclavas de una creencia.

Usted no puede creer en Dios; tiene que creer en Dios solo cuando no hay comprensión, y no puede tener comprensión buscándola. Antes bien, cuando su mente está en verdad libre de todos los valores que se han vuelto el núcleo mismo de la conciencia egocéntrico, entonces existe Dios. Nosotros tenemos la idea de que algún milagro nos cambiará; pensamos que alguna influencia divina o externa producirá cambios en nosotros y en el mundo. Hemos vivido con esa esperanza durante siglos, y lo que pasa en el mundo es un caos completo, irresponsabilidad en la acción, porque pensamos que algún otro va a hacerlo todo por nosotros. Descartar esta idea no significa que debamos volvernos a su opuesto. Cuando liberamos a la mente de los opuestos, cuando vemos la falsedad de la creencia acerca de que algún otro cuida de nosotros, entonces se despierta en nosotros una nueva inteligencia.

Usted quiere saber qué es Dios, qué es la verdad, qué es la vida eterna; por eso me pregunta: ¿Es usted ateo o creyente? Si cree en Dios, entonces dígame qué es Dios. Yo digo que para el hombre que describe qué es la verdad o qué es Dios, la verdad no existe. Cuando la verdad es puesta en la jaula de las palabras, la verdad ya no es más una realidad viviente. Pero si usted comprende los falsos valores en que está atrapado, si se libera de ellos, entonces hay una realidad viva y eterna.

La creencia es una negación de la verdad; la creencia obsta la verdad; creer en Dios no es encontrar a Dios. Ni el creyente ni el incrédulo encontraran a Dios; porque la realidad es lo desconocido, y nuestra creencia o no creencia en los desconocido es una mera proyección de nosotros mismos y por lo tanto no es real.

MAS ALLA DE LAS CREENCIAS

Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría, alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo; le volvemos la espalda.

Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindú, la budista, etcétera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos. De modo que empezamos una indagación para averiguar qué es lo verdadero, cuál es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teorías. La creencia es corrupción, porque detrás de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el yo -el yo que se vuelve cada vez más grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religión. Pensamos que creer es ser religioso.

¿Comprende? Si no creemos, se nos considerará ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenará a los que creen en Dios, y otra sociedad condenará a los que no creen. Ambas son la misma cosa. Así pues, la religión se vuelve una cuestión de creencia; y la creencia actúa y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jamás puede ser libre. Pero solo en libertad podemos descubrir qué es lo verdadero, qué es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad.


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