La iluminación espiritual

Una guerra en la consciencia del mundo

LA CONCIENCIA INDIVIDUAL

Nuestro yo inferior egocéntrico cargado de defectos.

En estas horas históricas y decisivas en tantos aspectos, muchos siguen ignorando las causas profundas de los enormes conflictos humanos y brechas sociales a pesar de sufrir sus consecuencias. Muchos ignoran, hipnotizados por los telediarios, los periódicos y los políticos que precisamente lo que convierte en decisivo nuestro presente es una gran batalla que tiene lugar en dos campos simultáneamente: el campo de la conciencia individual y el campo de las relaciones humanas.

En el campo de la conciencia individual, la lucha se desenvuelve entre nuestro pequeño yo humano, nuestro yo inferior egocéntrico cargado de defectos al que hemos permitido dirigirnos tal vez durante años y hasta –quizás- existencias, y nuestro yo superior, nuestro verdadero ser divino, que aspira a un mundo más elevado, donde reine el altruismo y el amor. Cada uno de estos contendientes tiene aliados correspondientes a su frecuencia energética. Los aliados del yo egocéntrico, como energía de baja frecuencia a causa de las pasiones y deseos inferiores, son igualmente seres de energía de baja frecuencia, pues lo semejante atrae a lo semejante. Los aliados de nuestro ser divino, por el contrario, son seres de energías de alta frecuencia, más alta cuanto más puros seamos. Unos son visibles y otros, no; unos estamos encarnados y otros, no; pero todos estamos en comunicación, porque todos formamos parte de una gran Unidad de energía a la que llamamos Dios y de otros modos, aunque vibremos en distintas frecuencia debido a nuestro mayor o menor cumplimiento de las leyes de esa energía cósmica divina. Esas leyes nos son sobradamente conocidas, pues se trata de los Diez Mandamientos y del Sermón de la Montaña.

Los alineados contra Dios y Sus manifestaciones de amor desinteresado, libertad, igualdad, justicia, unidad o fraternidad mundo oscuro, aunque sean almas que dejaron este mundo, son los seres de la oscuridad. Son aliados entre sí e influyen telepáticamente con sus emisiones de pensamientos negativos en los humanos más débiles. Su objetivo es doble: recibir su energía y controlar su voluntad. Los humanos más débiles espiritualmente pueden, sin embargo, vivir siendo encumbrados por los seres de la oscuridad de este mundo o del Más Allá y tener poder y prestigio entre nosotros mientras les sean útiles. Y cuando no lo son, simplemente les abandonan a su suerte. Así vemos sucederse imperios, gobiernos, familias, caciques y diversas gentes notables encumbrados, y un tiempo después quitados de en medio por diversos medios, y luego olvidados.

Entre la Luz, Dios, y la energía contraria a Dios u oscuridad existe una confrontación espiritual permanente que solo puede acabar con un vencedor, que, como es natural, solo puede ser Dios, pues el Creador no puede ser vencido por Sus criaturas. Esta confrontación es visible en el mundo que muestran los medios de comunicación, pero también en nuestro yo interno y en nuestras consiguientes actitudes personales.

Ambos bandos, sin embargo, actúan de distinta manera. Los seres de la luz nunca intentan imponer su voluntad a almas o a hombres, por eso sugieren y proponen enseñanzas y medios para avanzar espiritualmente, pero nunca intentan imponer o forzar, ya que respetan el libre albedrío, que es una parte de nuestra herencia de Dios, nuestro Padre. En cambio, los seres de la oscuridad fuerzan el libre albedrío, engañan, manipulan, disfrazan las cosas y buscan imponer su voluntad a los débiles para salirse con la suya, que no es otra que querer ser como Dios, y obtener energía humana para aumentar su poder con ese fin. Para ello intentan excitar nuestros instintos inferiores en forma de pasiones, odio, violencia, deseo de poder y reconocimiento, y muchas cosas más. Incluso actúan inspirando religiones para que confundamos espiritualidad con organizaciones jerarquizadas de cultos, ritos y ceremonias que no son otra cosa que paganismo disfrazado, idolatría, dogmas, supersticiones y verdades previamente manipuladas para presentarlas sin fuerza y obtener energía a través de los incautos que caen en sus redes. Con ese equipaje, que procede de antiguos cultos paganos pintados con el barniz que les conviene, las religiones e iglesias institucionales pretenden tener atrapadas las conciencias a través todos esos clanes sacerdotales cuyas jerarquías y poder sirven a las fuerzas contrarias a Dios pero aparecen disfrazados con ropajes, ceremonias externas y lujosos palacios y catedrales para disimular la verdad: que son parte del Estado de los demonios.

¿Cómo se formó y cómo está organizado el Estado de los demonios?

Cristo nos responde:

Como consecuencia del continuo alejamiento de Dios, se fue forman en el transcurso de periodos interminables de tiempo, el Estado de los demonios. Bajo su dominación están todos los que han vendido y venden su alma a lo negativo, al principio satánico separa, ata y domina.

Con despotismo, violencia, poder, codicia, avidez, envidia, hostilidad y desavenencia, Mi adversario se ha creado su dominio y su territorio. Es la jerarquía de los demonios, el Estado de los demonios, que se amplía hacia lo inferior. De él han venido y vienen las inspiraciones que los cómplices captan y transmiten a las víctimas. Los cómplices son hombres que en el mundo ocupan una posición directiva, que quieren apoderarse sin escrúpulos del poder mundial y cuyo único objetivo es alcanzar poder y prestigio, dominar, mandar y gobernar.

Para que los cómplices puedan llevar a cabo sus planes precisan de víctimas, es decir, de esclavos que hagan lo que ellos quieren: estos aspiran a su vez a alcanzar poder y prestigio y están dispuestos a honrar a los cómplices pisoteando por un lado hacia abajo y hablando melosamente hacia arriba; imitan a los cómplices para lograr algo semejante a lo que estos han recibido prestado de los demonios. Quien cae en las garras de los demonios y de sus cómplices es la víctima.

Tal vez le resulte fácil al lector hacer la traducción correspondiente a la organización del mundo, tanto política como religiosa.

MATERIALISMO Y PAGANISMO

…Por tanto el mundo que hemos construido entre todos y ahora se vuelve contra nosotros está regido por una doble corriente anti-evolución: materialismo y paganismo, que son fuerzas que confluyen entre sí hasta formar una única corriente en conexión directa con el invisible mundo demoniaco y representadas por las instituciones políticas y religiosas de todo el Planeta. Todas ellas son el ejército terrenal de la Oscuridad. Como es natural, no lo van a decir, sino al contrario: dedican grandes esfuerzos propagandísticos y recursos teatrales para aparentar justo lo contrario de lo que son, y por ello usan a diario sus máscaras de nobles, honrados, amantes del orden y de los derechos humanos los unos, mientras los otros, hablan de Dios –en el que muestran no creer- y de Sus Mandamientos – que no respetan- para atraer a incautos que son incapaces de ver lo que quieren de ellos: convertirlos en sus siervos suministradores de energía. Otra parte importante de sus recursos los utilizan para la guerra: la que mantienen unos contra otros, porque los demonios dirigen a quienes- a su vez- dirigen este mundo y entre ellos están divididos por el control del poder, que les lleva a la ofensiva permanente entre sí. En esta lucha pueden soportar agitadores sociales, porque tienen uniformados para defenderse de ellos, pero no pueden soportar herejes o místicos o profetas, porque son despertadores de conciencia que les pueden quitar sus fuentes de aprovisionamiento, y si la manera tradicional de combatirlos fueron la calumnia y las hogueras, ahora siguen con la calumnia, el ninguneo y el descrédito o asesinato moral. Y aunque las fuerzas oscuras estén enfrentadas por intereses egoístas, sí se ponen fácilmente de acuerdo cuando se trata de quienes les denuncian públicamente o les desbaratan sus juegos sucios: les llaman sectas, o antisistema.

El Estado de los demonios actúa en todas partes según tres principios que Cristo nos desvela en Su manifestación El Estado de los demonios, sus cómplices y sus víctimas(1). Y estos principios son: Separa, ata y domina. Lo vemos en los juegos de la política, en los juegos de las Iglesias y en las organizaciones que buscan igualmente el poder, el prestigio y la riqueza.

A consecuencia de ello, Cristo nos advierte:

La influencia ejercida por el Estado de los demonios aumentó cada vez más: el hombre mundano y enredado en sus redes de pensamientos, ya no pensó ni piensa en Dios ni en su origen. En su egoísmo olvidó la gran unidad y su herencia espiritual, el SER en él. Pensó y piensa solo en sí mismo, en su bienestar, en su progreso material, en propiedad, prestigio y poder. Como consecuencia de ello dividió la Tierra en parcelas sobre las que ejerció y ejerce su dominio.

Los demonios tomaron y siguen tomando las energías del hombre tirano y egocéntrico. Ellos aplicaron y aplican una parte de ellas en este mundo para que cada vez más hombres se enreden en sus redes de pensamientos, en sus subcomunicaciones. Los demonios no tienen respeto por nada, y el hombre que se deja seducir se convierte en su igual. Él no respeta a su prójimo, ni a su prójimo de los reinos naturales, los animales, ni tampoco al mundo vegetal.

El ansia de dominio no conoce límites. El hombre materialista, enredado en su egocentrismo, quiere dominarlo todo. El hombre domina a su pareja, a sus hijos, a los empleados y obreros. En tiempos pasados fueron los siervos, vasallos o esclavos.

El principio universal eterno es la ley: Une y sé

Cristo

Mientras el bando de la luz propone pacíficamente la ley divina para ayudarnos a ser libres, el de la oscuridad, se rige por lo contrario, por el principio impuro separa, ata y domina, y con su aplicación quiere convertirnos en esclavos suministradores de energía y busca la confrontación, la mentira y la violencia como método de acción. Y esta batalla se da simultáneamente en el mundo espiritual, en nuestra conciencia personal y en el mundo material, social, económico y político. Como esta batalla es incesante y no hay nadie que esté fuera de ella, es importante para cada uno saber dónde se encuentra y de parte de quién está. Y el caso es que no hay más que dos opciones: o con Dios o en contra de Dios.