La iluminación espiritual

Templo interior

POR: OSHO

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La casa de mi Padre

Jesús salió del templo...

Estaba visitando el Gran Templo de los judíos, siempre que lo visitaba se sentía triste y enfadado, porque allí todo iba mal. El templo se había convertido en un comercio; había dejado de ser un templo, estaba dominado por los negociantes. Allí se vendía a Dios, y por supuesto, Dios no puede ser vendido. Solo pueden venderse los falsos dioses. El templo había dejado de ser un santuario para la oración, ya no era un lugar para meditar, un lugar donde uno se conecta con Dios. Estaba controlado por los sacerdotes, que a su vez estaban supeditados a los derechos adquiridos. Siempre que Jesús iba al templo, salía enfadado y triste. Una vez se enfadó tanto que expulsó de allí a todos los cambistas. Les gritó diciendo: ¿Qué habéis hecho con la casa de mi Padre? ¡La habéis convertido en una guarida de ladrones!.

Esta historia empieza también:

Jesús salió del templo y, cuando se alejaba,
se le acercaron sus discípulos para mostrarle
las construcciones del templo.

Pero él no estaba interesado en ver esas construcciones, porque el Dios que en otro tiempo había vivido allí ya no estaba. Era una ruina. El alma había abandonado el cuerpo, era un cadáver.

Él les dijo: ¿Veis todo esto?

¿Todavía llamáis a esto templo? ¿No veis todo lo que está sucediendo allí? Es política, ya no es religión. Es reformista, ha dejado de ser rebelde. No transforma a la gente, la consuela. No golpea a la gente para que se despierte, le canta nanas para que duerman mejor.

Recuerda esto:

Muchas veces te diriges a una persona religiosa no para que te despierte, sino para que te ayude, que te consuele. Vas mendigando una nana, un tranquilizante, algo que no te puede ayudar a despertar. Sí puede ayudarte a estar menos incómodo en este desagradable mundo, menos inseguro en este incierto mundo; a estar menos ansioso, menos tenso. Sí puede ayudarte a relajarte un poquito, pero eso no va a cambiarte o a transformarte. De hecho, la transformación solo puede suceder cuando estás COMPLETAMENTE tenso, cuando la ansiedad alcanza su punto álgido —solo entonces ocurre la revolución, un cambio radical.

Los sacerdotes dan consuelo, son muy astutos y muy ingeniosos creando teorías para consolar. Durante siglos han estado consolando a los pobres en India. Eres pobre por haber cometido malos actos en tus vidas pasadas —esto es consolar. La gente es pobre porque son explotados. En la actualidad el sacerdote está en manos de los explotadores —porque ellos, naturalmente, tienen el poder, son sus portadores. El sacerdote vive de las migajas que sobran en la mesa de los ricos. Tiene que ayudar a los maestros.

A lo largo de los siglos ha enseñado a la gente pobre: Estás deformado debido a tu mal KARMA, y la gente es rica por su buen KARMA. Son ricos porque en sus vidas pasadas fueron santos; y los pobres lo son por haber pecado.

Esto es algo engañoso, encubre una gran estrategia, una gran política. Si te fijas en la gente rica, parece que sean ellos los pecadores. ¡Lo son! —son explotadores, tramposos y falsos. Y los pobres, que de alguna manera son inocentes, que no hacen ningún daño a nadie, son los pecadores del pasado. No parece que esto sea lógico, porque si alguien ha sido un pecador durante tantas vidas, también lo será en esta. La posibilidad de ser un pecador es mayor que la de ser una persona corriente, inocente, pobre. Y si han sido grandes santos.en sus vidas pasadas, no pueden ser vendedores de mercado negro, no sería lógico. No pueden seguir explotando a la gente; su santidad no se lo permitirá.

La situación es justo al contrario, pero la ideología ayuda a consolar. Los pobres dejan de sentir las heridas. El sacerdote ha vertido ungüento sobre ellas diciendo: No hay por qué preocuparse. Nadie más es responsable. Debes de haber hecho algo malo en tus vidas pasadas. Le da una explicación para ayudar a la persona pobre. Descubre una explicación, encuentra la causa —solo él es el responsable. Pero ahora ya no se puede hacer nada, uno tiene que pasar por ello en silencio. Por eso en India nunca ha habido una revolución, por causa de los sacerdotes.

¿Cómo puede haber una revolución si tú eres el responsable? Lo único es seguir haciendo cosas buenas —sea lo que sea. Un pobre no puede permitirse hacer mucho, pero deberá seguir, haciendo aquello que hacía. Puede ir a darse un baño al Ganges una vez en su vida o puede contribuir con algo en el templo de la ciudad o, una vez en la vida, encargar algún tipo de ritual. Eso es todo lo que puede hacer y seguir esperando a la vida siguiente. En la siguiente vida será feliz, vivirá en palacios y disfrutará de todo tipo de cosas buenas. Así que se trata de tener un poco de paciencia. Los sacerdotes enseñan la paciencia, el consuelo, dando explicaciones de por qué son pobres y ocultando los hechos reales.

El templo se ha convertido en la ciudadela de todo lo que está mal, y Jesús lo sentía así cada vez que iba allí. Veía las cosas que allí pasaban. No podía creer que la gente no se diera cuenta, que no lo pudieran ver.

¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra...

¡Este templo ha de ser destruido! ¡Esta así llamada religión tiene que ser destruida! ¡Esta religión de sacerdotes y políticos tiene que ser completamente borrada de la tierra!

... En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida.

Está irritado. Nunca verás tanta ira en Buda, por eso él se salvó de la crucifixión. Aunque hable, lo hace de manera muy filosófica. Aunque diga cosas, no las dice furioso, con ira; es muy cortés.

El mensaje de Buda es como la música clásica —silenciosa, hermosa, que no contiene revolución. El mensaje de Jesús es un eslogan; no es una coincidencia, no es por accidente que todos los grandes revolucionarios vengan de la tradición de Jesús. Vienen de Occidente, no de Oriente. En Oriente faltan los revolucionarios. Oriente ha tenido grandes sabios pero ningún revolucionario. Todas las grandes revoluciones y todas las grandes ideas revolucionarias vienen de Occidente. Los fundamentos de Occidente están basados en la ideología de Jesús, en su visión de la realidad.

Te sorprendería saber que hasta el comunismo viene del cristianismo, no del hinduismo, del jainismo o del budismo. El comunismo es también una ramificación del cristianismo, por muy en contra que estén de él —eso no importa. Un hijo puede estar en contra de su padre; eso no hace que sea menos hijo, que deje de ser su hijo. Sigue siendo su hijo. Marx, Freud, Kropotkin, Tolstoi, Ruskin y Thoreau, todos proceden de la misma semilla, de la misma apreciación sobre la vida: el enfoque de Jesús.

Jesús es una ramificación del planteamiento judío.
Esto ha de ser comprendido también.

Nada semejante a los profetas judíos ha existido nunca en India o en China —no; nunca. No encontrarás en India a nadie como Juan Bautista. Esos grandes profetas de los judíos estaban todos llenos de revolución, eran ardientes, ¡eran fuegos encendidos! Los profetas no han existido nunca en India; sí los santos y los sabios —pero no los profetas. Cuando alguien llama profeta a Mahavira, no está en lo cierto. Llamar profeta a Buda, simplemente parece absurdo. Buda no es un profeta. No tiene ninguna profecía para el futuro, no aporta ninguna revolución. Trae una nueva consciencia, su propia consciencia. La pone a disposición, pero no grita. No dice que el templo debería ser incendiado, que debería ser derruido, que no quedará ni una solo piedra sobre otra. Jesús tiene la cualidad de un profeta judío. Era discípulo de Juan Bautista, que fue asesinado igual que Jesús; fue decapitado.

La tradición judía ha dado nacimiento a otros revolucionarios también. Marx era judío, así como también lo era Sigmund Freud. Tanto si es sociológica, económica, psicológica o incluso física, la revolución viene de los judíos. Albert Einstein era judío. Hay un cierto elemento en la consciencia judía que los hace revolucionarios. Solo tienes que pensar en la historia de la humanidad sin tres judíos: Jesús, Marx y Freud —no habría habido ninguna revolución. La gente sería paciente, sufriría, aceptaría todo, indagaría y encontraría explicaciones en los sacerdotes. Esto ha de ser observado, porque es específico de los judíos.

Él les dijo:

¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea destruida.

En verdad os digo:

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Porque sus palabras no son SUS palabras, por eso no pasarán de largo. Porque sus palabras son las palabras de Dios. Él solo es un vehículo, un medio: solamente dice lo que Dios quiere. Pero Dios no tiene boca con la que hablar; Dios utiliza nuestras bocas. No tiene ojos para ver, utiliza los nuestros. No tiene piernas para andar, utiliza las nuestras.

Dios utiliza a Jesús como medio. Por eso Jesús puede decir que el cielo y la tierra desaparecerán, pero no así mis palabras. Este templo va a ser destruido, demolido hasta los propios cimientos, porque va en contra de la propia esencia de un templo. Ya no es un templo, ya no es religioso.

Esto sucede una y otra vez. Ahora en el Vaticano, el Papa —ya no son religiosos. Es la misma situación en que estaba el templo cuando Jesús lo abandonó. Ha vuelto a suceder lo mismo. ¡Siempre ocurre! Antes o después el templo se convierte en una guarida de ladrones, porque atrae a los inocentes. Existe una necesidad lógica para que suceda. Atrae a los inocentes. Una vez que los inocentes empiezan a llegar, los listos y astutos también vienen, porque allí donde se encuentren los inocentes, cabe la posibilidad de explotación.

Jesús atrae a los inocentes. Una vez estén allí, todos los astutos de alrededor se percatarán de la cuestión. Mientras Jesús esté vivo no pueden acercarse —su presencia es un impedimento. Pero una vez que se haya ido, toda esa gente astuta comenzará a infiltrarse, empezarán a llegar y se mezclarán con las ovejas —son lobos disfrazados de oveja para ocultarse. Antes o después, saldrán y se pondrán por encima porque son sagaces. Los inocentes no están interesados en estar en la cima; solo los tramposos vienen para eso. Una vez están arriba, se convierten en sacerdotes, en rabinos, en SHANKARACHARYAS, en papas. Entonces empiezan a dominarlo todo, cambiando su cualidad por completo.

Un templo lo es solo mientras Jesús está vivo. Una vez que Jesús se haya ido, es muy difícil que permanezca siendo un templo. Porque Jesús reúne a la gente inocente: reúne a muchas ovejas. Las protege mientras él está allí, pero cuando ya no está, los lobos empiezan a llegar. Porque los lobos solo se acercan al ver a tantas ovejas sin un pastor. Es su oportunidad —la oportunidad de su vida.

Lo mismo ha sucedido en el Vaticano, en el Puri, en la Ka'ba. A lo largo de los siglos ha venido ocurriendo lo mismo. Recuérdalo, porque esto también puede pasar aquí. Tendrás que estar muy, muy atento.

Por lo tanto, yo no quiero que seáis solo inocentes. Sed inocentes, pero no idiotas. Sed inocentes, pero no infantiles. Sed inocentes, pero dejad que vuestra consciencia ilumine vuestra inocencia. Así no podrá sucederos. Vuestra consciencia hará que os deis cuenta de si algo va mal; de lo contrario, volverá a ocurrir. Algún avispado empezará a manipularos. Manteneos alerta. Una y otra vez ha sido construido el templo y siempre lo han contaminado.

Pero con los años la humanidad ha cambiado mucho. Tal vez ahora sea posible, quizá haya llegado el momento para que la idea se haga realidad.

En verdad os digo:

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Velad, pues, porque no sabéis qué día llegará vuestro Señor.

Jesús está diciendo que no tiene sentido ir al templo, ni los rituales, ni los rabinos, ni las sagradas escrituras.

Lo único que necesitas es estar atento.


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