La iluminación espiritual

El saco de carbón

POR: JBN LIE

Imagen; El saco de carbón; Jbn Lie

LOS SENTIMIENTOS NEGATIVOS

Una bella historia y a su vez curiosa la forma en que se maneja el tema de la ira que invita a reflexionar sobre la manera que salen nuestros sentimientos negativos hacia los demás y el daño que nos hacemos, sabemos que el perdón es el mejor camino porque es sano y nos llena de alegría, satisfacción y paz.

Un día, Jaimito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto.

Su padre lo llamó. Jaimito le siguió, diciendo en forma irritada:

Papá, ¡Te juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo.

Por eso, le deseo todo el mal del mundo, ¡Tengo ganas de matarlo!

Su padre, un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien continuaba diciendo:

Imagínate que el tonto de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso!

Me gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela.

El padre siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de donde tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:

¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.

El niño lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como la tendedera estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó, le preguntó:

Hijo ¿Qué tal te sientes?

Cansado pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.

El padre tomó al niño de la mano y le dijo:

Ven conmigo quiero mostrarte algo.

Lo colocó frente a un espejo que le permite ver todo su cuerpo. ¡Qué susto!

Estaba todo negro y solo se le veían los dientes y los ojos.

En ese momento el padre dijo:

Hijo, como pudiste observar, la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y se multiplica en nosotros. Por más que queramos o podamos perturbar la vida de alguien con nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en nosotros mismos.


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