La iluminación espiritual

Parábola divina sobre el amor

POR: ANNA ZUBKOVA

Imagen; Parábola divina sobre el amor; Anna Zubkova

PARÁBOLA SOBRE EL AMOR

La primera cualidad del amor: su carácter indiscriminado.

Fíjate en la rosa: ¿puede acaso decir la rosa: Voy a ofrecer mi fragancia a las buenas personas y negársela a las malas ¿O puedes tú imaginar una lámpara que niegue sus rayos a un individuo perverso que trate de caminar a su luz? Solo podría hacerlo si dejara de ser una lámpara. Observa cuán necesaria e indiscriminadamente ofrece el árbol su sombra a todos, buenos y malos, jóvenes y viejos, altos y bajos, hombres y animales y cualesquiera seres vivientes... incluso a quien pretende cortarlo y echarlo abajo. Ésta es, pues, la primera cualidad del amor: su carácter indiscriminado.

Por eso se nos exhorta a que seamos como Dios, que hace brillar su sol sobre buenos y malos y llover sobre justos e injustos; sed, pues, buenos como vuestro Padre celestial es bueno. Contempla con asombro la bondad absoluta de la rosa, de la lámpara, del árbol.... porque en ellos tienes una imagen de lo que sucede con el amor. ¿Cómo se obtiene esta cualidad del amor? Todo cuanto hagas únicamente servirá para que tu amor sea forzado, artificial y, consiguientemente, falso, porque el amor no puede ser violentado ni impuesto. No hay nada que puedas hacer. Pero sí hay algo que puedes dejar de hacer.

Observa el maravilloso cambio que se produce en ti cuando dejas de ver a los demás como buenos y malos, como justos y pecadores y empiezas a verlos como inconscientes e ignorantes. Debes renunciar a tu falsa creencia de que las personas pueden pecar conscientemente. Nadie puede pecar a conciencia. En contra de lo que erróneamente pensamos, el pecado no es fruto de la malicia, sino de la ignorancia. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen... Comprender esto significa adquirir esa cualidad no discriminatoria que tanto admiramos en la rosa, en la lámpara, en el árbol...

La segunda cualidad del amor es su gratitud. Al igual que el árbol, la rosa o la lámpara, el amor da sin pedir nada a cambio.

El siguiente cuento sobre el amor es muy instructivo...

PARÁBOLA SOBRE EL AMOR

Había un hombre...
Una vez él oyó que Dios es Amor y decidió ir a buscar ese amor.
Empezó a escuchar lo que la gente decía al respecto...

Oyó lo siguiente:

¡Yo amo la carne!, dijo uno. Luego se fue y acuchilló un cordero, después lo frió y comió su cuerpo.

¡Yo amo la caza! ¡Puedo acertar en cualquier ave en el vuelo! ¡Puedo encontrar cualquier bestia en la espesura del bosque, matarla y sacar su piel!, dijo otro.

Qué oportuno, porque yo amo llevar pieles, dijo una guapa.

¡Y yo amo las flores!, añadió otra. Ella solía poner muchos ramilletes en floreros y contemplar su muerte, su marchitamiento.

¡Y qué pena que las flores sin raíces se han convertido en un símbolo de amor y de belleza!

Otro hombre expone:

¡Yo amo tanto a mi mujer y mi pasión por ella es tan fuerte que la mataré si de repente me traiciona con otro!.

Un caudillo añade:

¡Yo amo la gloria más que a todas las mujeres! ¡Por un momento de ésta, estoy dispuesto a dar todo!. Y él busca enemigos para enviar su ejército a morir. Por unos momentos de gloria, está dispuesto a perder vidas humanas.

Un emperador dice:

¡Yo amo el poder! ¡Yo dicto las leyes para mi país! ¡Todos tienen que satisfacer mis deseos! ¡Y todo sea según mi voluntad! ¡Yo ejecuto y yo perdono! ¡Yo empiezo la guerra y yo establezco la paz!.

Además, el hombre oyó:

¡Nosotros amamos a Dios! ¡Por nuestra fe estamos dispuestos a morir! ¡Por nuestra fe estamos dispuestos a matar!.

Se horrorizó el hombre por todo lo que oyó y exclamó: ¡Esto no puede ser el amor!.

Y las montañas resonaron: ¡Esto no es el amor!.

Y comenzaron a susurrar las hojas: ¡Esto no es el amor!.

Y exclamaron las aves: ¡Esto no es el amor!.

Y sonaron los ríos: ¡Esto no es el amor!.

Y el océano retumbó: ¡Lo que uno quiere para sí y derrama la sangre del otro no es el amor!.

Entonces, el hombre se dirigió a otro lugar. Llegó a un país y vio allí un niño bondadoso.

Le preguntó: ¿Qué es lo que amas?

¡Yo amo a mi madre y a mi padre! ¡Amo este claro en el bosque, lleno de flores! ¡Amo también este río y estos árboles! ¡Amo cantar y bailar, trabajar y jugar! ¡Todos se alegran de mi amor! ¡Y todos me aman!.

El hombre continuó su camino y vio un enamorado, a quien también preguntó sobre el amor. En respuesta el enamorado repitió las palabras que una vez dijo a su amada: ¡Sé feliz, mi amor! Aunque estés con otro, te repito otra vez: ¡Sé feliz, mi amor! ¡Sé feliz! ¡Que sepas que me alegro por ti!.

¡El hombre caminó más y vio un bello jardín, como si la tierra misma hubiera florecido! Vio un campo paniego y al que cultivó todo esto.

Le preguntó: ¿Qué es lo que amas?

¡Amo esta tierra! Hago jardines, cultivo trigo y flores y éstos me dan sus frutos, su belleza y su aroma. ¡Aquel que ha hecho un bello jardín y a todos ha dado su amor comerá maravillosos frutos!.

El hombre continuó su viaje por el país donde reinaban orden y paz y vio prosperidad y abundancia en la vida de aquel pueblo.

Finalmente, llegó al gobernante de aquel país y le preguntó, ¿qué era lo que amaba?

El sabio gobernante le contestó:

¡Amo a mi país y a todos sus habitantes! ¡Estoy dispuesto incluso a sufrir humillaciones de mi persona para prevenir la guerra y afianzar la paz para mi pueblo!.

El hombre continuó su camino. Escuchaba y observaba.

Y un día se encontró con el Maestro del Alma que amó a Dios con todo su corazón.

Entonces, le preguntó:

Dime, ¿cómo ama Dios, cómo es Su Amor? ¿Cómo conocerlo y cómo distinguir lo que es el amor y lo que no?.

El Maestro le respondió:

¡En el amor no puede haber ningún deseo para sí! ¡Todo aquello que contiene tal deseo no es el amor, sino la pasión, los antojos y los caprichos! ¡El amor es el fundamento del universo! ¡Y también es la luz del alma!

¡Tú también debes tratar de amar y siempre expresar tu ternura a los demás! ¡Si cultivas el amor dentro de ti, un día podrás experimentar y ver a Dios!


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