La iluminación espiritual

Orígenes de Alejandría

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Orígenes de Alejandría; Patrocinio Navarro

ASÍ SURGIERON LOS OBISPOS

Orígenes de Alejandría

(184 d.C. - 254 d.C.)

En los comienzos de este drama casi bimilenario de la lucha entre la serpiente ávida de poder de un cristianismo externalizado y la paloma del Espíritu, se proyecta la figura luminosa de un hombre llamado Orígenes. Nació en el año 184 en Egipto, en Alejandría, y en esa misma ciudad se convirtió en el mayor maestro espiritual del cristianismo en sus inicios. Para él, la fe en Cristo era una cuestión tanto del corazón como del entendimiento. Partiendo de las enseñanzas de Jesús, para Orígenes estaba claro que el mundo material había surgido del hecho de la Caída en el mundo espiritual; que seres inicialmente puros descendieron a mundos de sustancia gruesa, y se fueron condensando cada vez más hasta llegar al nivel del ser humano.

Para Orígenes tampoco había ninguna duda de que la Redención del Gólgota era válida para reconducción de todos los seres caídos, y que al final la totalidad de la Creación regresaría de nuevo a la existencia pura. Por la filosofía griega, Orígenes estaba también familiarizado con el pensamiento de las diversas encarnaciones, con la enseñanza de la reencarnación. Para él se daba por sobreentendido que el alma humana existe ya antes de su encarnación, que se ha ensombrecido y que debería aprovechar la existencia terrenal para purificarse. Igualmente diferenciaba la reencarnación de la transmigración, que defiende la idea de que el alma puede encarnar incluso en animales. (*)

Orígenes enseñó en la escuela de los cristianos de Alejandría, que gozaba de un rango equiparable a la escuela de los filósofos griegos.

Estamos en el año 230. El cristianismo parecía aún disponer de la fuerza y el encanto de los comienzos. Las comunidades cristianas se extendían por todas partes: en Egipto, en Palestina, en Asia Menor y en Italia. Naturalmente, todo eso debía ser organizado y financiado…

(Cristian Sailer: La campaña de guerra de la serpiente y la Obra de la paloma…)

Y ASÍ SURGIERON LOS OBISPOS, Y CON ELLOS

Hagamos aquí un breve comentario para entender la suerte de Orígenes: las personas responsables de las comunidades y las encargadas de controlar las finanzas fueron adquiriendo poder y colocándose por encima de sus comunidades. Así surgieron los primeros obispos. Por desgracia, su despego no fue solo hacia sus hermanos de fe, sino que también afectó a las enseñanzas originales de Cristo, que fueron desfigurando, olvidando, negando u ocultando Así se entiende la persecución de que fue objeto Orígenes por parte del obispo Demetrio de Alejandría que le desterró de su ciudad natal, teniendo que enseñar en otros lugares hasta que como nos recuerda Christian Sailer:

Pero sus enseñanzas perduraron. Todavía en el siglo 6, los adversarios de Orígenes denunciaron a sus seguidores. Entregaron al enviado papal un escrito de demanda dirigido al emperador Justiniano, el cual convocó un sínodo y dictó a la asamblea nueve anatemas imperiales. En dos de ellos se niega la reencarnación y se asegura el castigo eterno de los hombres malignos o sin dios, amenazando con la excomunión (pena: el fuego eterno) a quien se opusiera a estos dictámenes del emperador. Nótese que es el emperador el que decide la doctrina, no el papa, tal es el deterioro del cristianismo ya en el año 546.

(Hasta aquí las citas)

(*) Bajo la influencia de los llamados maestros orientales muchas personas viven en el error de considerar que es posible encarnar en el cuerpo de un animal. Piensan esto porque no aceptan a Cristo como Redentor, que con Su sacrificio del Gólgota emitió a hombres y almas una chispa de Su propia energía precisamente para evitar la involución del alma humana hacia estadios evolutivos anteriores,-por ejemplo el animal- y entrar con ello en una dinámica involucionista que habría culminado con la disolución de las almas. La búsqueda de involución es y era justamente el pensamiento fundamental de los demonios que dirigían y dirigen la Caída, y de sus seguidores: quieren que toda la Creación de Dios se disuelva en el éter original, incluidas las almas. Los llamados maestros orientales, al no aceptar a Cristo como Redentor, y no admitir su fuerza sagrada, participan en esa medida del pensamiento de la Caída, pues al igual que los demonios, no aceptan a Cristo como Redentor y por ello admiten esa posibilidad de degeneración del alma humana hacia el mundo animal.


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