La iluminación espiritual

Navidad cristiana o fiesta pagana

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Navidad cristiana o fiesta pagana; Patrocinio Navarro

LA MEZCLA ENTRE PAGANISMO Y RELIGIÓN

De niño, recuerdo que las fiestas de Navidad parecían interminables. Comenzábamos celebrando la Nochebuena con la familia reunida en torno a una mesa para cenar lo que la madre se había esmerado en cocinar para todos. Recuerdo que el plato principal era la carne. Este alimento, cocinado de diferentes maneras y de distinto origen animal, y los diversos dulces que anteriormente había preparado mi madre y llevado al horno del pueblo para esta ocasión, iba a ser una constante en las celebraciones siguientes: el Día de Navidad, Noche Vieja, Año Nuevo, Nochebuena de Reyes y finalmente el día de los Reyes Magos, que celebrábamos el 6 de Enero cerrando el ciclo de fiestas, villancicos, comilonas, visitas a la familia y de la familia, estreno de ropa, y el aguinaldo de los padres, abuelos y familiares cercanos, cuya cantidad decrecía a medida que se alejaba el parentesco. Eso era la Navidad.

La Navidad era todavía una mezcla entre paganismo y religión y comenzaba propiamente con la Misa del Gallo, que se celebraba a las doce de la noche, donde escuchábamos la lectura sobre el humilde Nacimiento de Jesús entre los animales de un establo, sin advertir que junto al acto de humildad del nacimiento de nuestro hermano mayor, Cristo, en Jesús, había otros mensajes, como el de Su amor por los animales, que a lo largo de su vida entre nosotros mostraría en varias ocasiones, ayudándoles y recriminando a quienes los maltrataban o enjaulaban y no comiendo su carne, ni Él, ni Sus discípulos.

Había otro mensaje más acerca de este género humano que vino a redimir –nosotros- y que no le recibió en ninguna de sus casas, teniendo que nacer en un lugar lleno de paja sucia y húmeda, oliendo fuertemente a orines y a excrementos de animales; un lugar absolutamente insano para una mujer que va a dar a luz acompañada y asistida por un carpintero que imagino con pocas ideas sobre lo que había que hacer. Al escribir estas líneas y hacérseme presente toda esa escena me invade una emoción profunda. Recuerdo que en casa había dos tipos de establos. El mayor albergaba a dos caballos que mi padre llevaba para los trabajos del campo, y esa cuadra de las caballerías y su ambiente debían ser semejantes a aquel establo donde nació Jesús. El otro más pequeño y más sucio correspondía al lugar donde se engordaban los cerdos que luego serían matados para tener carne fresca en la fiesta de Navidad. Para ellos Navidad quería decir muerte.

Cuando descubrí la razón de la encarnación de Cristo en el niño Jesús (mostrarnos cómo volver a la Casa del Padre) me di cuenta de cuántos errores había vivido en mi infancia y juventud, de cuán alejada de la Navidad se hallaban mis personales navidades, de cuánta ignorancia y actitudes contrarias al sentido de esa fiesta. ¿No era acaso una fiesta del corazón, una fiesta de agradecimiento a Cristo y a Dios nuestro Padre que nos lo envió para ayudar a los hijos pródigos que somos? ¿No teníamos que haber prescindido de tanto banquete con los animales tan amados por Él? ¿No teníamos que haber dejado de lado el paganismo que la misma Iglesia difundía con sus ritos y ceremonias? ¿De qué servía aquella Misa del Gallo y aquel besar los pies del muñequito que simbolizaba al Niño celestial con los labios que venían del banquete carnívoro? ¿que tiene que ver eso con la Navidad? De monaguillo, todavía recuerdo haber pagado por una Bula a la Iglesia una cantidad para poder comer carne los días en que estaba prohibido, por ejemplo en Viernes Santo. Esto da idea de muchas cosas para quien lo piense sobre el papel de la Iglesia y la mala educación y hábitos, así como la poca evolución de la conciencia de quien, como yo en ese caso, gustaba de la carne hasta el punto de pagar a la Iglesia para poder comerla.

Ha pasado el tiempo, soy vegetariano, intento ser cristiano, y aunque ahora me reúno con los familiares más próximos que no lo son, no como carne ni pescado y procuro tener una actitud bien distinta a la de los primeros años de mi vida. Celebraré la Navidad en el corazón, que es donde se halla realmente Cristo, como en cada uno de nosotros desde que pronunció en el Gólgota su "Está consumado". En ese momento nos hizo llegar una chispa de Su propia energía para que podamos un día regresar a nuestro verdadero hogar divino, donde celebraremos nuestra pequeña y humilde natividad, nuestro renacimiento. Seguro que allí tendremos mejor recibimiento que el que tuvo nuestro amado Maestro en este bajo mundo aún siendo el Ser más puro que ha llegado hasta aquí. Y tal vez precisamente por ello "Vino a los suyos y los suyos no le recibieron". Tal cosa es tremenda en cuanto se piensa un poco.


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