La iluminación espiritual

Hipócritas y perseguidores

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Hipócritas y perseguidores; Patrocinio Navarro

VIVIR LA SEXUALIDAD LIBREMENTE

Incluidos en la Ley de vagos y maleantes del fascismo español que permitía encarcelarlos; perseguidos por los nazis y lapidados aún hoy por la aplicación de la Sharia islámica en los países fanáticos del mundo árabe, los homosexuales de todo el mundo, despreciados y aparentemente - y solo aparentemente - compadecidos por verlos como enfermos por las religiones institucionales católica y protestante, no deja de ser llamativo que se haya descubierto entre muchos de los perseguidores la misma enfermedad que ven en tantos y tantos de sus perseguidos, como si se tratase de una reacción defensiva para alejar de sí toda sospecha, por miedo a ser descubiertos o tal vez atrapados por esa enfermedad tentadora a la que fácilmente pudiera sucumbir el propio clan que la prohíbe, especialmente si tiene voto de castidad perpetua y no la soporta.

Nos es preciso recordar, por poner algunos ejemplos, la homosexualidad en la Gracia antigua, el número de nazis homosexuales durante el Tercer Reich, los fascistas españoles homosexuales durante los años de la dictadura de Franco, o el número de curas, monjas y fieles de todas las religiones, que todavía en la actualidad, aunque sea clandestinamente, llevan a la práctica esa atracción por el sexo igual. Y no podemos dejar de mencionar las aberrantes y criminales prácticas con niños y adolescentes, cuando no con monjas, llevadas a cabo por el clero disoluto en todo el mundo hasta constituir un verdadero escándalo y una sangría de dinero a las arcas del Vaticano para compensar o acallar a los muchos miles de víctimas de los crímenes de curas pederastas amparados por el silencio cómplice de sus hipócritas jerarquías, incluidos los Papas de turno.

Podemos decir que tenemos un fenómeno histórico que se ha pretendido atajar sin resultados, y una enorme hipocresía de los poderes públicos que pretenden oficialmente, y solo oficialmente- reprimir ese fenómeno, mientras se colocan una venda en los ojos para ignorar la importancia que entre los suyos o en ellos mismos, tiene la homosexualidad, cuando no la pederastia a gran escala en todos los continentes y en muchos países.

EL ORGULLO GAY

Está muy bien que los homosexuales –en su versión masculina o femenina- se rebelen contra la persecución y el desprecio de que son objeto, pues nadie tiene derecho a arrojar ninguna piedra contra nadie por razón de su sexo ni por ninguna otra, pues la libertad es una condición sagrada que también los poderes públicos deberían aceptar y, por tanto no deberían inmiscuirse en asuntos privados que no le importan al César, especialmente si este es también homosexual, que no sería el primero. Está bien, pues, que se respete la absoluta libertad de cada ser humano para vivir la sexualidad (que es tan poderosa fuerza), pues tenemos el derecho inalienable a disponer cada uno de nuestro propio cuerpo, derecho que nadie tiene autoridad alguna para cuestionar. Por tanto, lo natural y civilizado sería que no existiera hacia los homosexuales ningún tipo de suspicacia. Sin embargo, la hay. Cada vez menos, pero existe...Todavía uno de cada tres españoles, por ejemplo, no termina de encajar la salida del armario de sus semejantes que aparecen en la vida social como pareja siendo del mismo sexo. Y eso que es legal el matrimonio gay.

EL AMOR ES LA CLAVE

En cualquier clase de relación el amor es la clave. En las parejas homosexuales que se aman incondicionalmente, ¿es menor su grado de amor, o de peor cualidad que en aquellas otras donde se produce una unión heterosexual? El amor incondicional y altruista es la verdadera cuestión de fondo. Se tiene o no se tiene. El sexo es secundario, y el exceso de relaciones sexuales supone una lamentable pérdida de energía vital que pasará factura. A este respecto, el doctor Eduardo Alfonso –célebre médico y hombre sabio autor de numerosos libros- decía al respecto: El sexo no tiene más que tres soluciones: O se le trasciende, o se le respeta, o se le prostituye.

El sentido profundo de la pareja –homo o hetero-reside en su capacidad para ayudarse mutuamente a evolucionar. Y cuando dos personas se unen para trabajar en esa dirección, practican la ayuda mutua y vela cada uno por los intereses de ambos, el sexo ocupa un segundo lugar. Claro está que la lujuria puede estar presente en cualquier tipo de pareja, pero eso es otra cuestión que tiene poco que ver con el amor, aunque, por desgracia, determine la mayor parte de las relaciones entre parejas, bien de distinto sexo, bien del mismo. La lujuria, la falta de sensibilidad hacia el otro, el egocentrismo, estos son los verdaderos problemas, y no la homosexualidad.


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