La iluminación espiritual

Biografía de Giordano Bruno

POR: GIORDANO BRUNO

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GIORDANO BRUNO

Giordano era un pensador independiente de espíritu atormentado.

Giordano Bruno (1548-1600) fue un filósofo y poeta renacentista italiano cuya dramática muerte dio un especial significado a su obra. Nació en Nola, cerca de Nápoles. Su nombre de pila era Filippo, pero adoptó el de Giordano al ingresar en la Orden de Predicadores, con los que estudió la filosofía aristotélica y la teología tomista.

Pero Giordano era un pensador independiente de espíritu atormentado. Abandonó la orden en 1576 para evitar un juicio en el que se le acusaba de desviaciones doctrinales. A partir de entonces inició una vida errante que le caracterizaría hasta el final de sus días.

Visitó Génova, Toulouse, París y Londres, donde residió dos años, desde 1583 hasta 1585, bajo la protección del embajador francés y frecuentando el círculo del poeta inglés sir Philip Sidney. Fue el periodo más productivo de su vida ya que durante estos años escribió "La cena de las cenizas" (1584) y "Del Universo infinito y los mundos" (1584), así como el diálogo "Sobre la causa, el principio y el uno" (1584).

En Londres se dedicó también a enseñar en la Universidad de Oxford la nueva cosmología Copernicana, atacando al tradicional sistema aristotélico. En 1585 retó a los seguidores del Aristotelismo a un debate público en el College de Cambrai, donde fue ridiculizado, atacado físicamente y expulsado del país.

En los cinco años siguientes vivió en diversos sitios del centro y este de Europa, como Marburgo, Mainz, Wittenberg, Praga, Helmstedt, Frankfurt y Zurich. Se dedicó a escribir muchos trabajos en latín sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria. También demostró, aunque con un método equivocado, que el Sol es más grande que la Tierra.

En 1591 recibió una invitación para ir a Venecia de parte de Zuane Mocenigo, quien lo requería para aprender sobre el arte de la memoria. Las relaciones entre profesor y alumno no fructificaron, en parte porque Mocenigo tenía una idea de Bruno como un mago y no como el pensador que era. Al tratar de abandonarlo, Monciego lo denunció a la inquisición por las, según él, ideas herejes que le había transmitido. Bruno fue apresado por la inquisición e interrogado en Venecia, sin embargo, al ser solicitado por Roma fue trasladado a esa ciudad. Foto 2 Estuvo prisionero en Roma durante siete años. En muchas ocasiones Bruno ofreció retractarse de sus acusaciones, sin embargo no le fueron aceptadas. Finalmente decidió no retractarse, aunque no se sabe por qué tomó esta decisión. El 20 de Enero de 1600 el Papa Clemente VIII ordenó que Bruno fuera llevado ante las autoridades seculares, el 8 de febrero fue leída la sentencia en que se le declaraba herético impenitente, pertinaz y obstinado. Fue expulsado de la iglesia y sus trabajos fueron quemados en la plaza publica.

Durante todo el tiempo fue acompañado por monjes de la iglesia. Antes de ser ejecutado, uno de ellos le ofreció un crucifijo para besarlo, el cual rechazó y dijo que moriría como un mártir. Ha sido convertido en mártir de la ciencia por la defensa de las ideas helio centristas, aunque hay que decir que la causa principal de su juicio fue la teología neo gnóstica, que negaba el pecado original, la divinidad especial de Cristo y ponía en duda su presencia en la eucaristía.

La Obra Bruniana

Se encuentra teñida de un ligero averroísmo, consistente en la defensa de la superioridad de la vida teórica frente a la vida práctica y la reivindicación del carácter profesional del filósofo. Bruno defenderá, al igual que todos los copernicanos, que la religión debe ser entendida como una ley destinada al gobierno de las masas incapaces de regirse por la razón y es por ello que los buenos teólogos no deben entrometerse en la vida de los filósofos, del mismo modo que los filósofos deberán respetar el trabajo de los teólogos en su tarea de gobierno de las masas populares. La función de la religión es, según Bruno, meramente civil. De entre sus tesis cosmológicas destacan la Idea de la infinitud del universo entendida como expresión de la infinita potencia de Dios, así como su descripción de las estrellas: soles rodeados de planetas parecidos a la tierra.

Y ahora una cita de Bruno: Dios es omnipotente y perfecto y el universo es infinito; si Dios lo conoce todo entonces es capaz de pensar en todo, incluido lo que yo pienso. Debido a que Dios es perfecto y conoce todo, debe crear lo que yo pienso. Yo puedo imaginar un infinito número de mundos parecidos a la tierra, con un jardín del Edén en cada uno. En todos esos jardines la mitad de los Adanes y Evas no comerán del fruto del conocimiento y la otra mitad lo hará; de esta manera un infinito número de mundos caerá en desgracia y habrá un infinito número de crucifixiones. De aquí puede haber un único Jesús que irá de mundo en mundo o un infinito número de Jesúses. Si hay un solo Jesús la visita a un número infinito de mundos tomará una infinita cantidad de tiempo, de este modo debe haber un infinito número de Jesucristos creados por Dios.

"Ya no está encarcelada nunca más nuestra razón con los conceptos de los fantásticos ocho, nueve y diez móviles y motores. Sabemos que no hay más que un cielo (...) hemos descubierto el infinito efecto de la infinita causa (...) y sabemos que no hay que buscar la divinidad lejos de nosotros" Giordano Bruno

Se observan aún en este filósofo, el más importante del período renacentista, numerosos elementos mágicos. Existe en el pensamiento de Bruno notable influencia de Nicolás de Cusa, pero también de Platón y los neoplatónicos e incluso de los presocráticos. Y aunque estuvo interesado en la mnemotecnia y en la lógica, se trata principalmente de un filósofo de la naturaleza. Se sabe que había leído la obra de Copérnico De revolucionisbus orbium coelestium (1543), obra prácticamente desconocida para la época. En la opinión de Bruno, Copérnico no profundiza lo suficiente como para esclarecer todas las consecuencias de la teoría heliocéntrica, puesto que se queda con una lectura matemática insuficiente para descubrir la realidad. En este sentido, es razonable categorizar a Bruno de filósofo más no de científico, puesto que para él solo la filosofía natural da a conocer el universo y si bien descalifica a quienes se aferran a la autoridad de Aristóteles, las fantasías matemáticas, tampoco son suficientes. Lo que hay que hacer es escuchar la voz de la naturaleza...

El infinito y los mundos

Bruno llevará el heliocentrismo de Copérnico hasta sus más severas consecuencias: todo el sistema aristotélico era falso, entonces, la bóveda celeste estalla en miles de fragmentos... el universo es infinito y en él hay infinitos mundos. Se produce una ruptura respecto a la concepción griega en la cual lo perfecto es finito y limitado. Por otra parte "universo" y "mundo" dejan de ser sinónimos para incluirse uno en el otro. Se hace imposible determinar así cuál es el centro del universo, más difícil aún es afirmar su circunferencia. Ya no hay esferas transparentes: los astros vagan libremente por el espacio y también desaparecen las regiones celestes porque todos los astros se componen de los mismos elementos.

La animación universal

Las ideas de Bruno, parecerían, a simple vista, científicas en el sentido moderno, sin embargo esto no es exactamente así. En efecto, para sostener la tesis que postula, dirá que un Universo finito no se corresponde con la potencia infinita de Dios puesto que no tendría sentido que Dios hubiese limitado su propia potencia creadora. Más allá de eso, Bruno posee además, una visión animista y mágica respecto al movimiento del mundo: en vez de recurrir a los motores aristotélicos (externos) dirá que tal movimiento es espontáneo. El universo es pues, como un gigantesco animal, en el sentido en que todo está animado.

Entonces, en una explicación en la que se observan elementos platónicos y neoplatónicos, dirá que existe un alma del mundo que todo lo anima y genera el movimiento, siendo éste, la causa de todo:

"Por pequeña e ínfima que se conciba una cosa, tiene ensí una perte de substancia espiritual, la cual, si se encuentra bien dispuesta la materia, la lleva a ser planta o animal, y forma los miembros de cualquier cupero que comunmente se considera animado. Pues el espíritu se encuentra en todas las cosas, y no hay corpúsculo, por mínimo que sea, que no contenga en sí una porción de él suficiente para animarlo" De la causa, principio y uno. Giordano Bruno

El alma universal está en todo, todo puede transformarse en un ser animado y de allí que todo se encuentre en permante transformación. Las cosas pueden cambiar así así, de rostro. En esta tesis hallaría Burno un fundamento para la magia puesto que cualquier cosa puede transformarse en cualquier otra cosa o bien, en todas las cosas hay fuerzas que pueden ser utilizadas:

"... ese espíritu se halla presente en todas las cosas, las cuales, si no son animales, están animadas, y si no lo están según el acto visible de animalidad y vida, lo están, no obstante, por ese principio o acto primordial de animalidad y vida" De la causa, principio y uno. Giordano Bruno

El Uno

"El Universo es, pues, uno, infinito, inmóvil. Una es la absoluta posibilidad, uno el acto, una la forma o el alma, una la materia o el cuerpo, una la cosa, uno el ser, uno el máximo y el óptimo; el cual no podría estar contenido en otra cosa, por eso es sin fin ni término; por tanto, infinito e ilimitado, y en consecuencia, inmóvil." De la causa, principio y uno. Giordano Bruno

El monismo de Bruno se inspira en Parménides (ver presocráticos). No corresponde hablar de dos infinitos (Dios y el Mundo) sino de uno solo, porque en el infinito todo coincide. Basándose en Nicolás de Cusa, afirmará que los contrarios coinciden en la unidad. De esta forma, no hay sino un único ser: el Uno, de el que las cosas no son sino "modos de ser". El monismo de Bruno se transforma así en panteísmo.

El hombre heroico

La actitud del hombre dentro de este Universo-Uno es, en la apreciación de Bruno, heroica. Porque luna suerte de "amor intelectual" del Uno y un deseo persistente lo lleva a una búsqueda sin término. En esta perspectiva mística se advierte pues, la influencia platónica y agustiniana.

Partidario acérrimo del neoplatonismo y de los conocimientos mágicos, sus enfrentamientos fueron continuos, en las citadas cortes y universidades, con los aristotélicos (estas disputas venían desarrollándose durante todo el Renacimiento, desde Gemistos Pletón y Marsilio Ficino) y aquellos intelectuales de tipo escolástico a quienes llamaba pedantes gramáticos, a los que atacaba con saña recibiendo de ellos, naturalmente, el mismo trato. Su producción filosófica es muy amplia, incluyendo textos de carácter moral como La expulsión de la bestia triunfante o De los heroicos furores; de filosofía natural, como La cena de las cenizas; de carácter didáctico, donde expone las doctrinas de otros filósofos; escritos mágicos como Magia y tesis de magia, Magia matemática o sobre el arte de la memoria (una especialidad que le otorgó gran renombre en su tiempo: Arte de la memoria, Las sombras de las ideas.

Sus planteamientos metafísicos partían de la idea de la unidad. Dios es Uno y también el universo es uno. Pero el universo se manifiesta en una extraordinaria multiplicidad y variedad de seres y objetos (recordemos que el problema de la unidad y de la multiplicidad está presente en toda la historia de la filosofía, desde los presocráticos). Así, si todo está en el Todo, el Todo está en todas las cosas, está presente en cada una de las partes. De tal modo, no hay parte alguna del universo, de la creación, que esté carente de la presencia de Dios. Bruno afirma que todas las cosas están animadas y plantea, como hacían las antiguas doctrinas platónicas, que la naturaleza era un gigantesco ser vivo, un extraordinario macrobio del cual cada ser sería una parte. De aquí al panteísmo hay una distancia muy corta que los inquisidores no dejaron de observar. Por otro lado, si Dios está en todo, evidentemente también está de alguna manera en nosotros mismos. Una de las tareas de la filosofía sería, justamente, descubrir aquello que de divino hay en cada uno. En definitiva el Conócete a ti mismo nos llevaría a la parte más excelsa del ser humano, que es justamente esa esencia divina.

La filosofía debía facultar al hombre para buscar la verdad, lo que conllevaba la práctica de la virtud y la pureza moral. Bruno creía que si se reformaba la imagen y la concepción del mundo en los hombres, sería mucho más fácil y efectiva la reforma moral. Es decir, a partir de la reforma de las ideas se podían reformar las costumbres. Es decir, la reforma debía proceder de arriba hacia abajo.

Su postura respecto a la religión (extremadamente dogmática en su época, que es precisamente la de las guerras de religión) es muy crítica, no solo con el catolicismo, sino también con las religiones reformadas. Las consideraba un conjunto de creencias absurdas y arbitrarias, así como de prácticas supersticiosas, cuando no repulsivas, enseñanzas dogmáticas útiles para pueblos rudos e incultos, pero carentes totalmente de utilidad para un espíritu cultivado y filosófico.

Una de las aportaciones más novedosas y extraordinarias de Giordano Bruno está en el campo de la cosmología. Entendía, como las antiguos civilizaciones, que el Sol era una expresión de la Divinidad (por otra parte, como todos los seres, según hemos señalado, pero la más grande y determinante de nuestro mundo). A propósito del Sol, hay que señalar que fue precisamente Bruno quien difundió con ardor por toda Europa la teoría heliocéntrica de Nicolas Copérnico, que pese haber sido publicada en 1543 apenas era considerada una rareza científica hacia 1580. Bruno refutaba también las tradicionales ideas sobre la esfera de las estrellas fijas y, por el contrario, hablaba (¡¡a finales del siglo XVI!!) de un universo infinito, con infinitos soles (las estrellas que vemos e innumerables más), muchos de los cuales podrían tener planetas e incluso, por qué no, podrían estar habitados.

Estas y muchas otras ideas y planteamientos de Giordano Bruno, que hoy nos parecen totalmente lógicas y evidentes, eran totalmente revolucionarias y consideradas altamente peligrosas en aquella Europa de 1600, plena de fanatismo religioso, y en la que la revolución científica de Galileo, Kepler o Newton todavía no había aparecido. Capturado por la Inquisición en Venecia en 1592, finalmente fue procesado en Roma y ejecutado el 17 de febrero de 1600.

Cuando recordamos a los héroes de la la libertad de conciencia y de pensamiento un nombre brilla como un sol entre muchos otros. Es el de Giordano Bruno. Y digo bien, héroe y no mártir como a menudo se lo designa creyendo honrarlo. Héroe pues hacía falta un enorme valor para enfrentar al tribunal de la Inquisición con sus históricas palabras: "Tremate forse piu voi nel pronunciare la sentenza che io nel riceverla" (Tembláis más vosotros al pronunciar la sentencia que yo al recibirla).

Palabras estas postreras que marcaron el nacimiento de una leyenda. En ese instante Giordano Bruno entraba en la inmortalidad y tuvo aún más gloria, si cabe, cuando poco después era flagelado, enmudecido con mordaza de hierro y conducido al Campo di Fiori donde fue quemado vivo el 19 de febrero del año 1600 como si hubiera sido el peor de los criminales. Todo ello por no querer reverenciar dogmas que son falsos desde el principio al fin. No se sabe que fue mayor en sus verdugos: si la estupidez o si la maldad. A ninguno de ellos le importó que Giordano Bruno fuera una de las mentes más lúcidas de Europa, conocido y honrado en los círculos académicos de todo el continente y autor de crecido número de obras leídas y discutidas con apasionamiento. Fue Giordano Bruno catedrático en Wittenberg, Paris, Noli, Toulouse y Oxford pero esto no contaba para los personeros del oscurantismo que lo mantuvieron ocho años en prisión y torturas antes de su terrible final.

Todo esto nos asombra hoy como acto de barbarie. Han pasado casi cuatro siglos desde que Giordano Bruno fuera asesinado y quisieramos creer que ya no podría ocurrir algo semejante. Nos equivocamos sin embargo pues siguen ocurriendo cosas similares y aún peores en este nuestro siglo en tantos lugares donde faltan las libertades. Y tenedlo por seguro: si en Occidente ya no se tortura y mata por motivos puramente religiosos es debido únicamente a que las fuerzas de la ignorancia, el fanatismo y la superstición ya no tienen el poder de antaño. Si lo tuvieran las cosas serían aún peores. Hoy se recurre a medios más refinados: la persecución solapada, la exclusión de determinadas funciones, los grupos de presión y las "Santas Mafias" tipo Opus Dei, Caballeros de Colón y Archicofradías varias. Pero no es de esto de lo que queremos ocuparnos hoy.

Mantener intacta la pompa de jabón de los mitos y de los dogmas costó mucha sangre. Nos duele la de los ilusos creyentes convencidos de dogmas falsos pero aún más doloroso es el suplicio de los grandes hombres que cometieron el que los intolerantes consideran como terrible delito: pensar.

Terrible porque el pensar es veneno mortal para los dogmas de cualquier clase. La Verdad está siempre más allá y no se puede encerrar en fórmulas rígidas. "El Infinito retrocede y se nos escapa" como bien afirmaba Honorato de Balzac.

Vale la pena efectuar una síntesis de la vida de Giordano Bruno antes de ocuparnos de su obra. Por cierto que su vida fué tormentosa y novelesca, plena de apasionadas polémicas y enconos y digna de ser llevada incluso al cine (en una película más fiel a la realidad histórica que la que todos conocen). Por ello la sintetizaremos aquí con algún detlle.

El tema principal de nuestro programa es tratar al menos en forma sintética e introductoria al famosísimo "Arte de la Memoria" donde, como se verá, hay mucho más que memoria y memorizaciones. En esto Bruno navegó hacia aguas muy profundas, señalando una vía hacia el éxtasis y los estados superiores de conciencia a partir de las disciplinas mnemotécnicas. Pero dejemos esto para más adelante pues es importante conocer antes algo de la vida del autor para comenzar a comprender tanto su obra como su destino.

Nacido en Nola a comienzos de 1548 (con el nombre de Filippo Bruno) era hijo de Giovanni y Fraulissa Bruno, siendo la madre probablemente de familia alemana. El haber nacido en Nola le valió el apodo del Nolano con que se conoce hasta hoy a Giordano Bruno. Adoptó luego el nombre de Giordano al vestir el hábito dominicano en junio de 1565. En 1566 profesa y en 1572 es ordenado sacerdote. En 1575 se doctora en Teología y ya para entonces se apoderan de el dudas razonables e inevitables sobre los dogmas de la Trinidad y de la Encarnación.

En 1576 es procesado dos veces por las autoridades eclesiásticas. El primer proceso fue debido a que había tirado varias imágenes de santos que había en su celda, conservando tan solo el crucifijo. La segunda por recomendar a un novicio lecturas que fueron consideradas inadecuadas y por defender las doctrinas arrianas. Bruno siempre sostuvo que Arrio no había sido bien comprendido. En marzo de ese año huye del convento y peregrina dos años por Liguria, Piamonte, Veneto y Lombardía. Enseña Astronomía por un breve lapso en la Universidad de Noli cerca de Génova.

En Venecia imprime su obra ahora perdida "De los signos de los tiempos". En 1579 abandona definitivamente el hábito religioso.

En 1579 del Piamonte pasa a Chambery y luego a Ginebra, donde lo asila y protege el napolitano calvinista Marqués de Vico. Aunque se niega a abrazar el calvinismo es recibido con honores en la Universidad de Ginebra en mayo de ese año. Pero posteriormente su violenta refutación al profesor calvinista de la Faye le vale ser arrestado y sometido a proceso. Bruno huye de Ginebra tan pronto como puede lleno de rencor contra las autoridades.

Comienza una nueva etapa. Pasa por Lyon y llega a Toulouse, centro del protestantismo francés, donde permanece dieciocho meses. Allí recibe su doctorado en Artes y una cátedra de filosofía en la Universidad. También explica Astronomía y dicta un curso sobre el De Anima de Aristóteles, el que vuelca en una obra hoy perdida.

De este período data su Clavis Magna, también perdida, donde trataba el arte de la memoria y el lulismo. No cabe duda que el genial mallorquino Ramón Llull (o Raimundo Lulio) fue para Giordano Bruno gran fuente de inspiración a lo largo de la mayor parte de su vida. El lo llamaba "el divino Lulio" y solo le reprochaba dos cosas: haber querido reformar la lógica aristotélica que es perfecta y tratar de demostrar postulados de la religión que solo la fe puede imponer.

Lulio junto con el filósofo alemán Niklaus Chrypffs (llamado Niklaus von Cusa) fueron los dos autores individuales que más influyeron en Bruno. De este último afirmaba el Nolano: "Si no hubiese infectado su genio la vestidura del sacerdote, ese genio hubiese no solo igualado sino superado al de Pitágoras". Recordemos de paso que el no solo genial sino generoso Nicolas de Cusa (Klaus von Cusa) es el origen de la leyenda de Santa Claus o Papa Noel. Volveremos luego sobre estos dos autores en relación a la obra del Nolano. No debe olvidarse tampoco la influencia de otros dos grandes pensadores alemanes sobre Bruno. El primero, Alberto Magno, una de las mentes más poderosas del medioevo y maestro de Tomás de Aquino. El segundo fué Meister Eckhart, a quien probablemente Bruno conoció y trató durante su posterior estadía en Alemania, según señala Albert Rivaud.

Habíamos dejado al Nolano en Toulouse en 1581. Es entonces cuando Bruno se vé duramente atacado por los aristotélicos y abandona esa ciudad, dirigiéndose a Paris. Allí el tema del lulismo está de moda y Bruno dá conferencias sobre este asunto. Sus conocimientos de mnemotecnia atraen la atención del rey Enrique III, quien lo llama. La curiosidad del rey era si la memoria de Bruno era debida a artes mágicas, cosa que Bruno niega rotundamente. El rey le otorga una cátedra rentada en la Universidad de Paris. Bruno en agradecimiento le dedica al rey su obra "De umbris idearum", la que trata del arte de la memoria. En breve lapso aparecen otras dos obras suyas dedicadas al tema: el "Cantus Circaeus" dedicada a Enrique de Valois, duque de Angulema y el "De compendiosa architectura" dedicada a Juan Moro, embajador de Venecia ante el rey de Francia. Incluso escribe una comedia "Il Candelaio" donde se anticipa el estilo que usará luego en su célebre "Spaccio". Pero el inquieto Bruno no es de permanecer demasiado tiempo en el mismo sitio y en marzo de 1583 decide partir a Londres. Lleva una carta de presentación del embajador inglés en Francia en la que se recomienda a Giordano Bruno en todo sentido menos, literalmente, por su religión.

En abril de 1583 parte finalmente hacia Inglaterra. Se ha afirmado que llevaba un designio político dado por el rey de Francia como tambien se ha dicho que retornará al continente como espía inglés. No hay la menor prueba de una cosa ni de la otra y es de pensar que los herederos de sus asesinos siembran estas y otras calumnias para enturbiar su memoria.

En Londres escribe y publica cuatro obras sobre el arte de la memoria. Enseña en Oxford pero estalla una polémica tan violenta que la cólera de los teólogos oxonienses lo obliga a refugiarse en la embajada francesa. A pesar de todo esto permanece en Ingla­terra durante todo 1584 y parte del año siguiente. Allí escribe algunas de sus obras más famosas, principalmente en italiano. Debe destacarse que la mayor parte de su producción está redactada en latín, lengua culta de esos tiempos. Ven así la luz "Del infinito universo y los mundos", la "Expulsión de la bestia triunfante", la "Cena de las cenizas", "De la causa, principio y unidad", "De los heroicos furores" y la "Cábala del caballo Pegaso".Algunas de ellas están dedicadas a Sir Philip Sidney (su protector) y en cuyo círculo literario vemos brillar a Giordano Bruno durante esa época.

Pero conflictos y traslados parecen ser el leit-motiv constante en la vida de Bruno. En otoño de 1585 regresa a Paris y se encuentra que quien iba a ser su nuevo protector, el Marqués de Mauvissière, no podrá ya serlo pues ha caído en desgracia por motivos políticos. Como no le queda otro camino y con no poca repugnancia intenta reconciliarse con la Iglesia. Su gestión ante el nuncio papal fracasa pues se le ordena reingresar en los dominicos, a lo que Giordano Bruno se niega terminantemente. Escribe para ese tiempo su "Arbor Philosophorum" (perdida), la que se supone tenía contenido mágico-cabalístico-lulista y mnemotécnico.

En 1586 aparecen en Paris nuevas obras suyas: un comentario mnemotécnico-mágico a la física de Aristóteles, el "Idiota triunfan­te" que se refiere a la matemática y a un curioso compás de ocho puntas inventado por su compatriota Fabrizzio Mordente. Esto también le acarreó odios y dificultades. Y como parece ser el signo constante de su vida se aproxima un nuevo y terrible escándalo que le obligará a salir de Francia. Por boca de su discípulo Jean Hennequin expone Bruno en el Colegio de Cambray sus "Ciento veinte proposiciones contra los peripatéticos sobre la naturaleza y el mundo". Los erúditos y doctores quieren llegar a la violencia. Bruno les calma como puede y huye de Paris. El 25 de julio se encuentra en Marburg pero la Universidad le niega una cátedra. La consigue poco después en Wittenberg donde permanece por dos años. En ese período publica una gran cantidad de obras en latin, que no son lo más conspicuo de la producción bruniana. Luego parte de Wittenberg, donde la libertad de cátedra se veia amenazada por el fanatismo pero ahora calvinista.

Comienzos de 1588. Giordano Bruno llega a Praga donde permanecerá por solo seis meses. Es recibido por el emperador Rodolfo II, interesante personaje filósofo, esoterista y alquimista y protector conocido de filósofos y magos. Le dedica al emperador un par de obras sobre mnemotécnica y mathesis lulistico-bruniana. Como el emperador le dio dinero pero no cátedras u otro trabajo, se marcha el Nolano a Helmstedt a finales de 1588. Allí se incorpora a la Universidad y comienza una época de gran producción gracias tal vez a su amigo Jerome Besler, natural de Nürnberg, a quien el Nolano le dicta multitud de obras. Entre estas últimas se cuentan "De la magia", "Tésis mágicas", "Principios, elementos y causa de las cosas", "Medicina luliana" y "Magia matemática". Protegido por el duque Heinrich Julius escribe una oración a la memoria del padre de este donde asume la posición más violentamente anticatólica y antipapista que se recuerde en toda su vida. A los esfuerzos y cuidados de su amigo Besler ya mencionado se debe que varias obras de Giordano Bruno se hayan conservado.

En abril de 1590 Bruno y Besler dejan Helmstedt. Bruno se dirige a Frankfurt, donde publicará varias de sus obras filosóficas entre ellas la bien conocida "Del infinito universo y los mundos". Tras una breve estadía en Zurich y Elgg en el invierno de 1590-91 retorna Bruno a Frankfurt.

Ya despunta en el horizonte la tragedia final. Un patricio veneciano, Zuane Mocenigo, le escribe dos cartas a Frankfurt. En ellas lo invita a concurrir a Venecia para enseñarle el arte de la memo­ria, la invención y la geometría. Pero en realidad lo que le interesa a Mocenigo es la magia. Posiblemente algunas fanfarronadas de Bruno respecto de sus conocimientos al respecto excitaron la codicia de Mocenigo. Bruno acepta y llega a Venecia en septiembre u octubre de 1591. Era mucha audacia como los hechos lo probaron más tarde. En realidad Bruno acariciaba la idea descabellada de exponerle personalmente al Papa sus planes de reforma religiosa, moral e intelectual. Antes de mudarse a casa de Mocenigo Bruno reside en Venecia por su cuenta y viaja a Padua acompañado por Besler, su amigo inseparable, quien sigue actuando de secretario.

De esta época solo se conservan algunos escritos suyos fragmentarios. Por fin se instala en Venecia en casa de Mocenigo y no tardará Bruno en descubrir la increíble villanía de este aparente nuevo protector suyo.

Los acontecimientos se precipitaron: cuando Bruno le comunica a Mocenigo su deseo de viajar a Frankfurt este le replica que quizás la intención real de Bruno es impartir sus enseñanzas a otros antes que a el. Bruno no toma en serio las amenazas de Mocenigo y, al reiterarle que desea partir, su violento y villano anfitrión le dice que el encontrará los medios para que Bruno se quede en su casa. Como a la noche siguiente Giordano Bruno reitera sus deseos de viajar, Mocenigo cumple sus amenazas. Encierra a Bruno en un aposento de su casa y lo denuncia a la Inquisición (tan mal llamada Santa). El resto de la historia es bien conocido.

Se lo acusó entre otras infamias de pretender saber más de lo que los Apóstoles podían saber y de haber dicho que la religión verdadera era la egipcia. En esto Giordano Bruno estaba equivoca­do pues lo que el llamaba religión egipcia eran en realidad los textos del hermetismo griego como el "Asclepios" y el "Poimandres".

En septiembre de 1592 es trasladado a Roma, donde continúa el proceso, por pedido del Cardenal de Santaseverina, Supremo Inquisidor Romano. El proceso marchó con extraordinaria lentitud. Se pretende hacerle abjurar de ocho proposiciones heréticas extraídas de sus obras. Se le leen estas proposiciones en febrero de 1599. Giordano Bruno contesta viril y heroícamente que ni debe ni quiere ni puede retractarse. Ante esto el infame Papa Clemente VIII lo condena a ser entregado al brazo secular, forma eufemística y usual para la Inquisición de denominar a la sentencia de muerte. Cuando antes de la ejecución se le enseña un crucifijo el Nolano dió vuelta la cabeza con ira, según refiere un tal Schopp en una carta de la época, donde califica a Giordano Bruno de monstruo por el solo delito de pensar.

LA FILOSOFÍA DE GIORDANO BRUNO

Pasemos ahora a analizar globalmente la producción filosófica de Bruno antes de desembocar en lo más atractivo que es su mundo de ideas mágico-cabalístico-astrosófico que culmina en el arte de la memoria. Su filosofía es clara y se basa en principios tradicionales (en el sentido de René Guénon). No parece sin embargo ser filósofo demasiado leído en nuestro tiempo, sin duda por su estilo y por la dificultad para poder hallar muchas de sus obras.

A menudo recurre al diálogo o a la conversación entre varios personajes, lo que no agrega fluidez a sus escritos ni se adapta a los gustos modernos. Con poca modestia pero sin faltarle buenas razones Bruno se autotitula en "La cena de las cenizas" como "el Sol naciente" que hace revivir "la antigua filosofía enterrada en las cavernas tenebrosas de la ciega y malhechora ignorancia".

Giordano Bruno en sus comienzos fue sin duda influenciado por el pensamiento neoplatónico y su admiración por la teoría copernicana. Recoge además otros múltiples elementos provenientes tanto del estoicismo y misticismo como del monadismo. Siguiendo a Ferrater Mora digamos que en Giordano Bruno la mónada es la verdadera sustancia de las cosas, como el "mínimo"simple e irreductible a cualquier otra entidad. La mónada es esencia del individuo pero de un individuo que no está literalmente aislado y separado del resto sino en comunidad esencial con ese resto. Por ello tambien Dios es monas monadum, la Mónada de las mónadas o la Mónada Suprema.

Todo esto lo conduce a defender con vehemencia las doctrinas de la infinitud del univer­so y de la pluralidad de los mundos. El universo es concebido por él no como sometido a un destino rígido sino como algo en permanente cambio y evolución siguiendo un orden fijado desde la eternidad. Lo superior y lo inferior están ligados por una sola y misma vida que es infinita e inagotable. En esto se acerca a los Upanishads hindúes y al Hermetismo Tradicional al destacar el misterio de la Unidad, siguiendo sin duda los pasos de su inspirador Niklaus von Cusa.

Para el Nolano la infinitud espacial y temporal del universo corresponden a la infinitud de Dios, en donde coinciden y se sintetizan los opuestos y que está por su naturaleza infinitamen­te por arriba del mundo aún cuando se halle presente también en la materia y fuera de esta, siendo la causa inmanente de todo. El universo está pues penetrado de vida y es él mismo vida, un organismo infinito que contiene a los organismos particulares que son los infinitos mundos, los infinitos sistemas solares análogos al nuestro. Lo que rige a esta infinitud de mundos es la misma Ley pues Dios es uno y está presente en todas las cosas y seres de todos los reinos (mineral, vegetal, animal y humano), en suma es siempre la misma vida, el mismo espíritu y orden y, en suma, el mismo Dios.

El universo visible y sensible es para Bruno la sombra de la Unidad, del Principio pero también de la posibilidad total que no conoce contradicción ni límites. El parentesco estrecho con la doctrina de los Upanishads y con el hermetismo tradicional es aquí innegable y hace para nosotros evidente que Giordano Bruno estuvo en contacto con fuentes iniciáticas, aún cuando no podamos precisar cuales y en que momento de su vida. Es más, en sus "Escritos latinos" al tratar las "imágenes de palabras" Giordano Bruno desliza, para quien sabe ver, una clave iniciática que es contraseña y aún mucho más que eso (y que era bien conocida de los Fedelli d' Amore entre otras organizaciones iniciáticas).

Aquí ya no caben dudas pero es notable que a la máxima autoridad en el tema Bruno, la Dra. Frances Yates, el asunto le pasa completamente desapercibido pese a ocuparse explícitamente del mismo pasaje. De más está decir que no voy a revelar aquí cual es esa clave pero queda con esto en pie la firme certidumbre de que el Nolano poseía una filiación iniciática templaria. La mención de ciertos temas o la inclusión de ciertas frases reveladoras es la forma clásica de darse a conocer de los Iniciados. Pero como reza el "Romance del Conde Arnaldos", clásico poema iniciático español del medioevo: "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va". De hecho hay mucho más de lo que se supone en el "Arte de la Memoria" o memoria artificial (como también se le llamaba).

Para Bruno Dios está presente en todas las cosas con Su infinito Poder, Sabiduría y Amor y El es todas las cosas, lo más alto y lo más bajo, el máximo y el mínimo o bien, para emplear la terminología del Nolano, la mónada de las mónadas. El Nolano celebra la unidad e infinitud del cielo en donde el movimiento de los astros "canta la excelencia y gloria de Dios".

La misión del ser humano para Giordano Bruno es el entusiasmo y adoración al contemplar el universo, manifestación del Ser Supre­mo. En esta adoración frente a la Unidad Suprema reflejada en el mundo se halla el camino a la Unidad de las religiones, trascendiendo todos los dogmatismos. En esta adoración surge el "heroico furor" (título de una de sus principales obras), furor que Bruno debe haber experimentado en grado sumo ya que murió defendiéndolo con valor hasta el fin. En "La causa", obra publicada en Inglaterra, expresa además un pensamiento perdurable: "Para el filósofo toda la tierra es patria".

Las conclusiones de Bruno son claras: si bien los individuos son innumerables el Todo es Uno y conocer esta Unidad es el objetivo de toda filosofía y de toda contemplación. Palabras dignas de un Iniciado, que sostenía además que en nada se diferencian el acto pleno y la potencia plena, destacando así aún más la unidad natural del Ser. Bruno llega de este modo a un monismo donde Principio, Alma, Materia, Universo, Potencia y Acto se confunden en un solo Ser.

Giordano Bruno no fue un panteísta como creen algunos autores modernos sino que supuso un retorno a la idea tradicional de inmanencia frente a la teología absurda centrada en un dios personal con barba y sentado en un trono. Vale la pena decir algo antes de entrar en el tema de la memoria respecto de la concepción bruniana de la Bestia. Esta representa los abusos del pasado, miserable y sucio. Se trata pues de vencer a la Bestia y expulsarla gracias a la Conciencia. Ella cuenta con sus fuerzas que son la Verdad, la Sabiduría, la Prudencia,... La Virtud pertenece a las almas generosas que tienen el deseo del bien y el amor a Dios. Con estas fuerzas se inicia para la Conciencia la lucha que expulsará a la Bestia y le permitirá a ella su subida en espiral hacia el Ser.

EL ARTE DE LA MEMORIA

Entremos por fin en el Arte de la Memoria en su versión bruniana para tratar de dilucidar su contenido y reales alcances. Digo "versión bruniana" por cuanto existían predecesores de Bruno en el tema desde muchos siglos antes. En este punto estoy en deuda con los libros de la Dra. Frances Yates "El arte de la memoria" y "Giordano Bruno y la tradición hermética" los que, aún cuando constituyeron al publicarse un avance notable, no agotan el tema por la naturaleza misma de este.

En el mundo antiguo, en el que no existían libros ni computadoras para guardar información ni papel abundante y barato para tomar notas, la memoria tenía extraordinaria importancia pues solo en base a ella se podían atesorar los conocimientos y hechos del pasado. Desgraciadamente hoy el arte de la memoria se consi dera cosa dedicada a escolares retrasados y que no pertenece a ninguna disciplina científica en particular. Viene así a ser cosa de nadie cuando en realidad es cosa de todos. Esto por cuanto fue el genio de Giordano Bruno el que descubrió que las clásicas mnemotecnias constituían un acceso a estados superiores de con­ciencia. Esto hará comprender porque pongo tanto énfasis en el tema.

Naturalmente, como decía Ortega y Gasset, las ideas de los grandes hombres alimentan muchos años despues el debate de las plazuelas. No hace mucho tuve ocasión de ver en un folleto repartido en uno de esos lamentables cursos de control mental un párrafo dedicado a la memorización. Mi indignación estalló al comprobar que era una adaptación moderna de las técnicas preconizadas por Giordano Bruno, al que por supuesto no se mencionaba.

En realidad y como se ha dicho el arte de la memoria en su esencia es cosa muy antigua. Es célebre la anécdota del poeta Simónides de Ceos (circa 500 a.C.) a quien se considera el creador original de la técnica.

Estando Simónides en un banquete en casa de un noble de Tesalia llamado Scopas declamó un poema en honor de los Dioscoros o sea los celestiales gemelos Cástor y Pólux. Simónides había sido contratado por el anfitrión Scopas para declamar ese poema. Pero al finalizar el banquete Scopas solo le pagó la mitad de lo convenido alegando que, dado que el poema era en honor de los Dioscoros, esos dioses debían pagarle el resto. Tras esto Simónides fue llamado a la puerta por los servidores que le manifesta­ron que dos jóvenes de aspecto radiante le andaban buscando. Simónides acude pero no halla a nadie. En ese momento se derrumba el edificio y mueren todos los asistentes al banquete menos Simónides que se hallaba afuera. Los dioses le habían pagado su parte. Pero el problema fue que los deudos no pudieron identificar a los muertos, los que estaban destrozados. Simónides identificó a cada uno pues había asociado su rostro y nombre a cada lugar en la mesa de banquete. Así nació el arte de la memoria.

La técnica es simple en lo básico y aplicable no solo a entes concretos como ser los asistentes al banquete sino a ideas abstractas. Cicerón en "De oratore" retoma el asunto y lo explica muy sencillamente: las personas que han de recordar cosas deben seleccionar lugares y formando vívidas imágenes mentales de cada cosa que deseen recordar las han de asociar a esos lugares, de manera que el orden de los lugares elegidos recuerde el orden de las cosas seleccionadas. Los lugares pueden ser abstractos o imaginarios como también las cosas a recordar. En la Edad Media se usaban entre otros muchísimos esquemas los nueve círculos del infierno dantesco y los doce signos del zodíaco. Quintiliano en su "Institutio oratoria" cuenta como Metrodoro de Scepcis emplea­ba como lugares o "loci" los trescientos sesenta grados de la eclíptica, cosa que revela descomunales desarrollos memorísticos. Del famoso predicador Francesco Panigarola se afirma que empleaba hasta cien mil lugares para recordar otros tantos conceptos o hechos.

Se basa pues la técnica en crear ante todo imágenes vívidas y claras de los lugares reales o ficticios, pudiendo desde luego aprovecharse ventanas, pilares y cuadros del aposento en que uno se halle. A estos "loci" hay que asociarles imágenes bien nítidas de cada cosa a recordar. Hasta aquí no hay sorpresas y los apresurados e irreflexivos de siempre dirán que todo es simple cuestión de asociaciación de ideas y en suma una niñería. Pero se equivocarán completamente.

De hecho en los desarrollos brunianos del Arte de la Memoria y en la conexión del Nolano con el genial alemán Gottfried Wilhelm Leibnitz -conexión indudable como puntualiza Yates- se infieren las huellas de una sociedad hermética que Bruno fundara en Alemania (los "Giordanistas") y que luego tomara forma y se expandiera como la Fraternidad Rosacruz. Esta conclusión es de Yates, quien señala que aún resta mucho por investigar en el tema. Se sabe que Leibnitz era Rosacruz como el mismo insinúa en sus escritos y ha investigado Couturat. Diremos aquí como novedad que ciertos símbolos inequívocos que aparecen en la portada de algunas ediciones originales de las obras de Leibnitz lo identifican sin lugar a dudas como Iniciado. Así por ejemplo en sus "Philosophische Schriften" deja traslucir algo al respecto. Las reglas de su proyectada Orden de la Caridad son copia de la Fama Fraternitatis Rosacrucis y su monadología lleva la marca a fuego de la Tradición Hermética. Es curioso señalar que el gran competidor inglés de Leibnitz o sea Isaac Newton también era Iniciado y dejó miles de páginas inéditas sobre Astrología y sobre Alquimia. Bien entendido, los charlatanes que ahora se presentan como Rosacruces (y que solo son expertos en sacarle dinero a los incautos) nada tienen que ver con los verdaderos Rosacruces a los que también perteneció René Descartes entre otros muchos. Hoy por hoy la verdadera Orden Rosacruz es completamente inaccesible al gran público y las que se presentan con ese nombre son meras organizaciones comerciales.

Retornando a la "memoria artificial" o "Arte de la Memoria" diremos que es muy larga la lista de autores eminentes que lo emplearon, incluyendo a Alberto el Grande, Tomás de Aquino y Brunetto Latini (maestro del Dante), Petrarca, Cornelius Agrippa y Erasmo de Rotterdam. Que la técnica es útil y perduró lo prueba el hecho de que el último tratado práctico sobre ella apareció en Viena en 1936, debido a Volkmann.

Pero aquí queremos ir más lejos y para ello debemos mencionar al gran renovador del Arte de la Memoria que fue el mallorquino Ramón Lull, ya mencionado. A eso de los treinta y siete años Lull tuvo una experiencia iluminativa que cambiaría toda su vida. Teólogo, alquimista, experto en temas de la Caballería dedicó su vida a profundizar en el Arte de la Memoria al que le dio contenido y orientación teológicos. Su gran innovación en este campo fue la introducción de un sistema de ruedas concéntricas divididas en sectores y que permiten multiplicar en forma increíble el número de los los "loci" o lugares a los que se asocian los conceptos a memorizar. Esto inspiró tanto a Bruno como a Leibnitz. A este último lo condujo a tratar con problemas de matemática combinatoria, que ya le habían interesado al conocer los hexagramas chinos del I-Ching posiblemente por obra de misioneros que habían retornado a Europa. La obra fundamental y culminante de Lull es su "Ars Magna" donde lo teológico se inserta y estructura en sus ruedas mnemotécnicas.

Y así tenemos todo preparado para que irrumpa el genio de Giordano Bruno en el mundo de la memoria artificial (nombre este que le fuera dado a estas técnicas por Ramón Lull). Con Yates hay que coincidir en que hay cábala y magia en la obra de Bruno. Pero personalmente creo que todo esto pecaba de superficialidad grandilocuente y fanfarronesca, tal vez con ánimo de atraer incautos generosos. Ya vimos cuan caro le costó esto a Bruno con Mocenigo, quien lo invitó a su casa precisamente para aprender el Arte de la Memoria. El descubrimiento de Bruno fue que este Arte practicado de determinada forma conducía a estados superiores de conciencia y conocimiento, dotando a la creatividad e imaginación de un vuelo que jamás hubieran conocido de otro modo. Esta idea presidió toda su producción, desde su primera obra hasta la úlltima. Tal vez por ello se animó a decir con su habitual falta de modestia que el comprendía al lulismo mejor que el mismo Ramón Lull (así como había insinuado en "La Cena de las Cenizas" que Copérnico le había preparado el camino a él).

Sea como sea, si queremos reconstruir el pensamiento bruniano la mejor guía serán sus obras publicadas en Inglaterra donde, al parecer, se sincera más que en sus obras de Alemania y de Francia. Esta exposición no estaría completa si no damos algún detalle adicional al respecto. Bruno toma como base de su sistema el número treinta: el porque de ello no se dice pero el número se repite por doquier. Treinta son las divisiones de sus círculos lulianos, treinta la lista de espíritus conjurables que Bruno menciona, treinta letras tiene el Gran Nombre de Dios, treinta eran los discípulos de Juan el Bautista, treinta los eones de los gnósticos. Yates no acierta con la razón de esto y lo confiesa pero la clave es numerológica y muy simple:

2 X 3 X 5 = 30

La tríada inicial de los números primos genera por producto el treinta como síntesis o resultante que corresponde a la síntesis de las virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) y de la tríada interna de las Tres Potencias del Alma de Agustín de Hipona: Memoria, Entendimiento y Voluntad. Bruno define Treinta Sellos de la Memoria que deben ser abiertos para llegar al Sello de los Sellos donde se revela un "Secreto" que es el retorno a la Unidad en la unión con el Anima Mundi.

En realidad los Treinta Sellos brunianos son explicaciones de las Reglas del Arte de la Memoria complicadas un tanto artifi­cialmente con nociones cabalístico-mágicas y donde Giordano Bruno no hace más aparentemente que exponer lo que aprendió del Arte de la Memoria en el convento de dominicos. Pero hay mucho más gracias a que Bruno efectúa una curiosa astrologización de la mnemotécnica clásica que le permite no solo multiplicar las posibilidades increíblemente sino que además posibilita la interacción de los lugares y de las imágenes o ideas asociadas. Lo que hace Bruno aquí es trabajar con dos conjuntos de ideas, memoria y astrología. De acuerdo a la tradición mnemotécnica todo lo recordamos por medio de imágenes, las que conviene sean percusivas y emocionalmente potentes. Los autores a partir de Aristóteles insisten en que solo podemos pensar con y por medio de imágenes. Creadas estas en cuanto a las dos sucesiones de lugares y de conceptos, se los coordina en correspondencia biunívoca (uno a uno) a los elementos de ambas sucesiones. Claro está que en tiempos de Bruno se consideraba mágicamente potentes a las imágenes y símbolos de los signos del zodíaco. Esto hoy nos suena a completa inocentada. Bruno hubiera estado de parabienes con series simbólicas como las de Charubel, la Volasfera o Pierre Christian pues hubiera visto en ellas magia pura. Pero lo llamara como lo llamara la gran idea esta ahí. Bruno ensaya con uno y otro sistema de memoria hasta llegar a uno que refleje ante todo las casas de un horóscopo, los signos, los planetas y las estrellas fijas y que pueda reflejar las cambiantes relaciones mutuas que tienen entre sí en el transcurso del tiempo. Naturalmente esto es realizable de distintas formas pero conduce finalmente a una elevación de la conciencia al integrar conceptos a recordar y leyes cosmosóficas.

Bruno mismo recomienda poner una carga emocional-afectiva en todas las imágenes para poder, en "furor heroico", abrir dentro de la psique lo que el llama "las negras puertas de diamante". Por último, en el "Sello de los Sellos" Bruno desemboca en la experiencia metafísica y se presenta a si mismo como un guía espiritual que ofrece esta forma de Misterios Iniciáticos como camino a la Unidad. Esto lo logra Bruno a través de las reglas astrológicas básicas considerando el Primum Mobile, el Secundum Mobile y la Esfera Local en la forma que se ha esbozado.

Bruno parte aquí de la concepción tradicional en cuanto que si el hombre tiene esencia divina entonces el divino orden del universo se halla dentro del ser humano. Un arte que reproduzca en la memoria del Microcosmos esa organización divina del Macrocosmos se adueñará de los poderes cósmicos ya que se hallan estos dentro del hombre mismo. Es la aplicación directa de los principios de correspondencia y de mentalismo, ambos plenamente encuadrados en la Tradición Hermética. En suma que esta concepción y práctica abren la puerta de un divino éxtasis que el Nolano practicó pleno de un verdadero impulso espiritual que se elevaba sobre todos los falsos dogmatismos.

Concluye aquí esta breve introducción a la vida y obra de Giordano Bruno, gloria del Renacimiento, heróico ciudadano del mundo, filósofo preclaro, Iniciado Hermetista y mártir de la barbarie fanática, ignorante, supersticiosa e intolerante. Sean estas palabras mi emocionado homenaje a su memoria.

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