La iluminación espiritual

El equilibrista

POR: KHALIL GIBRAN

Imagen; El equilibrista; Khalil Gibran

EL SOLO SABIA DE AMOR

El aprendiz que a todos servía modesto y silencioso.

En una alta montaña había un viejo monasterio habitado por monjes pertenecientes a una hermandad espiritual muy disciplinada y austera. Aquellos hermanos eran grandes estudiosos de las leyes del Universo y dedicaban sus horas a los cantos gregorianos, a la contemplación de las rosas y las galaxias y, a los debates eruditos sobre las infinitas formas de Dios.

Entre ellos, vivía junto a fogones y escobas, un joven aprendiz. Un ser silencioso, santo y analfabeto. Joaquín que es así como se llamaba, venía del mundo del circo y entre pirueta y salto mortal, oyó un día la voz de su corazón que lo llamaba al retiro silencioso.

Joaquín dejó todo y se presentó en el monasterio diciendo que poco podría aportar ya que su cultura era escasa, pero rogaba que se le admitiese para ayudar en cualquier menester en el que no hicieran falta conocimientos. Se dice que tras contemplar aquella alma sencilla que buscaba el silencio, los monjes no tardaron en aceptar su llegada abriendo las puertas de aquella comunidad.

El tiempo fue pasando y tanto las primaveras como los otoños se fueron sucediendo llenos de laboriosidad y sutil trascendencia. Entretanto, aquel aprendiz que a todos servía modesto y silencioso, se sentía radiante, ya que tras cumplir sus humildes obligaciones, mantenía un secreto que cada día ensanchaba su corazón... Por la noche, mientras todos dormían, Joaquín se levantaba sigilosamente y seguidamente se dirigía el santuario del monasterio.

Un día por azar, un compañero descubrió sus escapadas nocturnas, y sintiendo una cierta intriga habló de ello con el Pontífice del monasterio. Tras algunas cavilaciones acerca de las salidas nocturnas del hermano Joaquín, ambos decidieron que llegada a la caída del sol seguirían sus pasos hasta el santuario para poder allí observarlo.

Aquella noche, los dos visitantes siguieron silenciosos al hermano Joaquín hasta la capilla, y desde un rincón oscuro contemplaron incrédulos que el lego aprendiz, delante del altar, comenzaba a realizar toda una serie de increíbles piruetas y saltos mortales de difíciles contorsiones. Joaquín, tras cada número de circo, abría los brazos y saludaba emocionado al altar, como quizá hacía en su anterior modo de vida ante el gran público pero, en esta ocasión, sus ofrendas estaban dirigidas a la imagen silenciosa de aquel templo.

Los dos compañeros, impresionados tras lo visto, salieron de puntillas dejándole actuar. De pronto el Pontífice comprendió por lo que acababa de contemplar que aquel humilde ser expresaba y ofrecía lo único que sabía y tenía: sus habilidades personales. Pero lo que, en realidad, había llegado a sobrecoger su corazón, fue comprobar que cuando aquel lego saludaba tras cada pirueta, el rostro de mármol de la gran Madre Universal del altar, inexplicable y milagrosamente sonreía.

Y es que aquella alma sencilla, pensó el pontífice, no sabía de galaxias ni de cometas, no sabía de latín ni de griego. En realidad aquel humilde corazón, TAN SOLO SABÍA DE AMOR

REFREFLEXIONES

¿No es acaso el amor la energía más poderosa del Universo? ¿Quién todavía piensa que el cultivo de la lucidez no está automáticamente aparejado al desarrollo de la capacidad de amar? La clarificación progresiva de nuestra propia mente no consiste necesariamente en expresar brillantes grados de agudeza y erudición, producto del respectivo bagaje cultural, sino en la expresión integrada de aspectos tales como la Bondad, la Verdad y la Belleza.

El amor con mayúsculas parece ser un atributo del corazón que situado entre la cabeza y el plexo solar, integra las opuestos en una tierra media conformando una nueva y más amplia Unidad. Se dice que la palabra amor deviene de la etimología a-mors que quiere decir sin muerte Y en este sentido, la experiencia constata que el que ama trasciende la línea del tiempo y, en consecuencia, penetra en los registros del eterno ahora. El verdadero amor es un amor sin objeto, es decir un amor sin causa que no depende de condiciones externas o cualidades ajenas sino que brota desde el propio Ser trascendiendo la actividad racional y penetrando en los dominios instantáneos del eterno presente.

Cuando yo vivo mi centro es cuando descubro el centro de los demás. Antonio Blay

El hecho de amar conlleva la salida del elemento tiempo inherente al pensamiento racional. Se trata de un nuevo estado de conciencia que vive el ahora en toda su plenitud. De esta manera, la vida instalada en la Presencia y en la atención fluye atestiguada, de instante en instante, por entre los pliegues de la infinitud.

La gran lección del amor con mayúsculas que ha recibido la Humanidad es atribuida a Jesucristo. Sucedió de pronto, un día hace dos mil años, en el que dicho maestro pronunció una lección magistral posteriormente denominada como el sermón de la montaña. Se trataba de un conjunto de revolucionarias ideas que dejó atónitos a sus oyentes. Dijo algo que aquellos oídos jamás había supuesto, dijo que: Bienaventurados los que sufren porque ellos serán consolados. Bienaventurados los mansos, los que padecen persecución por la justicia. Bienaventurados los limpios de corazón... y tantos otros en proceso de dolor y necesidad que de pronto nacían a la insospechada esperanza de que ellos también tenían derecho a la paz profunda.

Aquel mensaje que revelaba un nuevo nivel evolutivo de conciencia crística fue de tal contundencia en la historia de la Humanidad que, desde entonces, cuando muchas personas se ven afectadas por el dolor y por el miedo, resuenan en aquellas palabras bienaventuradas que actuando como bálsamo, abren el corazón y hacen brotar la cooperación, el respeto y la vocación de servicio a toda forma de vida.

El amor es trabajo compartido Richard N. an

Desde una perspectiva esencial, el amor está más allá del sentimiento, más allá de la sensación e incluso más allá del campo de las ideas. En realidad, el hecho de amar es expresar la verdadera naturaleza del Ser que todos somos en esencia y que, al parecer, todavía no sabemos ni sentimos que lo somos.

Es pEs por ello que Amor es inseparable del ser profundo que ES todo ser humano. Amor es un estado de conciencia que para ser revelado y expresado no precisa necesariamente de una única persona especial como objeto amado que lo estimule y posibilite ya que la irradiación del amor y la compasión infinita están más allá de las condiciones acerca de la conducta o requisitos acerca del otro. Cuando nos sentimos enamorados, aunque sintamos tocar el cielo con la persona amada, tal experiencia emocional no deja de ser un pálido reflejo del Amor Universal con mayúsculas. Un estado de conciencia que la evolución del ser humano posibilita en el desarrollo de su crecimiento hacia la supra conciencia.

La raza humana está llamada a experimentar lo que puede nombrarse como amor consciente, se trata de un estado de plenitud y autorrealización en el que uno mismo se siente en comunión y sincronía con todas las formas de vida, un estado también llamado transpersonal en el que se experimenta que propia la piel deja de ser una frontera separativa con el mundo exterior. A lo largo de la Historia, muchos seres que han vivido tales experiencias de disolución de fronteras y comunión en la esencia, afirman que desaparece la separación con que percibimos la realidad en nuestra manera de pensar habitual. Un estado de lucidez en el que se llega a concebir las cosas y los acontecimientos unidos por una sutil malla holística que todo lo abarca. El amor es asimismo un estado del presente desde el que la propia identidad se expande en océano de infinitud, amor y conciencia.

La vida eterna pertenece a aquellos que viven en el presente. Wittgestein

¿Hay algo más próximo al amor que vivirse como Totalidad, aunque todavía se logre en cortos espacios de tiempo? ¿hay algún objetivo más ambicioso que alcanzar la Libertad del que trasciende la dualidad y la atadura a deseos y frustraciones que enfrentan la especie humana desde el habitual estado de ego-personal?

En rEn realidad, hay muchos objetivos que mueven a los seres humanos: el dinero, el poder, el placer... pero tal vez el meta-objetivo con mayúsculas que una vida puede abordar es precisamente, el de realizar al ser profundo en su esencia más lumínica de amor y lucidez. ¿Es elegible tal camino?, ¿por qué algunas veces vemos todo esto con gran claridad y, sin embargo más tarde, no tardamos en ser alcanzados por la hipnosis que ejerce el llamado mundo de Matrix? La renuncia de lo menor por lo mayor, la vida impulsada y motivada desde la acción justa y compasiva, la paz encontrada en el camino espiritual que libera de las perturbaciones emocionales, supone un horizonte cargado de progreso, el Progreso con mayúsculas.

¿Qué puede hacer un ser humano para liberarse de las ataduras del egoísmo?

En este sentido, tal vez, lo primero que merezca la pena desarrollar es la capacidad de observación. El darse cuenta o atestiguar de forma progresiva de cuál es el programa del psicocuerpo en el que uno habita. Atención Sostenida y plena mirada a la llamada sombra psicológica, un espacio semiconsciente en el que se desenvuelven nuestros mundos más negativos e incluso vergonzosos. Se trata de mirar de frente y con una actitud de indagación todas aquellas películas internas que uno expresa en los enredos de sus propias perturbaciones emocionales, en el trasfondo de sus íntimas contradicciones, en los móviles más oscuros de sus propios impulsos destructivos, en el estallido de su violencia y en el termómetro de su cólera, en sus celos, manipulaciones y negaciones de la confianza y el respeto, en sus miedos más ocultos, en sus deseos más impresentables...

El hecho de observar todo este caudal de aquello que no nos gusta de nosotros y tomar conciencia de todos los procesos de aparición de los tentáculos de esta especie de hidra sombría que reside en los sótanos de nuestro inconsciente, es un camino para iluminar a las sombras.

No se puede llegar al alba, sino por el sendero de la noche. Kalil Gibran

En realidad, la luz es consciencia. Y así como ya sabemos que la luz es tiempo cero y ocupa todos los espacios, es decir está en todas parte y al mismo tiempo, de la misma forma, la conciencia también es omnipresente, es decir es todo el Universo y sucede en el más absoluto presente, es decir, que equivale en nuestro plano a la experiencia directa e instantánea de atestiguar.

ParaPara llegar a observar los propios procesos mentales y emocionales, conviene cultivarse mediante un yoga integral de vida que abarque tres del psicocuerpo. En primer lugar, el cuidado del cuerpo físico mediante ejercicio, deporte y conocimiento de una alimentación inteligente. En segundo lugar, conviene cultivar el jardín de las propias relaciones tanto afectivas como puramente profesionales y sociales. Y en tercer lugar, el refinamiento intelectual basado en la selección de la nueva información que instalamos diariamente en nuestro escenario mental, y los aspectos derivados de la indagación y el auto conocimiento.

Para iluminar nuestra vida y hacer aflorar el mencionado amor sin objeto conviene mantener la atención en los tres niveles: físico, emocional y mental, y asimismo lograr mantenerse centrado mediante sostenidas retiradas al sosiego en la naturaleza, conexión con grupos de amigos en crecimiento, el yoga, la meditación, el Zen y, en general, todas las prácticas de reflexión y contemplación que desarrollen los frutos del alma.... Es entonces cuando la vida se convierte en una obra de arte basada en la gran creación del propio Camino.

Nada se parece tanto a Dios como el silencio.

Maestro Ekhart

Tal vez llegue un momento en el que finalmente nos preguntemos: ¿Qué puede uno ofrecer al mundo sino su propia capacidad de amar e iluminar? ¿Qué mejor objetivo que envejecer sabiendo que el tiempo va a favor de uno cuando su gran objetivo ya está enfocado en alcanzar una mente feliz?

Con Con los años, el cuerpo podrá decaer experimentando mayores dificultades o simplemente tornándonos más arrugados, sin embargo la capacidad de sentir y de clarificar, de crear y de aportar lucidez, así como el arte de escuchar y de señalar la salida, y en definitiva amar y amar con mayúsculas y minúsculas, son cualidades que con el tiempo ganan como los vinos añejos.

En una sociedad de mercado y de materialismo como la actual en la que prima el culto a las superficies y apariencias materiales, así como a los cuerpos jóvenes y las medidas clónicas, parecen haberse eclipsado los valores internos de la experiencia y la sabiduría. Es por ello que merece la pena recuperar el cultivo de algo que no tiene edad y que, por otra parte, hace feliz al ser humano: su capacidad de ofrecer y de amar.


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