La iluminación espiritual

Contra la ocupación del Tíbet por china

POR: PATROCINIO NAVARRO

Imagen; Contra la ocupación del Tíbet por china; Patrocinio Navarro

EL DOLOROSO DRAMA TIBETANO

La antorcha olímpica, símbolo de la paz griega para la celebración de los juegos panehelénicos se está convirtiendo en una luz viajera que ilumina la conciencia mundial, y por donde pasa nos va recordando a todos la existencia del doloroso drama tibetano.

¿Debemos callar, como pretende China, ante los crímenes contra monjes y población civil indefensa que mueren, o son heridos y detenidos por defender pacíficamente su derecho a vivir en su propio país? No podemos callar. No debernos callar. Desde que en 1950 el gobierno chino ordenara invadir Tibet comenzó la represión y la injusticia contra el pueblo tibetano, tal vez el más pacífico del mundo, ahora arrollado por una poderosa máquina militar y ocupado sin miramientos.

No es que vaya a considerar un modelo a seguir la anterior forma de organización social en Tibet, pero era la que ellos querían. Tampoco soy budista, pero defiendo el derecho de cualquiera a poder serlo. En cualquier caso, ni el modelo chino de organización social significa una mejora en las condiciones de vida del Tibet, ni se respeta el pensamiento de ese pueblo, al que el propio Dalai Lama considera victima de un genocidio cultural.

El Dalai Lama, en el exilio desde 1959, es acusado cínicamente por el gobierno chino de fomentar la discordia y manejar la revuelta que sacude Lhasa.

Evidentemente para China es un estorbo la existencia de los monjes y de su jefe espiritual. Sin el contenido espiritual, que es el alma del Tibet, sería mucho más sencillo colonizar la mente de ese pueblo y tomar posesión por entero de sus vidas. Y esto es muy interesante para ser observado porque es la misma estrategia adoptada en nuestro occidente por el capitalismo neoliberal: eliminar o desvirtuar la espiritualidad por medio de religiones oficiales y programación educativa mediática dirigida a hacer perder a los pueblos su conciencia espiritual, fanatizando a las mentes e imbuyéndolas de prejuicios religiosos fundamentalistas.

El neoliberalismo espera que poco a poco los pueblos carentes de espiritualidad sean fáciles presas de los buitres del mercado sin fronteras, China incluida. Eso lo saben todos los que dirigen este mundo desde la sombra, donde, por cierto, no se encuentra el Dalai Lama ni los pacíficos hijos de Dios.

Hace tanto tiempo que han quedado al descubierto para la Historia tanto el verdadero rostro del capitalismo como el rostro del comunismo real (el teórico está sin estrenar), que no debería sorprendernos el grado de violencia y falta de consideración a los derechos humanos más elementales de los dirigentes mundiales, tanto de oriente como de occidente. Por eso no sorprende la actitud de los dirigentes neocapitalistas chinos más o menos disfrazados de comunistas según la ocasión.

Por eso es ahora un buen momento para decir en voz alta a la conciencia mundial: Basta de crímenes en nombre de cualquier causa, incluidas la causa de la paz y la democracia, como hacen también los poderes de Occidente; basta de genocidios culturales; basta de ocupación en Oriente por unos y por otros sátrapas del mundo. Y Basta de mentiras.

Los hombres libres y pacíficos de esta civilización queremos un mundo realmente pacífico y libre donde las conciencias puedan manifestar su contenido sin dañar a otros ni sufrir atropellos. Y por el momento queremos lo que dice la antorcha olímpica; iluminar al mundo no solo con la idea de un Tibet libre y en paz, sino de un Irak libre y en paz y de cualquier otro pueblo de la Tierra que viva sojuzgado.

No podemos callar ante estos hechos.
(Esto escribía antes de las Olimpiadas mientras la antorcha viajaba)

EN PLENO AUGE OLÍMPICO, DEBO DECIR

Me reafirmo aún más en mi oposición a las olimpiadas a la vista del cinismo de los dirigentes de China intentando encubrir con el montaje olímpico la diaria profanación de los derechos humanos, la crueldad de sus penas de muerte (son líderes mundiales en esta práctica criminal), el desenfrenado auge del capitalismo salvaje que no respeta la Naturaleza ni a los habitantes de la China rural, explota salvajemente a la mano de obra, contamina sin consideración y enriquece a minorías mientras mayorías malviven, parte de ellos encandilados por los pequeños señuelos del consumo capitalista.

Y mientras amordaza a la población y mantiene la mano de hierro sobre el Tibet, la clase dirigente china hace monumentales montajes de inauguración olímpica para celebrar ¿qué paz? No la de Rusia con Georgia, no la de Estados Unidos y sumisos aliados en Irak y Afganistán. No la guerra interna de Colombia o las permanentes de África que apenas son noticia.

Si el conjunto de los países que participan en estos juegos fuesen fieles al espíritu de paz griega que los creó, no habría en este mundo una sola olimpiada. Si las hay es porque son un rentable negocio y sirven para tapar las miserias morales, sociales y culturales de los pueblos respectivos y desviar la atención hacia el espectáculo.

Mientras en las tribunas se sonríen y se saludan los principales dirigentes mundiales o besan con fingida ternura a los pequeños niños chinos, sus verdugos en el mundo siguen trabajando en la sombra con órdenes precisas, y los ejércitos de cada uno de reciben instrucciones secretas para prepararse para la guerra...

La actual matanza desatada en el Cáucaso no solo pone en evidencia a las olimpiadas con su carga de doble moral. Lo que sobre todo pone en evidencia es el fracaso de la conciencia espiritual y la cultura en países que se llaman cultos y cristianos donde los gobiernos acuden a las ceremonias religiosas y son recibidos con toda clase de agasajos y deferencias por las respectivas jerarquías. Estaría bien, si los más humildes cristianos recibiesen el mismo tratamiento. También estaría bien si en los menús de lujo no se comiese a los animales en honor del Maestro Jesús, que era vegetariano… Y estaría bien finalmente si fuesen capaces todos juntos de poner paz entre cristianos en guerra. Porque ¿cómo es posible la guerra entre cristianos y entre países cristianos? Es una grave cuestión. ¿Será que no son cristianos? ¿Tal vez solo católicos, o únicamente ortodoxos? Grave dilema doctrinal, ¿no creen? Yo, como cristiano libre, me hago estas preguntas y otras. Por ejemplo: ¿Cómo es posible, ante tan dramática y triste situación, el silencio de las jerarquías religiosas ortodoxas respectivas y el del propio Vaticano ante la criminalidad absoluta e injustificada de toda guerra? ¿O es que ha sido abolido el Quinto Mandamiento y ya se pueden matar a personas y animales según convenga?

¿Estarán preguntándose de parte de quién está Dios, si es que acaso creen en Él?
Los dirigentes mundiales que organizan guerras o las apoyan, evidentemente, no.

Los que sí creemos en Dios solo tenemos tres opciones: cuidar nuestro grado de paz interior, relacionarnos pacíficamente con cuantos nos rodean, tanto personas como animales, plantas o minerales, y rezar por los que tienen que sufrir las guerras. No se me ocurre nada mejor. ¿Y a ustedes?

Algunos de los que van a esas guerras a matar a sus hermanos pretenden justificar su conciencia diciendo que van a misiones de paz. Y lo hacen acompañados con tanques, armados hasta las cejas y con tecnología asesina de última generación. Pero todavía hay gente de buena fe que cree en eso de las misiones de paz de la ONU, la OTAN y todas las que son bautizadas con ese nombre. La única misión de cada uno es mantener la paz consigo mismo. El resto viene solo.


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